Casi deja el Mundial de Tango por su apellido: la Justicia de Río Negro le permitió cambiarlo y quitar su dolor
Una bailarina de tango de Bariloche logró cambiar su apellido tras una crisis de identidad que casi la deja afuera de la final del Mundial. La Justicia la escuchó y le brindó las respuestas que tanto buscaba.
Minutos antes de salir al escenario, en plena final del Mundial de Tango, el altoparlante pronunció un apellido que la dejó helada. No era un error. Era el suyo, el legal, el que figuraba en todos los documentos. Pero no era el suyo, no el que ella sentía. Entonces, por primera vez, pensó seriamente en no salir. La angustia fue más fuerte que los años de ensayo. Por todo eso, recurrió a la Justicia de Río Negro. Y una jueza de Bariloche la escuchó.
La bailarina, nacida y criada en Bariloche, llevó esa carga invisible desde la infancia. Su apellido paterno -y también el primero materno- eran un eco de historias que prefería dejar atrás. El que sentía propio era otro: el segundo apellido de su madre, el que usaba para firmar, para bailar, para vivir. Y al fin, la Justicia le dio la razón.
Un nombre que no la representaba
La historia no empezó en la pista de baile, sino en la infancia. A los pocos meses de nacer, sus padres se separaron en medio de hechos de violencia. El padre se ausentó por completo de su crianza y la familia paterna nunca apareció. Fue su madre quien la crió sola, junto a sus hermanos. En ese entorno, forjó una identidad con otros lazos, otras referencias, otro nombre.
Desde siempre se presentó con el apellido materno que eligió, el segundo de su madre. En su círculo íntimo, en el mundo del tango, en sus redes sociales. Pero cada vez que necesitaba firmar un documento oficial o inscribirse en un certamen, el apellido legal reaparecía como una herida que no cerraba. En más de una ocasión, evitó competir para no escucharlo en público.
Una crisis que lo cambió todo
Lo que ocurrió en el Mundial fue el punto de inflexión. La final era un sueño hecho realidad, pero escuchar ese apellido fue como retroceder años en su vida. Se paralizó. La angustia fue tan fuerte que pensó en abandonar. Más tarde, ya de regreso en Bariloche, decidió iniciar una demanda para cambiar legalmente su identidad.
La presentación judicial fue acompañada por publicaciones, testigos, y una pericia psicológica oficial que confirmó que la bailarina no sufría trastornos ni actuaba por presiones externas. El informe detalló que el uso obligatorio de sus apellidos legales le provocaba angustia y afectaba su desarrollo profesional y emocional. El cambio, dijo, sería un alivio.
La Justicia le dio la razón
El caso llegó al Juzgado de Familia de Bariloche, donde una magistrada evaluó los antecedentes. Ni el Ministerio Público ni el Registro Civil presentaron objeciones. Se cumplieron los requisitos legales, los plazos y la publicación de edictos. Finalmente, se dictó la sentencia que le permite llevar, en forma exclusiva, el apellido que eligió.
La jueza dejó asentado en el fallo que el nombre no es una simple formalidad jurídica: es parte esencial de la identidad. El cambio no respondía a una moda ni a un capricho, sino a una necesidad profunda, sostenida en el tiempo, con consecuencias concretas. También ordenó al Registro Civil emitir toda la documentación correspondiente.
Una nueva identidad para seguir bailando
Hoy, la bailarina continúa su carrera con la identidad que siempre sintió como propia. El apellido que alguna vez casi la deja afuera de una final ya no la acompañará más. Ahora puede salir al escenario sin miedo a ser nombrada como alguien que no es. En cada paso de tango, en cada abrazo escénica, puede decir que «esta soy yo».
Qué entiende la Justicia como «justos motivos» para solicitar el cambio de DNI: cómo se tramita
El artículo 69 del Código Civil menciona algunos ejemplos de justos motivos:
- Uso notorio de un seudónimo
- Raigambre cultural, étnica o religiosa
- Afectación de la personalidad de la persona interesada, cualquiera sea su causa
Este último punto —la afectación de la personalidad— es el argumento más frecuente en los juzgados de Familia. Personas que sienten que ese apellido no las representa, que les genera malestar, recuerdos traumáticos o contradice su identidad actual.
«Muchas veces nos encontramos con historias duras: padres ausentes, violentos, abusadores, o simplemente desconocidos. No se trata solo de un capricho: el nombre hiere», explicó a RÍO NEGRO, la jueza Paula Fredes.
El proceso comienza con una demanda judicial, generalmente presentada con el patrocinio de un abogado o abogada. La persona debe probar que el nombre o apellido que figura en su partida de nacimiento y su DNI afecta de manera profunda su identidad.
Las pruebas pueden incluir:
- Informes psicológicos
- Pericias solicitadas por el juzgado
- Testimonios de personas allegadas
- Evidencia del uso habitual de otro nombre en redes sociales o en la vida cotidiana
En algunos casos, sobre todo cuando se trata de adolescentes entre 16 y 18 años, ellos mismos pueden presentarse al proceso con un abogado, invocando su autonomía progresiva.
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