Alpargatas con sello regional

Quizás nunca imaginó que buena parte de su vida iba a estar dedicada a fabricar alpargatas, pero así fue. Darío Jara es un joven emprendedor de 29 años, oriundo de Luis Beltrán, quien desde hace diez años trabaja y dirige la prometedora fábrica de alpargatas Choique.

El taller funciona en un lugar adaptado para tal fin en la Residencia Estudiantil de Varones, en pleno centro beltranense, y es un proyecto que demuestra que cuando se quiere, se puede.

“Empecé hace casi diez años cuando me propusieron poner en marcha un taller para diseñar y fabricar alpargatas, y no dudé”, dijo Darío. “Primero me resultó extraño pero enseguida me convencí de que era la posibilidad para desarrollarme laboralmente”, aclaró el emprendedor.

Ya con asesoramiento externo comenzó a tramitar créditos y gestionar los elementos y herramientas que le permitieran funcionar adecuadamente.

“Estoy dentro de la residencia con el taller y aquí me siento cómodo, la contraprestación es que los alumnos que están en el hogar participen en la confección y armado de los calzados, aprendiendo el oficio”.

En la actualidad, un joven fue incorporado para trabajar. “La idea es poder tomar dos o tres personas más, aunque en este momento es muy difícil, esa posibilidad podría concretarse cuando el mercado se agrande”.

Los modelos confeccionados son originales y los diseña Darío de acuerdo a las sugerencias de los clientes o a las estaciones del año. “Mantengo la línea tradicional con suela de goma eva pero varío los colores y las telas”, indicó.

Actualmente el mercado abarca desde Chimpay hasta Pomona, pasando por Belisle, Darwin, Choele Choel, Luis Beltrán, Lamarque y Río Colorado. Una joven se dedica a la venta en General Roca “y le va muy bien, mi intención es poder expandirme a todas las localidades del Alto Valle neuquino y rionegrino”.

En el Valle Medio, el nivel de aceptación ha sido importante y esperan que pase lo mismo en el resto de la región.

Ventas en alza

Un emprendimiento

ligado al diseño

A Darío Jara el destino lo llevó a comandar una pequeña empresa dedicada a la confección de un producto con mucha tradición en el hombre de campo, pero que a su vez ha logrado buena aceptación en el público citadino a partir de la innovación en el diseño y los costos accesibles. Darío vivía en el populoso barrio 150 Viviendas, y fue elegido y tentado para tal emprendimiento por una profesora y un zapatero.

“Siempre me gustó el diseño de indumentaria, y acepté este desafío porque era algo parecido a lo que yo quería”.