«A Shakespeare le hubieran gustado las telenovelas»
– ¿Hay algo más emocionante que un culebrón?
– La vida misma, parir un hijo, un nuevo amante…
– ¿Qué es un actor de telenovelas?
– Un psicópata que vive un tercio de su día con otro nombre y otra historia, el otro tercio luchando por alcanzar sus quince minutos de fama y las otras ocho horas olvidando la locura en la que está metido.
– Usted, guionista de telenovelas, ¿escribiría una novela de amor?
– No, escribiría una novela de vida.
– ¿Los guionistas de los culebrones leen a Shakespeare o a Corín Tellado ?
– Ambas cosas… y estamos obligados a hacerlo.
– ¿Es lo mismo decir «telenovela» que «culebrón»?
– «Culebrón» es el peyorativo venezolano de «telenovela». Fuimos los primeros en llamarlas así y definitivamente son sinónimos.
– ¿En qué lugar de la telenovela debe ir «el momento» del sexo?
– Exactamente antes de separar por el resto de la novela a los protagonistas.
– ¿Cuándo es el «mejor momento» para un asesinato en un culebrón?
– Cuando un personaje te estorba o cuando un actor estorba a la producción, pero especialmente cuando alguno de los protagonistas tiene que sufrir una injusticia.
– ¿Me dirá cuáles son los clásicos de las telenovelas a través de la historia?
– Podemos hablar de dos mitos eternamente usados: «La cenicienta» y «El conde de Montecristo».
– Insisto en Shakespeare… ¿le habrían gustado las telenovelas al creador de «Hamlet» y «El mercader de Venecia»?
– Estoy segura de que sí. Y hubiera sido el mejor del género, porque nadie manejó las pasiones humanas como él.
– ¿Qué diferencia a una novela mexicana, de una venezolana, de una latina hecha en Miami?
– Los mexicanos, salvo contadas excepciones, se van por el melodrama clásico. Los venezolanos solemos ser desenfadados, cotidianos y muy desorganizados contando las historias. Las miameras están en la búsqueda de su propia personalidad, y sus elencos son siempre unas torres de Babel.
– ¿Fue José Luis Rodríguez actor de telenovelas?
– Fue un gran galán de telenovelas, que es distinto.
– ¿Para cuándo una novela de amor del universo gay?
– Para cuando el universo gay latinoamericano salga del closet y tenga una representación clara y sólida como grupo económico…
– ¿Qué es un beso en una novela?
– Un punto de partida en la trama.
– ¿Qué es un disparo?
– Un punto de llegada.
– ¿Qué es el paroxismo en la telenovela, donde casi todo parece paroxístico?
– Es el momento en el que el escritor terminó de volverse loco entre el rating y los ejecutivos y está a punto de mandar todo a la mierda.
– ¿Disfruta usted de la ópera?
– Mucho. «Carmen» es mi paradigma de las malas. Bella, sexy, independiente y sin escrúpulos.
– ¿Cuál es la ley máxima de un culebrón?
– Tengo una máxima, aprendida de mis propios errores: nunca, nunca, nunca pongas a la protagonista a hacer el amor con otro hombre después de que hizo el amor con el pro
tagonista, porque él es el mejor amante y el mejor dotado.
– ¿Escribiendo «Anita no te rajes» sintió que estaba construyendo un relato desopilante?
– Total y absolutamente. Muchas veces, viendo a Anita me daba la impresión de haberla escrito en un estado absolutamente alterado.
– ¿Si una novela se transformara en séptimo arte perdería su naturaleza o nos terminaría fascinando la idea?
– ¡No! Una telenovela no está pensada para cine, tiene otro ritmo narrativo. Si la trama se resume en una hora y media nos queda una historia digna del más enloquecido expresionismo. A menos que nuestra intención sea burlarnos del género.
– Veo novelas y concluyo: ¡Qué maravillosamente provocativos son los malos! ¿Coincide?
– Totalmente. Los malos son la sombra del escritor.
– ¿Qué son las caderas de una estrella de telenovelas?
– Depende. Si es la mala, es una invitación al sexo; si es la protagonista, no tiene, o no se le nota.
– ¿Qué son sus ojos?
– El metalenguaje de malos y buenos.
– ¿Usa lápiz labial para escribir sus guiones?
– Sólo cuando voy a escribir las escenas sexies…
– ¿Llegará la telenovela a los celulares en microcapítulos?
– No me extrañaría que resumieran los finales, para ser transmitidos por ese medio, si la novela es un megaéxito.
– ¿El mundo del fútbol le sugiere una telenovela?
– Claro que sí; es más: en una de mis telenovelas, una de las parejas protagónicas hace el amor por primera vez en un campo de fútbol vacío, y en el capítulo final se reconcilia repitiendo la hazaña.
