Mensajero de la imagen
Se especializa en crear y transmitir contenidos a través del diseño, las formas y los colores.
Verborrágico, con una energía puesta en sus proyectos y en la iniciativa constante y renovadora. El trabajo del diseño “es así: tenés que empujar, meterle el pecho y tratar de hacerlo con armonía y equilibrio”. Damián Muñoz es licenciado en Diseño en Comunicación Visual hace 10 años y abrió una empresa con Nicolás Ortega, un compañero de la carrera, cursada en la Facultad de Bellas Artes de La Plata. El departamento es pequeño, aunque los espacios están bien aprovechados. Los colores y los trabajos de OM, la empresa, están distribuidos por todo el espacio. Se respira diseño y creatividad. En Neuquén capital hay muchos diseñadores, el problema es que no logran darse a conocer. Algunos empresarios, creyendo que no hay, contratan a personas de Buenos Aires, Mendoza y otras ciudades. “Por suerte nosotros tenemos piezas gráficas que han salido a la vista de todos, y es un beneficio” asegura Damián. Todos los días el gran desafío es explicar en qué consiste “el diseño, la publicidad, la comunicación”. Para Damián esto se debe a que “hablamos de una profesión dentro de todo nueva, aunque yo estoy hace diez años en esto y llevamos casi 6 con OM”. A la hora de explicar su profesión el diseñador señala que “desarrollamos un proceso que tiene que llevar a una comunicación a través de un mensaje. Es lo que nos diferencia del diseño gráfico, hacemos algo lindo y además con el agregado de decir algo a través de un concepto, una imagen original, siempre que se pueda. En eso trabajamos todos los días”. En general un trabajo les lleva tres meses. El proyecto para una bodega “lo empezamos de cero, desde la marca del vino hasta la etiqueta pero sin haberlo probado”. Damián cuenta que “al cliente lo volvía loco, ¿cuándo me vas a traer el vino? Él me tiró conceptos del vino con los que me basé para hacer la etiqueta. Un día me dejó los dos vinos con una etiqueta blanca y la otra oscura, porque era un vino poderoso. Cuando los probé era tal cual. El hombre estaba satisfecho, nunca entendí por qué no me hizo probar antes el vino, porque a mí me encanta”. Se ríe, divertido, imparable, y ceba un mate. La rutina no lo espanta. “Todos los días encontrás una historia nueva y todos los días estás educando a los clientes”. Esa educación también la brindó en un instituto, durante 5 años. “Tenía la materia de diseño de primer año. Y que uno pueda ver lo que hicieron tus estudiantes en base a lo que vos enseñaste, no tiene precio”.
Damián Muñoz, 32 años. En “matrimonio visual” con Nicolás Ortega. El 17 de este mes “OM visual brands” cumple seis años.
Yamil Regules
Verborrágico, con una energía puesta en sus proyectos y en la iniciativa constante y renovadora. El trabajo del diseño “es así: tenés que empujar, meterle el pecho y tratar de hacerlo con armonía y equilibrio”. Damián Muñoz es licenciado en Diseño en Comunicación Visual hace 10 años y abrió una empresa con Nicolás Ortega, un compañero de la carrera, cursada en la Facultad de Bellas Artes de La Plata. El departamento es pequeño, aunque los espacios están bien aprovechados. Los colores y los trabajos de OM, la empresa, están distribuidos por todo el espacio. Se respira diseño y creatividad. En Neuquén capital hay muchos diseñadores, el problema es que no logran darse a conocer. Algunos empresarios, creyendo que no hay, contratan a personas de Buenos Aires, Mendoza y otras ciudades. “Por suerte nosotros tenemos piezas gráficas que han salido a la vista de todos, y es un beneficio” asegura Damián. Todos los días el gran desafío es explicar en qué consiste “el diseño, la publicidad, la comunicación”. Para Damián esto se debe a que “hablamos de una profesión dentro de todo nueva, aunque yo estoy hace diez años en esto y llevamos casi 6 con OM”. A la hora de explicar su profesión el diseñador señala que “desarrollamos un proceso que tiene que llevar a una comunicación a través de un mensaje. Es lo que nos diferencia del diseño gráfico, hacemos algo lindo y además con el agregado de decir algo a través de un concepto, una imagen original, siempre que se pueda. En eso trabajamos todos los días”. En general un trabajo les lleva tres meses. El proyecto para una bodega “lo empezamos de cero, desde la marca del vino hasta la etiqueta pero sin haberlo probado”. Damián cuenta que “al cliente lo volvía loco, ¿cuándo me vas a traer el vino? Él me tiró conceptos del vino con los que me basé para hacer la etiqueta. Un día me dejó los dos vinos con una etiqueta blanca y la otra oscura, porque era un vino poderoso. Cuando los probé era tal cual. El hombre estaba satisfecho, nunca entendí por qué no me hizo probar antes el vino, porque a mí me encanta”. Se ríe, divertido, imparable, y ceba un mate. La rutina no lo espanta. “Todos los días encontrás una historia nueva y todos los días estás educando a los clientes”. Esa educación también la brindó en un instituto, durante 5 años. “Tenía la materia de diseño de primer año. Y que uno pueda ver lo que hicieron tus estudiantes en base a lo que vos enseñaste, no tiene precio”.
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