Filosofía “sabelliana”

Los cambios que produjo Pachorra para hacer que su ciclo sea exitoso camino al Mundial.

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En algo así como dos años, la transformación del seleccionado argentino fue interesante y productiva. Por eso se produjo la clasificación dos fechas antes del cierre de las Eliminatorias y por eso la opinión pública hoy vuelve a tener esperanza de que Lionel Messi puede emular en Brasil, nada menos que en Brasil, a aquel Diego Maradona del estadio Azteca. Alejandro Sabella y su cuerpo técnico son artífices de un trabajo coherente, ordenado y exitoso hasta aquí. Como ocurrió en los ciclos de Marcelo Bielsa y José Pekerman, el seleccionado argentino no sufrió en las Eliminatorias y llegó al Mundial con holgura, casi con suficiencia. En 14 fechas (quedó libre en la sexta y la 15ª) ganó casi el 70% de los puntos, encontró el equipo e identidad. Si bien existe una marcada preocupación en cuanto al funcionamiento defensivo, está claro que la idea de Pachorra es armar un equipo que primero se preocupe por el arco propio y luego por el ajeno. Quedó en desudo aquella idea de “defender la nuestra”, que hizo propia Maradona, o de intentar copiar al Barcelona, bandera que levantaba Sergio Batista. Hay una marca distintiva y un crecimiento sustancial en cuanto a la tenencia del balón. Argentina sabe a lo que juega pero no siempre juega de la misma forma. Propone y busca defenderse con la tenencia, pero se siente más cómoda cuando contragolpea mediante la vertiginosidad de Di María, Messi, Agüero, Pipita Higuaín y Cía. Sabella tuvo que escuchar el clamor popular y poner en cancha a los “cuatro fantásticos” aún sabiendo que habría descompensaciones de mitad de cancha hacia atrás. Se lo pidió la gente y se lo reclamó Messi, su ancho de espada y de basto. Le dio resultado, al punto que el seleccionado es el más goleador de las Eliminatorias, con 30 goles, y 27 de ellos los marcó ese magnífico cuadrado de futbolistas. Pero Sabella repitió muchas veces: cuando encuentra el plantel no es propenso a cambiar de nombres, pero sí es versátil si entiende que hay que modificar el sistema táctico. Lo dijo por primera vez el 6 de octubre de 2011, 24 horas antes del 4-1 a Chile, su primer partido como DT en las Eliminatorias: “Con respeto por la pelota se puede jugar con cualquier esquema táctico”, dijo, y ofreció una frase que marca su filosofía de vida: “Hay que pensar más en las cosas que nos unen y no tanto en las que no. Ser mejor persona. Eso forma una fuerza monolítica”. Es lo que hizo y consiguió. Relegó los personalismos, buscó el bien común, trabajó y no se dejó manejar. Utilizó el clásico 4-4-2 con el que venció a Chile y empató de local frente a Bolivia. En el medio visitó Caracas con un 5-3-2 que no le funcionó y terminó sufriendo una caída histórica. Llegó el 15 de noviembre de 2011 y el partido en Barranquilla, la noche de la transformación: perdía 1-0 Argentina y en el complemento Messi la rompió, el Kun Agüero saltó del banco para ser determinante y la historia dio un vuelco. Esa noche sufrió una grave lesión Nicolás Burdisso y no volvió a jugar. Entonces, Sabella se la jugó con la dupla Garay-Fede Fernández. Messi clavó un triplete en un amistoso ante Suiza y Pachorra mantuvo el 4-3-3 durante un rotundo 4-0 ante Ecuador, con un gol de cada uno de los fantásticos. A esa altura, el DT había conseguido lo que ninguno de sus antecesores: hacer de Messi ese demonio imparable del Barcelona. Con diplomacia, La Pulga, líder indiscutido adentro y afuera de la cancha, pedía a Agüero en la cancha. Reclamaba ese 4-3-3 que tanto disfruta. Pero Sabella dio otra mensaje. Un mensaje que puede decir mucho de cara a Brasil 2014: en los amistosos contra Brasil (4-3, con otros tres de Messi) y Alemania (3-1) paró un 4-4-2, con José Sosa en lugar de Agüero. Claro, el Kun, un crack como pocos, entró siempre y fue determinante. Hay diferentes confirmaciones: variarán pocos nombres en los próximos nueve meses hasta dar la lista definitiva, la bandera futbolística es y será Messi, y, quizá una de las más importantes, la buena noticia es que Sabella es el DT. ¿Por qué? Porque no depositará la suerte del seleccionado nacional en el inmenso poder ofensivo con el que cuenta. Probará, seguirá ensayando en las variantes tácticas y defensivas que lo hagan descansar de noche. Hasta hoy, fueron 93 los jugadores que convocó durante su ciclo, con la particularidad que más de la mitad (47) fueron para los dos Superclásico de las América. Es decir, probó mucho pero a la vez le dio continuidad y confianza a los jugadores en los que cree. La prueba fehaciente es la dupla de marcadores centrales. ¿Cuántos casilleros quedan en la nómina final del Mundial? Da la sensación que pocos, muy pocos (ver página 36) El poderío ofensivo podría engañar a muchos. Seduce la idea del golpe por golpe. Como los elogios, las ironías también están a la orden del día porque la defensa, si bien también suena a confirmada con Zabaleta-Garay-Fernández-Rojo, no dio siempre garantías de seguridad. Y la falta de solidez es sinónimo de eliminación en un Mundial. Cómo olvidar el doloroso 0-4 que sufrió el seleccionado de Maradona a manos de una Alemania que aprovechó todas y cada una de las ventajas concedidas. Pero la diferencia con Sabella es simple y contundente: Pachorra no come vidrio ni se deja engañar por la belleza que entregan los de arriba. Sabe que debe mejorar, y mucho, su equipo de mitad de cancha hacia atrás. No es cuestión de nombres, sí de funcionamiento. Si hay algo que aprendió en la escuela donde mamó el fútbol es a no sonrojarse a la hora de elegir el fútbol práctico por sobre el lirismo. (Sebastián Busader)


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