– ¿Por qué a las telenovelas las llamamos así?
– En una convención que nos dejaron los cubanos.
– ¿Qué personaje le gustaría interpretar en una novela?
– El de escritora.
– ¿Qué es el sueño americano?
– Sólo eso: un sueño laaaaaaaaaargo y falso que a veces termina en pesadilla.
– ¿Quién sabe más de telenovelas: usted, Mario Vargas Llosa o un ejecutivo del rubro?
– Los tres… y ninguno.
– ¿Cuál es el mayor pecado de una telenovela?
– Aburrir.
– ¿Es una obra de arte una telenovela?
– ¡No! Pero a veces, milagrosamente, por escasos minutos se consiguen destellos de arte.
– ¿Qué es una novela escrita por venezolanos, interpretada por mexicanos afincados en Miami pero vendida y traducida al… ruso?
– El futuro de las telenovelas.
– ¿Apuesta por las novelas, les tiene fe o ya sabe cuándo van a ser un éxito o un fracaso?
– Tengo una fe ciega y una testarudez de burro.
– ¿Sabrá alguna vez de vinos un galán?
– No lo sé, pero por lo general les gusta beber.
– ¿Y de literatura?
– Algunos como Jorge Enrique Abello son bastante cultos.
– ¿Y de cine?
– Me remito a Abello y a Daniel Lugo.
– Siempre me han llamado la atención y gustado los nombres de galán… ¡Rogelio Armando! (dicho así con pasión) ¿Me sugiere otros nombres por el estilo?
– Luis Eduardo, Felipe Gustavo, Luis Felipe, Ramón Higinio… (son los nombres de los varones de mi familia) ¿Te das cuenta de por qué escribo telenovelas? ¡El romanticismo me viene por los genes!
– ¿Imagina aquí un futuro para los culebrones?
– No, pero el cielo es el límite.
– Dentro de 100 o quizá 200 años un erudito de la literatura o el cine estudiará los culebrones. ¿Qué supone que dirá?
– Creo que más bien serán dignos del estudio de un antropólogo o de un historiador, como una forma importantísima de comunicación. Los eruditos seguirán despreciándolos sin siquiera haberse acercado a ellos.
– ¿Si los amantes no se casan no hay telenovela?
– Digamos que si no quedan juntos no hay telenovelas, pero he visto telenovelas en las que ambos protas mueren juntos o en la que alguno de los dos muere… ¡la depresión no se me quitó en semanas!
– Usted, mujer, creadora, ¿cuál es la primera palabra que escribe cuando va a empezar una telenovela?
– Escena 1. Página 1.
– Llego a mi casa y cuando no tengo una telenovela de la tarde que seguir, pues, no sé, me agarra como un vacío existencial. ¿Tiene cura mi enfermedad?
– ¡No, gracias a Dios! Para nosotros, los de la industria, ojalá tu enfermedad fuera más contagiosa.
– ¿Qué sería del mundo sin las telenovelas?
– Un lugar rutinario y sin ensoñaciones, atenido a una realidad aplastante y chata, tan sin gracia como un reloj sin minutero.
Claudio Andrade
candrade@rionegro.com.ar
La pasión según Valentina
«¡Anita, no te rajes!», «Trapos íntimos», «Viva la Pepa», «Carita pintada», «Niña mimada», «Dulce enemiga», «María Celeste», «Por amarte tanto» , «Bellísima» y «Mundo de fieras» son los nombres que anteceden a tormentosas pasiones, cada una de ellas escrita por la misma y talentosa mujer: Valentina Párraga. Su último éxito fue la recientemente concluida en la Argentina «Anita no te rajes», una historia que marcará a fuego el género de las telenovelas.
Valentina Párraga es dueña de un verbo inteligente, sugestivo y preclaro. Sabe para dónde van las emociones que cada tarde muchos nos devoramos frente al televisor. A través del tiempo ha conseguido mantener intacta la magia del género en el que galanes y divas se retuercen del dolor y las ganas. En el medio, por Dios, cuántos nos entretenemos con sus laberintos borgeanos.
Este, señoras y señores, es el maravilloso universo de la telenovela contemporánea, donde todo ocurre y todo se muestra sin eufemismos. Será por eso que gustan tanto, porque aunque hay personajes hipócritas en los guiones, en el fondo lo que sucede allí retrata a la humanidad desnuda, tal cual es: una raza de entusiastas pecadores.
En la intrincada geografía del deseo y la perdición, Valentina Párraga es la conciencia que impulsa hacia el horizonte a Eva, Adán y María Magdalena juntos. (CA)
- ¿Hay algo más emocionante que un culebrón?
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