La historia de Bastián, el barilochense que recorre Europa en monociclo

Este joven de 27 años tiene previsto recorrer 4.200 kilómetros, entre Países Bajos y Estambul. Ya lleva recorridos 370 kilómetros.

Bastián Lauría se propuso un desafío: cruzar Europa en monociclo. Esos 4.200 kilómetros arrancan en Países Bajos y concluyen en Estambul. Este barilochense de 27 años ya lleva recorridos 370 kilómetros y tras una parada en Colonia, al oeste de Alemania, proyecta continuar su viaje siguiendo el río Rin.

Asegura que «Bariloche fue su escuela para empezar a viajar. Uno sale de Patagonia sabiendo cómo hacer fuego, cómo armar una carpa. Pero además, la idea es hacer la travesía en una rueda, sin usar ningún transporte».

El punto de partida del viaje fue Países Bajos, en la desembocadura del Rin, donde Bastián fue bordeando ese río con la idea de llegar a Suiza. Allí conectará con el Danubio, el segundo río más largo de Europa, hacia el este. Tiene previsto un desvío en Serbia para cruzar a Bulgaria y finalmente, llegar a Turquía. El itinerario es minucioso y la ruta fue pensada en función del monociclo: «Necesito transitar por terrenos más planos».

La travesía comenzó hace tres semanas. Foto: gentileza

El viaje arrancó tres semanas atrás y en esta primera etapa, el joven se propuso poner a prueba el monociclo y su cuerpo. «Estos días disfruté mucho más transitar por el campo y la naturaleza que por las grandes capitales. Me permite explorar más. Incluso, la gente es muy distinta», señala.

Róterdam fue la primera gran ciudad que atravesó en monociclo. La rivera del río lo trasladó a pequeños pueblos muy pintorescos típicos de la cultura neerlandesa con molinos, campos y mucho ganado. «Son pueblos con más de 700 años de historia que dan la sensación de que uno viaja en el tiempo. En Alemania crucé Düsseldorf y ahora, Colonia. Hago etapas de 50 kilómetros por día. La próxima parada será Bonn para visitar la Casa de Beethoven y al atravesar el valle del Rin, es una zona protegida por Unesco por los castillos medievales», señaló.

Bastián tiene pasaje de regreso para diciembre. Foto: gentileza

Bastián usó por primera vez un monociclo a los 14 años, medio que fue alternando con la bicicleta. Tiempo atrás, recorrió 2.500 kilómetros en bicicleta por la Patagonia que, reconoce, fue «el motor de arranque del cicloturismo». El monociclo fue el próximo paso que se plantó como objetivo. «Requiere una constante atención sino te caes. Eso lo hace divertido y, a la vez, un gran desafío para la mente. Una mínima distracción puede generar un golpe. Más vale estar atento«, dice.

Se considera deportista. En los últimos años, nadó, practicó trekking y mountain bike. «Me gusta mover el cuerpo y explorar desde ahí», reflexiona este muchacho que, los últimos siete años, trabajó la temporada de verano en Europa donde ofreció arte circense en las peatonales. Desde malabares, circo, clown hasta música «de acordeón». Hasta ese momento, el monociclo solo estaba presente como «herramienta de trabajo». Vivió tres años en Andalucía, en Málaga, Cádiz y los últimos cuatro años, se focalizó en la ciudad alemana de Colonia, considerada «un semillero de arte callejero».

Bastián, en su monociclo, llama la atención de la gente. Foto: gentileza

Para esta travesía armar el equipaje fue todo un desafío. El objetivo fue reducir el peso todo lo posible. Por eso, apenas lleva el equipo de acampe, lo necesario para sobrevivir y por ende, sus elementos de malabares para «autogestionarse». «Hay una modalidad que se conoce como unipackaging. Adapté un componente de la bicicleta al monociclo para equipaje», advierte y agrega: «Estoy atravesando la etapa de mi vida más minimalista«.

Bastián reconoce que más allá de la travesía, le atrae saber que inspira a muchos «a cumplir sus sueños». Le gustan las miradas de la gente, las reacciones y el pedido constante de fotos con el monociclo. «Es algo que me llena de emoción y energía para seguir pedaleando. La gente te apoya y te da ánimo. Esta zona de Europa tiene mucha cultura de bicicleta; de modo que les llama la atención este monociclo rodado 29, de origen alemán, que no se ve a diario. Y les sale compartirme un café o preguntarme si necesito algo», cuenta.

El recorrido por pueblos pintorescos con molinos, campos y animales. Foto: gentileza

En Düsseldorf, Bastián notó que dos jóvenes en bicicleta lo seguían. En una parada, se acercaron a él y le confesaron que eran fanáticos de las ruedas. Lo invitaron un café y lo llevaron a conocer un mirador. En Holanda, una noche, no encontraba lugar para acampar. Una mujer detectó la situación y lo invitó a pasar a su jardín. «Me dejó bañarme, me ofreció algo de comida. Nos terminamos sacando fotos», dice.

Tiene pasaje de regreso para diciembre. Sin embargo, podría cambiar la fecha del viaje si así lo requiere. A su regreso, planea seguir estudiando acordeón, instrumento en el que incursionó hace cuatro años. «Sueño armar un micro estudio de grabación. Y puede que se concrete. Después de cada viaje, vuelvo motivado«, reconoce.

Bastián incursionó en el monociclo cuando tenía 14 años. Foto: gentileza

Bastián Lauría se propuso un desafío: cruzar Europa en monociclo. Esos 4.200 kilómetros arrancan en Países Bajos y concluyen en Estambul. Este barilochense de 27 años ya lleva recorridos 370 kilómetros y tras una parada en Colonia, al oeste de Alemania, proyecta continuar su viaje siguiendo el río Rin.

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