Dejó huellas
Deberíamos cuanto menos situarnos unas tres décadas atrás para entender la importancia del fenómeno e interpretar que el homenaje lo tiene bien ganado. Algunos preguntaron quién era y eso se entiende, porque como todo fenómeno tuvo su tiempo de apogeo y después se mantuvo siempre en cartelera, pero con menor repercusión. Otros casi ni se enteraron de su muerte, porque los medios le dieron poca importancia, tal vez midiendo lo que era hoy, no lo que en algún momento y por muchos años fue para el folclore argentino. Y sin dudas fue un pionero en el género romántico dentro del folclore. Carlos Torres Vila falleció a los 63 años y dejó huellas, fue de esos folcloristas no tan masivo porque fue de otra época, pero sí de los que estaba en cada festival porque una convocatoria sin él no era lo mismo. Fue capaz de abrir un mercado musical en tiempo de folclore duro, de zamba y chacarera, en tiempos de apogeo de Los Tucu Tucu, Los Cantores del Alba, Los Fronterizos, Los Chalchaleros, Los Manseros Santiagueños, Los del Suquía (otros románticos con acento cordobés). Abrió el mercado a las canciones, poco utilizadas en este género y que sólo se aceptaban en manos de algunos exponentes como Horacio Guarany. Y claro, fue un camino difícil, complejo, porque no sólo se atrevió a romper el molde de esa época, sino que como solista tuvo que remar el doble de lo que reman los grupos musicales. No es casual eso de “Los”, porque eso significaba un camino menos tortuoso. Carlos Torres Vila se instaló en cada escenario, vendió su música a la par de los mejores, recorrió el país cantando y llegó a muchos países vecinos seducidos por la música romántica, que para su época, tres o más décadas atrás, era poco común. Era un atrevimiento cantar canciones románticas sin correr el riesgo de llevarse una flor de silbatina. Y lo hizo. Cosechó reconocimiento, aplausos, éxito y dejó instalado un estilo que a la larga sirvió para que otros llegaran a la fama. Salvando tiempos, y diferencias entre un grupo musical y un solista, Carlos Torres Vila fue para su época como Los Nocheros lo son en la actualidad o como Jorge Rojas. Carlos Torres Vila en su momento se diferenció del resto hasta en la vestimenta, porque no se sumó al clásico atuendo de folclorista con botas y demás, sino que se animó a subir como se vestía en su vida cotidiana. El cantante había nacido en la localidad bonaerense de Los Toldos, el 9 de noviembre de 1946, y su carrera comenzó hace más de 40 años en distintos festivales, donde fue presencia ineludible durante muchos años, porque sus éxitos se prolongaron en el tiempo y aún hoy se escuchaban sus canciones. Fue revelación en el festival de Baradero en el año 1969 y del festival de Cosquín en 1970. En sus comienzos Torres Vila fue considerado una de las nuevas figuras del folclore con otros intérpretes como el “Chango” Nieto, Daniel Toro y Roberto Rimoldi Fraga, aunque con un estilo particular. Torres Vila fue conocido por temas como “Qué pasa entre los dos”, “La Engañera”, que fue uno de sus más grandes éxitos, “Zamba para olvidarte”, “La López Pereyra”, y “Canción de las simples cosas”, entre otros. La versión que hizo de “Amor de los manzanares” fue una de las más lindas que se haya escuchado dentro del género. “Al fin tristeza es la muerte lenta de las simples cosas. Esas cosas simples que te van doliendo en el corazón. Uno vuelve siempre a los viejos sitios en que amo la vida y entonces comprende como están de ausentes las cosas queridas”, decía la “Canción de las simples cosas”, uno de sus más grandes éxitos. Fue un verdadero pionero.
jorge vergara jvergara@rionegro.com.ar
la peña
Deberíamos cuanto menos situarnos unas tres décadas atrás para entender la importancia del fenómeno e interpretar que el homenaje lo tiene bien ganado. Algunos preguntaron quién era y eso se entiende, porque como todo fenómeno tuvo su tiempo de apogeo y después se mantuvo siempre en cartelera, pero con menor repercusión. Otros casi ni se enteraron de su muerte, porque los medios le dieron poca importancia, tal vez midiendo lo que era hoy, no lo que en algún momento y por muchos años fue para el folclore argentino. Y sin dudas fue un pionero en el género romántico dentro del folclore. Carlos Torres Vila falleció a los 63 años y dejó huellas, fue de esos folcloristas no tan masivo porque fue de otra época, pero sí de los que estaba en cada festival porque una convocatoria sin él no era lo mismo. Fue capaz de abrir un mercado musical en tiempo de folclore duro, de zamba y chacarera, en tiempos de apogeo de Los Tucu Tucu, Los Cantores del Alba, Los Fronterizos, Los Chalchaleros, Los Manseros Santiagueños, Los del Suquía (otros románticos con acento cordobés). Abrió el mercado a las canciones, poco utilizadas en este género y que sólo se aceptaban en manos de algunos exponentes como Horacio Guarany. Y claro, fue un camino difícil, complejo, porque no sólo se atrevió a romper el molde de esa época, sino que como solista tuvo que remar el doble de lo que reman los grupos musicales. No es casual eso de “Los”, porque eso significaba un camino menos tortuoso. Carlos Torres Vila se instaló en cada escenario, vendió su música a la par de los mejores, recorrió el país cantando y llegó a muchos países vecinos seducidos por la música romántica, que para su época, tres o más décadas atrás, era poco común. Era un atrevimiento cantar canciones románticas sin correr el riesgo de llevarse una flor de silbatina. Y lo hizo. Cosechó reconocimiento, aplausos, éxito y dejó instalado un estilo que a la larga sirvió para que otros llegaran a la fama. Salvando tiempos, y diferencias entre un grupo musical y un solista, Carlos Torres Vila fue para su época como Los Nocheros lo son en la actualidad o como Jorge Rojas. Carlos Torres Vila en su momento se diferenció del resto hasta en la vestimenta, porque no se sumó al clásico atuendo de folclorista con botas y demás, sino que se animó a subir como se vestía en su vida cotidiana. El cantante había nacido en la localidad bonaerense de Los Toldos, el 9 de noviembre de 1946, y su carrera comenzó hace más de 40 años en distintos festivales, donde fue presencia ineludible durante muchos años, porque sus éxitos se prolongaron en el tiempo y aún hoy se escuchaban sus canciones. Fue revelación en el festival de Baradero en el año 1969 y del festival de Cosquín en 1970. En sus comienzos Torres Vila fue considerado una de las nuevas figuras del folclore con otros intérpretes como el “Chango” Nieto, Daniel Toro y Roberto Rimoldi Fraga, aunque con un estilo particular. Torres Vila fue conocido por temas como “Qué pasa entre los dos”, “La Engañera”, que fue uno de sus más grandes éxitos, “Zamba para olvidarte”, “La López Pereyra”, y “Canción de las simples cosas”, entre otros. La versión que hizo de “Amor de los manzanares” fue una de las más lindas que se haya escuchado dentro del género. “Al fin tristeza es la muerte lenta de las simples cosas. Esas cosas simples que te van doliendo en el corazón. Uno vuelve siempre a los viejos sitios en que amo la vida y entonces comprende como están de ausentes las cosas queridas”, decía la “Canción de las simples cosas”, uno de sus más grandes éxitos. Fue un verdadero pionero.
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