Con barro construyeron su peluquería en Allen

Martín Carbonell y Tatiana Kolos invirtieron un año en el proyecto. Dicen que en el proceso recuperaron algo de la infancia.

RIO NEGRO

Martín y Tatiana metieron las manos en el barro y entendieron que la vida les ofrecía otro camino para transitarlo en familia. Volvieron un poco a la simpleza de la infancia, moldeando el barro y ensuciándose la ropa, y compartieron la experiencia de construir una peluquería junto a sus hijos.

Los clientes que ingresan a la peluquería de barro Orange, de Martín Carbonell y Tatiana Kolos, observan con asombro las paredes y más de uno no resiste la tentación de tocarlas para sentir la textura del barro pintado con una preparación a base de ferrites. También en una de las paredes el relieve de un árbol con botellas incrustadas en la construcción, deja filtrar la luz del sol y genera un impacto visual que atrae.

Para aprender a construir con barro la pareja resignó uno de los pocos días de descanso que tienen los peluqueros y juntos tomaron un curso en Plottier durante un año. Fue una experiencia que -aseguran- los llevó a cuestionarse lo establecido y a empezar a mirar la vida de otra manera. «Soy peluquero desde hace 20 años, llevaba 20 años trabajando adentro de un salón y durante todo ese tiempo nunca más había pisado un poco de barro. Empezamos a tener contacto con la naturaleza. Cuando sos grande perdés lo que te divertía de niño: estar al aire libre, cagarte de frío, volver todo embarrado a casa e integrarte con otros. Fuimos a aprender barro y nos cambió el concepto de la vida», confesó Martín al explicar el proceso que atravesaron en familia.

El salón de la peluquería tiene aproximadamente 40 metros cuadrados y está construido con barro, materiales que recogieron de las bardas, donde la gente arroja basura, madera y cañas. Una estructura de postes sostiene el techo. Un albañil sólo intervino en la construcción de la carpeta para poder pegar lo pisos. Según los cálculos de la pareja, la construcción de la peluquería les demandó un total de 50.000 pesos que los gastaron en comprar algunos materiales que no se consiguen en el basural, como los postes, las chapas ecológicas del techo o la puerta de ingreso de hierro.

La construcción natural la realizaron en familia y con algunos amigos que se sumaron para colaborar con el proyecto y -en algunos casos- aprender las técnicas. El proceso de construcción duró menos de un año, trabajando sólo los domingos por la tarde, y tuvieron parada la obra en invierno por el temporal de lluvia y el mal clima del 2014.

«El barro te rompe el esquema de lo que te enseñaron toda la vida, de que para construir tenés que ir y comprar todos los materiales. Acá teníamos pedazos de ladrillos para meter entre las paredes, una rueda de bicicleta, botellas de plástico o vidrio y las metíamos. (…) Quería mostrarle esto a la gente y avivar a más de uno. Para construir mi casa trabajé como perro, me costó mucho dinero y dos hernias de disco. Hay muchos que están pensando «ojalá me salga el Procrear» para que les dé 500 lucas y aunque sea construirse un comedor, un baño y una habitación… 500 lucas que vas a devolver durante toda tu vida. Esto es otro estilo de edificación más simple, que además nos llevó a otro estilo de vida, por ejemplo el de hacer nuestra propia huerta para saber lo que estás comiendo, no contaminar el medio ambiente y generar conciencia», contó Martín.


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