La Maragata, emblemático almacén de ramos generales de Enrique Carro

En fechas cercanas a la fundación de la capital neuquina, no puedo menos que homenajear a aquellos intrépidos inmigrantes que vinieron a convertir en vergel estas tierras nor patagónicas. La Maragata, ubicada en la esquina de Láinez y Sarmiento, formó parte de la existencia de comercios del Neuquén del siglo XX, cuando los inmigrantes arribaron a estas tierras en la búsqueda de un mejor porvenir.
Don Enrique tenía 23 años cuando llegó a General Roca en 1893. De acuerdo con el escrito realizado por su esposa, doña Jesusa Criado, arribó a trabajar con Celestino Dell’Anna, cuñado de su abuelo que tenía un almacén de Ramos Generales llamado Bella Vista; tenían balsa sobre el río Neuquén.
Enrique se casó en General Roca en 1898 con Jesusa Criado, la autora de este texto, y tuvieron cinco hijos: Enrique, Antonio, Elvira, Gabriel y Ana Elda. Esta última se casó con don Adolfo Abelli por muchos años Juez de Paz. Unos años después arribaron a Neuquén, que era punta de rieles. Acá la familia tuvo comercio y hotel en calle Fray Luis Beltrán e Ignacio Rivas, hasta 1914 en que se trasladó a Laínez y Sarmiento e inauguró La Maragata. A decir del historiador Juárez: “Tenía de todo, era fonda y apeadero, para carruajes y animales. También era café y club”.
Se alquilaban caballos, mulas y carros de viaje y funcionaba como “agencia de encomiendas”. Siempre estuvo atendida por don Enrique y sus hijos. Cuando falleció, la firma continuó como Carro hnos. Es de destacar que siempre trabajó en La Maragata don Agustín Orejas, padre del locutor del mismo nombre, hombre de confianza de don Carro. Lamentablemente, en 1948 se cerró definitivamente La Maragata. Estaba a cargo en sus últimos tiempos de su hijo, Gabriel Carro. Tuvo una sucursal en Cipolletti y otra sucursal en un paraje. La de Cipolletti lo atendía un cuñado José Garza.
Entre otras ocupaciones, como era frecuente para aquellos pioneros hombres de acción, don Enrique Carro fue presidente del Concejo Municipal e intendente entre 1921 y 1925. Estuvimos entrevistando a una de sus nietas, que fuera maestra de una multitud de alumnos neuquinos, docente de la cual guardan los mejores recuerdos. Esta maestra y poeta nos brindó sus recuerdos, y entre ellos el poema que le dedicó a sus abuelos maternos tomando como musa inspiradora una fotografía realizada en el patio de la Maragata-como podemos observar-:
“Nacieron en la madre Patria, Quizá se conocían desde niños. Quizás no…/ Se que él dejó su querida España siendo muy joven en busca de nuevos horizontes. Vino con un pariente ya establecido aquí, en la Argentina y que después de un tiempo decidió radicarse en la Patagonia, precisamente en la Confluencia. /Que antes de iniciarse en el comercio trabajó en lo que fuera/Supongo que cuando comenzó a sentirse muy solo juzgó que había llegado el momento de formar una familia. Se hizo muchas preguntas/ ¿A quién buscaría como esposa sino a alguien que lo entendiera, como aquella joven maragata con la que alguna vez había conversado en su tierra? /Según recordaban sus hijos, él mismo contó que no dudó en conectarse con algún amigo en común y comenzó a escribirle. Así se conocieron. /Vuelvo a mirar la foto y ahora los admiro: en ese instante posan de pie, rodeados de plantas, en el patio interior de una casa. Es su casa, su hogar, su triunfo, su vida. Ambos sonríen. / Ella lo toma del brazo. El la sostiene con un dejo de orgullo. Su rostro trasunta paz, satisfacción y experiencia. El de ella serenidad y ternura/. Están transitando el ocaso…/Creo que después de tantos años, en ese hermoso tiempo compartido en que pudieron intercambiar nostalgias y recuerdos, llegaron a vivenciar/Dijo el poeta O. Paz “el amor es intensidad y por eso es distensión del tiempo, estira los minutos y los alarga como siglos” /Creo también que, por eso en el momento en que la cámara captó su imagen, sus corazones latieron al unísono y el pensamiento de los dos se hizo plegaria”. Septiembre 2018.
Ésta es una síntesis de uno de los poemas escritos por su nieta Edith Abelli Carro Teddy, y que permite conocer aquellos entretelones de don Enrique Carro y familia. Pareciera que se continúan sintiendo ecos familiares de aquellos pioneros. Desde aquí, nuestro Homenaje.

En fechas cercanas a la fundación de la capital neuquina, no puedo menos que homenajear a aquellos intrépidos inmigrantes que vinieron a convertir en vergel estas tierras nor patagónicas. La Maragata, ubicada en la esquina de Láinez y Sarmiento, formó parte de la existencia de comercios del Neuquén del siglo XX, cuando los inmigrantes arribaron a estas tierras en la búsqueda de un mejor porvenir.
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