Boca, más empuje que fútbol y sin lugar para milagros

El Xeneize, vacío y sin ideas, perdió 3-2 ante Instituto que jugó mejor más allá del intento de recuperación del equipo de Hugo Ibarra sobre el final.

Los antecedentes inmediatos obligaban a un cambio radical: en los nombres, en la actitud y principalmente en el juego. El empate sin goles ante Defensa en la última presentación en La Bombonera y la caída ante Banfield, que por primera vez sumaba de a tres en la LPF, comprometían a Boca a tener una actuación acorde a su grandeza ante Instituto.

No hubo recuperación ni tampoco ese fútbol, al menos práctico y efectivo, que lo llevó a ser campeón del fútbol argentino en 2022. Luego de 36 años sin hacerlo, los cordobeses superaron 3-2 al Xeneize en su estadio y profundizaron las grietas en la estructura del equipo de Hugo Ibarra.

El entrenador de Boca puso en foco los bajos niveles individuales, quizás responsables del mal funcionamiento colectivo del equipo. Fue así que ante la Gloria metió tres cambios en busca de soluciones inmediatas, aunque lo que se vio en los primeros 20’ jugados en La Bombonera crearon más dudas que certezas.

Vacío y sin ideas, Instituto lo golpeaba con dos tantos que mucho tuvieron de fortuna pero también de desidia por parte de bloque defensivo xeneize. No tanto quizás en la conquista de Joaquín Varela a los 12’, sino en el gol de Adrián Martínez que dominó un balón de aire ante la pasividad de los centrales, combinó una pared con Santiago Rodríguez para luego definir cruzado ante la salida de Chiquito Romero.

Todos los interrogantes invadieron a Boca en esos minutos de total desconcierto. Ni los cambios de Ibarra, ni el aliento de su gente y tampoco la jerarquía individual de su rico plantel parecían salvarlo de la situación.

Pero el amor propio de algunos de sus jugadores fueron gestando la luz de esperanza. El Pipa Benedetto se las arregló para desmarcarse y mostrarse como opción, Sebastián Villa, en lo poco que aportó, comenzó a activar su velocidad por la izquierda y Martín Payero a brindar su dinámica en el medio, que era en definitiva el motivo por el cuál Ibarra lo puso en el equipo en lugar de Óscar Romero.

Sería Payero quien le daría la posibilidad a Boca de dejar abierto el partido para el segundo tiempo, al marcar un golazo de tiro libre.

Pero ese rayo de ilusión que significó el descuento, se desvaneció por completo a los 30 segundos del complemento con otra puesta en escena de terror del fondo de Boca.

Con la última línea totalmente desarticulada, esta vez fue Adrián Martínez quien habilitó a Santiago Rodríguez, que con un disparo al primer palo puso el 3-1 para la Gloria cuando se había jugado solo 30 segundos de la parte final. Para Boca fue un mazazo que golpeó de entrada sus ánimos de recuperación.

Ibarra borró con el codo sus decisiones en la previa y a los 20’ sacó a Payero y Benedetto por Varela y Miguel Merentiel, en una nueva muestra del desconcierto en el que está sumido el Xeneize, que pudo haber perdido por una diferencia mayor si no fuera por un par de salvadas de Chiquito Romero.

El partido fue caótico hasta el final, con Instituto amenazando con golear a Boca por la mala noche de su defensa, y por otro lado con la posibilidad de que el Xeneize marcara un gol para quedar a tiro de la heroica. Fue así cuando a los 40’ Miguel Merentiel, que había ingresado por Benedetto, recogió un balón suelto en el área cordobesa y puso el 2-3.

La enjundia del final le alcanzó a Boca para llevar a Baliño hasta el VAR en el descuento, cuando Carranza lo cruzó a Merentiel y el árbitro interpretó que no había sido falta.
Un hipotético penal para un supuesto empate agónico, hubiera simulado el mal funcionamiento que tuvo Boca en buena parte del partido, que sobre el final quedó maquillado por el corazón y el empuje que su gente siempre reclama. De todas maneras, el funcionamiento como equipo sólido y confiable sigue sin aparecer.


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