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Asombró al mundo y dejó casi liquidada la serie.
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AP
Volvió el de “la mirada asesina” y destruyó al Getafe, a aquel equipo al que le convirtió, hace siete años, un gol maradoniano. Lionel Messi saltó a la cancha después de 59 días de inactividad, jugó 30 minutos y convirtió nada menos que dos goles en menos de 4’, en el 4-0 con el que Barcelona quedó a un paso de clasificar a los cuartos de final de la Copa del Rey. El mundo estaba esperando la vuelta del mejor de todos y el mejor de todos regresó con todo, justo a cinco días de la elección del Balón de Oro.
Los números de Messi en la media hora de juego son impresionantes: 37 toques de balón, 19 pases a destino (95% acierto), 4 tiros al arco y dos goles. Además, anoche batió otro récord: llegó a los 26 tantos en la Copa del Rey, algo que no había conseguido ningún jugador del equipo catalán en los últimos 45 años. El doblete anterior del conjunto que dirige técnicamente Gerardo Martino lo marcó Cesc Fábregas, otro jugador de fábula.
El primer grito del argentino se produjo a los 89’, cuando quedó una pelota boyando en el área de Getafe y la tocó con maestría a la red. El segundo fue una joyita: Song trasladó en una contra, la abrió para Lionel, que se lanzó en una larga carrera por el sector derecho, encaró a toda la defensa rival y la clavó arriba. Es decir, demostró que está plenamente recuperado del desgarro y el Cholo Simeone tiene argumentos para preocuparse, ya que el sábado su Atlético de Madrid deberá dirimir con el Barcelona la punta de la liga.
Messi comenzó en el banco igual que Xavi (Neymar fue baja de último momento), y no tuvieron que preocuparse demasiado porque sus compañeros comenzaron temprano a definir la historia. A los 8’ Cesc puso de cabeza el 1-0 y explotó el Camp Nou. El segundo tanto también lo hizo Fábregas, pero a los 63’ y de penal. Justo en ese momento entró el más esperado de la noche. Messi sentenció el partido de ida y al parecer también la serie ante un Getafe que lo sufre. El que seguramente debe haber visto el partido con una gran sonrisa es Alejandro Sabella.
La postal acostumbrada del mejor del mundo. Después de casi dos meses de ausencia, la Pulga regresó intacto.
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