La última escena de un mimo universal

El creador de "Bip" logró llevar su arte a cumbres impensadas. Su energía y su físico lo dejaron actuar casi hasta sus últimos días.

Marcel Marceau, el elogiado, galardonado y admirado mimo francés, quien durante más de medio siglo se comprometió con el teatro del silencio y resucitó el arte de la pantomima y de la expresión corporal falleció a los 84 años en París. Nacido el 22 de marzo de 1923 en Estrasburgo (este de Francia), Marcel Marceau llevó el arte del mimo a cumbres nunca alcanzadas. «Entra en nuestras casas con paso de ladrón y con el terrible descaro del claro de luna», solía decir el artista francés Jean Cocteau de 'Bip', un chiflado de rostro blanco y ojos de sorpresa con la boca desgarrada de un trazo rojo, presa de las dificultades del mundo moderno.

Admirado como par de Charlie Chaplin y Buster Keaton en Estados Unidos, venerado en Japón, pero también en América Latina o en Rusia, el inventor de la marcha contra el viento había inspirado el estilo de baile 'Moonwalker', de Michael Jackson, e influenciado al bailarín ruso Rudolf Nureyev.

De apariencia frágil pero con gran vivacidad, Marceau fue el artífice del renacimiento, tras la Segunda Guerra Mundial, del arte de la pantomima, que había sido opacado por el cine mudo de Chaplin, Keaton o El Gordo y el Flaco (Laurel y Hardy).

Unica «troupe» de mimo en el mundo en los años 1950 y 1960, la Compañía Marcel Marceau actuó en los principales teatros de Francia y del extranjero, cosechando un gran éxito. De 1969 a 1971, Marceau animó la Escuela Internacional de Mimo, antes de crear la Escuela Internacional de Momodrama, en París, en 1978.

Pero no todo era actuación para Marceau. Reconocido en todo el mundo por su versatilidad teatral mímica, en el 2001 fue nombrado Embajador de Buena Voluntad de Naciones Unidas sobre el Envejecimiento y se hizo merecedor de una gran cantidad de premios, incluyendo el Deburau (1948), además de dos premios Emmy por sus programas de televisión.

En el 2005, a los 82 años, efectuó una gira de despedida por América Latina, que le llevó a Cuba, Colombia, Chile y Brasil. A principios de la década, Marceau todavía realizaba unas 250 representaciones por año en todo el mundo.

«La pantomima es un arte que hipnotiza. Es un lenguaje universal», decía aquel que había descubierto su vocación riendo, cuando era niño, con las farsas de Charlot en una sala de cine. «El arte de la pantomina confiere juventud eterna», le predijo uno de sus maestros, el mimo Etienne Decroux, en 1944, al que nunca dejó de reconocer, al igual que a Charles Chaplin, a quien descubrió a los 5 años en el cine e imitó en su primera infancia.

Durante un encuentro fortuito con Charlie Chaplin en 1967 en el aeropuerto Orly de París, Marceau había imitado a Charlot con su peculiar andar y su bastón, antes de besar a su 'dios' con lágrimas en los ojos, según le gustaba recordar.

Su lírico lenguaje corporal, con el que expresó «sentimientos a través de posturas características», nunca fue agresivo. «Nunca fui un extremista», dijo Marceau, hijo de un carnicero judío que fue asesinado por los alemanes en Auschwitz. «Yo nunca entendí cómo los cristianos podían ser antisemitas», solía afirmar.

Marceau, nacido en Estrasburgo con el nombre de Mangel, huyó con su hermano y su madre en 1940 a la ciudad de Lille, en el norte de Francia. En el movimiento de resistencia adoptó el nombre de Marcel y tras la llegada de los aliados a París sirvió al ejército de liberación.

Mientras cumplía el servicio militar en Alemania, actuó por primera vez como mimo ante sus compañeros. El éxito artístico le llegó como arlequín en la película «Los niños del paraíso» (1945), del director francés Marcel Carné.

Ya en 1947, Marceau creó a su personaje más famoso: Monsieur Bip, el payaso triste e irónico, al que concibió en base a un personaje de Charles Dickens. Con el tragicómico Bip, Marceau se convirtió en el mimo más importante del siglo XX. «En todo el mundo el teatro se alejó demasiado de lo físico», opinó en una oportunidad el artista. «Se ofrecen palabras en vez de cuerpos, yo hablo de las cosas más sencillas, le doy a la gente un nuevo héroe -Bip-, con el que se puede identificar cualquiera», expresó.

En 1993, fue elegido miembro «inmortal» de la Academia de las Bellas Artes parisina. En Japón fue declarado «patrimonio nacional vivo».

«Mientras tenga energía continuaré actuando. Mi deseo es morir de pie y en escena», dijo en una de sus visitas a la Argentina.

A lo largo de su carrera también trabajó en películas de culto como «Barbarella» de Roger Vadim o «Silent Movie» (La película silenciosa) de Mel Brooks, en donde se dio el gusto de decir «No» y pasar a la historia.


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