Opositores no encuentran ejes de acción

Recientes movilizaciones por la Justicia evidenciaron distanciamientos internos.

Binner: críticas al gobierno, pero rescata lo social y apoyò en YPF.

Las manifestaciones políticas que durante esta semana se realizaron para reclamar por una Justicia independiente y contra la corrupción, dejaron en claro las divisiones internas que existen en los principales partidos de la oposición; lo cual les dificulta, aún más, la posibilidad de encontrar entre ellos vectores comunes. Tal cuadro de situación le impide a las fuerzas antikirchneristas “aprovechar” políticamente el momento crítico que atraviesa la administración de Cristina Kirchner que –lo reconocen sus críticos– no pierde la iniciativa: pone un cerrojo sobre el dólar y le quita la concesión de los trenes a TBA, amaga por un flanco y pega por el otro. Pero ante un panorama opositor diferente, el oficialismo tendría razones de sobra para preocuparse. Incluso un informe del Departamento de Estado norteamericano acaba de enfatizar el grado de impunidad del que gozan algunos funcionarios argentinos. Sin embargo, la dirigencia no consigue unir a un conglomerado de ciudadanos como para inquietar al gobierno. “¿La gente está anestesiada o desconfía de la clase política en su conjunto?”, se preguntaba el organizador de una de las convocatorias. En la estructura liderada por Hermes Binner, el Frente Amplio Progresista (FAP), un ejemplo de intransigencia lo ofrece la diputada Victoria Donda: “Somos tan opositores al kirchnerismo como a Mauricio Macri”, afirmó el martes pasado durante un evento realizado frente al Cabildo para explicar porqué se negaron a compartir un acto con el PRO y sus aliados, que habían convocado a un abrazo simbólico al Palacio de Tribunales. Desde una visión más moderada, Margarita Stolbizer rescató la preocupación institucional de sus pares, pero interpreta que también Mauricio Macri como jefe del distrito porteño tiene cuestiones que aclarar con la Justicia “lo cual de alguna manera enturbia la fuerza del reclamo del PRO, más allá de los duros reproches que merece Oyarbide”. Stolbizer aparte tiene desde hace años una disputa en la provincia de Buenos Aires con el justicialismo disidente, que en muchos casos aparece aliado al macrismo. Hay quienes, como el diputado Claudio Lozano, han puesto la lupa en la “vetocracia” con que se maneja Macri en la Ciudad de Buenos Aires. En cambio, el propio Binner y quien fuera su candidata a vicepresidenta, Norma Morandini tienen una postura contemporizadora. Se distinguen en lo social, pero coinciden en el repudio que las otras fuerzas políticas sienten hacia la presión del gobierno nacional sobre la justicia que se manifiesta en las maniobras más desvergonzadas (desplazar a Esteban Righi como jefe de la Procuración e intentar reemplazarlo por Daniel Reposo; o sacar al juez y al fiscal de la causa Ciccone) para proteger a Amado Boudou. “No estamos frente a una dictadura como para tener que estar todos juntos, ni es un momento electoral, pero bien podríamos compartir un mismo acto”, deslizó Morandini la lluviosa tarde del 22 de mayo. Para un segmento del FAP lo que hay que evitar por todos los medios es reincurrir en el llamado “grupo A” (el conglomerado en el Congreso que emergió del conflicto del campo pro la 125 para realizar una oposición cerrada el kirchnerismo). Pero la parte más moderada enfatiza en el desprecio que hace el gobierno por las instituciones, y considera que gran parte de la sociedad en las últimas elecciones se identificó con la figura de Binner por querer preservar los avances sociales (revisando mecanismos discrecionales), en un marco ético. Objetivos y barreras En el FAP interpretan que la visualización del PRO como la verdadera oposición al kirchnerismo es una “operación” fomentada por el propio gobierno. Entienden que en el conjunto persiste un rechazo a muchas de las políticas de los 90, así como una tendencia a la aceptación de un fuerte rol del Estado. De ese modo justifican su cercanía con iniciativas del gobierno como la nacionalización de YPF o la ley de medios. Confían en que en las futuras elecciones la gente se va a volcar hacia un centro-izquierda repudiando al kirchnerismo. Por el contrario, cerca de Macri están convencidos que el modelo económico como nunca presenta signos de agotamiento y creen que la salida no se dará por izquierda, o desde el progresismo, sino por un cuestionamiento a la ejecución disparatada de los subsidios y al clientelismo (lo resumen con el término populismo o chavismo) del gobierno. Haber sido el bloque de PRO el único que votó de forma homogénea contra la nacionalización de YPF, más los cortocircuitos con la Casa Rosada por temas como los subtes o el manejo de los residuos, -destacan- los ha puesto en la vidriera de la sociedad como la contracara. Macri ya ha bajado a sus compañeros de ruta el discurso de que hay que estar preparados para enfrentar a un oficialismo que recurrirá a todas las herramientas –“legítimas e ilegítimas”– para perseguir a la oposición. Incluye en este rubro al caso de las “escuchas” en el cual tuvo un protagonismo central un agente de la SIDE que responde a un gobierno acusado (es vox populi) de tener los teléfonos pinchados hasta de los choferes de los legisladores. Las últimas semanas ha reaparecido públicamente Gabriela Michetti quien junto a Federico Pinedo son contrarios a una “crítica automática”, sino que resaltan la necesidad de apoyar políticas de Estado. Ambos coinciden en acelerar el armado nacional del PRO y en la inutilidad de retomar aquel “grupo A”. Pero un ala del partido ha perdido la paciencia. Reclaman –es el caso del diputado Julián Obiglio– que el macrismo debe dejar de “victimizarse” y tomar la ofensiva. Ese mensaje fue recibido por el propio Macri quien le exigió a los suyos armar una “agenda propia” de temas. Patricia Bullrich cada vez más cerca del PRO, es una de las dirigentes más duras. El radicalismo atraviesa un momento patético en cuanto a su relación con la sociedad. Divididos hasta en su concepción ideológica, hay quienes como Ricardo Gil Lavedra se sienten cerca del FAP, mientras el conglomerado cuya figura visible es Oscar Aguad se siente más afín a la concepción macrista. Michetti se entusiasma por su buena relación con una franja de radicales de amplitud de criterio como Ernesto Sánz. A diferencia del FAP que gobierna en Santa Fe, o Macri que lo hace en la Capital Federal; la UCR se ha quedado sin provincias a su cargo (Ricardo Colombi para los observadores es casi un gobernador K). Dispone de numerosas intendencias, pero muy condicionadas por los fondos. En la disputa por la conducción del radicalismo bonaerense, el sector encabezado por Mario Meoni (intendente de Junín) –que supuestamente venía con aires de renovación– se alió con Leopoldo Moreau y Federico Storani. Un hombre del partido fundado por Alem reflexionaba agriamente por estas horas tomándose la cabeza en su despacho parlamentario. “Hasta estamos fracasando en el rol que siempre se nos ponderó, el de ser buenos opositores”.

Stolbizer: críticas a la justicia K, pero también a Macri.

Claudio Rabinovitch crabinovitch@rionegro.com.ar


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