A mitad de camino

Respingos en San Martín. Y no por el frío. Los primeros datos sobre ocupación y pernoctes en el inicio de la temporada alta del invierno, están por debajo de las expectativas y de los registros de 2004, para las mismas fechas.

Se escuchan explicaciones conocidas: que el aeropuerto crea incertidumbre por las derivaciones bajo mínimos de visibilidad (habrá que dar chances al puente terrestre y a «Patagonia Express»); que el aéreo es más caro a San Martín que a Ushuaia; que las rutas son un desastre; que hay pujas políticas que afectan al destino; que faltan inversiones en Chapelco…

Puede haber verdad en esas observaciones. Pero en su mayoría reparten culpas en asuntos que están fuera del alcance de los sanmartinenses. Vale como ejercicio expiador, pero no es suficiente…

Cerro Chapelco soporta no más de 5.000 personas por día, pero en la ciudad hay cuando menos 9.000 plazas si se cuentan las registradas en el municipio y las que van por el circuito inmobiliario o entre particulares. Esa relación muestra que aun con una muy buena temporada en la montaña, habrá camas sin calentar.

El grueso de la mano de obra ligada a los alojamientos turísticos se concentra en la hotelería. De allí su efecto dinamizador. Pero aquí siguen proliferando las cabañas, que exhiben mayor ocupación. Si la tendencia no se detiene, habrá hoteleros con porvenir de quebranto y empleados con destino incierto.

La proliferación de cabañas está ligada a otros dos negocios: el inmobiliario y la construcción. Frenar las cabañas afectaría a dos rubros que mueven dinero y también dan trabajo. No es una ecuación sencilla de resolver.

Y todo sin siquiera prestarle atención a lo que realmente importa: qué es lo que el turista quiere. O lo que es mejor: ¿Qué perfil de demanda se busca y cómo hacer para inducirlo desde la oferta?

Daría la impresión de que San Martín está en mitad de un camino que ni siquiera ha terminado de trazar en el mapa. Para un gran público, este destino es caro.

Una semana de esquí con aéreo y alojamiento para familia tipo implica varios miles de pesos, que no están al alcance de cualquiera.

El precio de un producto es expresión en moneda del valor que se le ha asignado por la utilidad que presta y el esfuerzo de su confección, condicionado por la oferta y la demanda y atravesado por la calidad.

Pero la calidad es el foco, porque determina la percepción sobre si algo es caro o barato. Cuando se está más allá del precio, hay excelencia.

Para un segmento de alto nivel (cinco estrellas en todo), San Martín no termina de reunir las condiciones deseadas, aun cuando sus servicios, en general, están por encima de la media. Tampoco alcanza con una naturaleza pródiga y en paz. Es condición necesaria pero no suficiente.

 

Descuidos

El turismo moderno es de productos. Cuanto más variados y «aggiornados», mejor. Pero los productos que están y los que podrían crearse (ya hay ideas para abrir Parques al invierno) han de venderse antes en un mostrador.

Allí talla el operador, que media entre cliente y destino. Desde hace años se viene descuidando el turismo por operadores aquí, vaya uno a saber por qué.

Conviene pensar si no es tiempo de un paso concurrente entre privados y estado para incentivar a los operadores, más allá de la típica folletería y el «road show». Para hablar clarito: acuerdos sobre márgenes y mutuos beneficios.Tal vez se impone definir más y mejores productos, tanto como asegurar al mejor vendedor. Siempre es bueno llegar a alguna parte antes que quedar a mitad de camino.

Fernando Bravo

rionegro@smandes.com.ar


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