De cara a la fractura
En tiempos en que los actos políticos masivos son cada vez más aislados, el radicalismo dio ayer muestras de un sorprendente poder de movilización si se lo coteja con los magros resultados electorales que pusieron a la fuerza centenaria, a nivel nacional, en un precipicio que parece no tener fin. Es un primer dato que hay que reconocer, más allá de los rumores de que el gobierno nacional también habría puesto lo suyo en el acto.
Desde lo cuantitativo se pueden hacer varias lecturas, pero lo que resulta relevante de cara a la conducción del partido son los 1243 dirigentes, 183 intendentes, y cinco de los seis gobernadores
que estuvieron en el Centro Asturiano. Ante el afiliado radical que viene golpeado de tantos traspiés, ponerse en las antípodas de los bonaerenses Leopoldo Moreau o Federico Storani no deja de ser tentador para quienes se muestran como el radicalismo «G» (que gana y gobierna) como repite el mandatario mendocino Julio Cobos (parafraseando al rionegrino Iván Lázzeri).
Precisamente Cobos se mostró como la cara capaz de liderar dicha franja de la mano del proclamado Movimiento Radical Federal. El cuyano-potencial acompañante del santacruceño en 2007-arengó que fue Kirchner quien le hizo cumplir sus sueños juveniles de una política autónoma del Fondo Monetario al que «no se le debe un peso».
En ese escenario, Saiz tomó especial protagonismo por gobernar una provincia símbolo de que el partido puede ejercer el poder y retenerlo. Ayer puso toda la carne en el asador y no es difícil pensar que quienes lo acompañaron serán premiados.
Un dato categórico fue el documento acordado antes del acto: «Reconocemos que muchas de
las medidas que ha llevado a cabo este gobierno nos hubiera gustado que las realizara un hombre de nuestro partido», señala un texto donde también se defiende la reactivación económica y la política de derechos humanos de K. Claro que la exclusión de toda crítica al poco apego que el gobierno nacional tiene a las instituciones los pone al borde de la fractura de quienes desde la conducción reclaman un rol más opositor.
Por conveniencia pero también por afinidades, el radicalismo de los gobernadores parece más compatible con Kirchner que los duhaldistas travestidos en oficialistas en octubre de 2005. (ABA)
CLAUDIO RABINOVITCH
En tiempos en que los actos políticos masivos son cada vez más aislados, el radicalismo dio ayer muestras de un sorprendente poder de movilización si se lo coteja con los magros resultados electorales que pusieron a la fuerza centenaria, a nivel nacional, en un precipicio que parece no tener fin. Es un primer dato que hay que reconocer, más allá de los rumores de que el gobierno nacional también habría puesto lo suyo en el acto.
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