Cruce del Magallanes: domadores de los dos océanos

Tres nadadores regionales cruzaron el estrecho en el extremo sur.

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La delegación completa, junto al capitán de la Marina chilena, que acompañó el cruce desde tierra y desde el agua.

Hubo un instante en que Sergio dudó. Dudó si podría lograrlo. Sumergido en las aguas heladas del estrecho de Magallanes, tironeado por dos océanos, Sergio dudó, pero fue apenas un instante. Se dijo a sí mismo que sí, que iba a lograr y siguió nadando sin saber cuánto tiempo más iba a estar en el agua. “Cuando me di cuenta que la corriente me había dado vuelta empecé a pensar si realmente lo íbamos a poder hacer. No pensé en que podía morirme, pero sí si lo lograríamos. El problema es estar en el medio del mar y no saber si vas a llegar. En un momento se me cruzó ‘y si no lo hacemos?’. Pero fue ese instante, me acomodé y seguimos nadando”, cuenta. Sergio Pauletto no estaba sólo esa mañana del 28 de enero de 2015, en las aguas del estrecho que separa el continente de la isla Grande de Tierra del Fuego. Otras cuatro nadadores formaban parte de la travesía: los neuquinos Marcelo Nazra (42 años) y Cristina Ganem (48), la santacruceña Alejandra Broglia (47) y el canadiense de origen indio Madhusadan Nagaraja (43). ”La marea sube y baja entre 10 y 11 metros. Cada 6 horas, viene la estoa. Pero es un lugar muy especial el estrecho de Magallanes en el punto en que nosotros lo intentamos cruzar. Es el punto más estrecho del estrecho: 5 kilómetros de ancho. El tema es que el mismo volumen que pasa por la parte más ancha tiene que pasar por la más angosta y lo que se producen son fuertes olas, que se perciben recién en el medio del estrecho. ”Nosotros parábamos en Punta Arenas (Chile), estábamos a 207 kilómetros de Punta Delgada, lugar donde nos metíamos al agua. Al otro día (miércoles 28) volvimos. Llegamos a las 7.30 y a las 8 el capitán nos autorizó al cruce. ”En el agua no te ves con tus compañeros, no ves nada. Las olas no te dejan. No ves la costa tampoco, estás en el medio del agua sin ninguna referencia. Yo iba junto con Alejandra, más atrás venían Marcelo, Cristina y Madhusadan. Yo le decía a Alejandra ‘quedate tranquila que mientras tenga el sol a la izquierda vamos derecho. Al ratito que le digo eso, me di cuenta que tenía el sol a la derecha. Las corrientes nos había dado vuelta. La primera vez que se cruzó el Estrecho de Magallanes a nado fue en 1976. La hazaña la realizó la nadadora estadounidense Lynne Cox. La travesía es organizada desde 2007 por un matrimonio chileno, Claudia Molkembuhr Sapunar, Licenciada en Educación, Profesora de Educación Física, y Chilena y Roberto Ampuero Velasquez, entrenador de Natación. “El estrecho de Magallanes es un lugar único por las fuertes corrientes que la atraviesan y que viene de los dos lados, del Atlántico y del Pacífico.. Es trayecto corto, pero nadamos el doble porque las corrientes te mueven, te corren, te dan vuelta. Las corrientes hacen lo que quieren con nosotros. Nadamos más de 10 kilómetros y la distancia lineal era de 5 kilómetros. Cristina nadó mas de 14. Salimos un kilómetro para el lado del Atlántico, nos corrió la corriente. ”Nosotros pensábamos hacerlo en una hora y 20. Tardamos 1 hora 45. Más que nadar de lo que se trata es de que la cabeza no te traicione. Cómo reaccionás ante circunstancias difíciles es la cuestión. Marcelo, Alejandra y yo llegamos juntos aunque no nos veíamos en el agua. ”Al principio no nos dábamos cuenta de las corrientes. Pero entrás en el agua y las corrientes te empiezan a correr. A 1o metros de la costa ya te mueven. Todos son expertos en aguas abiertas. Sergio Pauletto encabezó dos veces la travesía de 20 km. entre Puerto SAE y Las Grutas, participó de distintas competencias nacionales e internacionales. Y Cristina Ganem cruzó el estrecho de Gibraltar (18 Km.) . “Las olas rompen muy alto, casi a los dos metros y eso no te deja nadar, no le encontrás el ritmo al movimiento del mar y las brazadas son más exageradas. El canadiense no pudo cruzar. A la media hora lo sacaron supuestamente por hipotermia. Para mi la corriente y las olas lo hicieron desistir. ”Las toninas nos acompañaron casi todo el cruce, yo no las veía pero mi compañera, que iba unos metros detrás, sí. En ningún momento no molestaron. Sabíamos que podían golpearnos, pero no nos pasó. El último kilómetro fue muy difícil. El agua tiene grandes bancos de algas que nos cargan las espaldas. Como sea, lo logramos. Al llegar al otro lado me sentí increíble. ¿Y ahora? Las Malvinas”. Continuará.

juan mocciaro jmocciaro@rionegro.com.ar


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