Análisis: Abran paso a las chicas del glitter

El debate por la legalización del aborto obligó a la política a mirar de frente un problema silenciado por décadas, gracias a un movimiento que vino a cambiarlo todo.

Florencia Salto

A la medianoche del 9 de agosto, aún parece difícil torcer alguno de los 38 votos que anticiparon sepultar las chances de sancionar este año la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). Si la tendencia se confirma, quedará una pregunta: ¿seguirán existiendo los pañuelos celestes?

Los abortos sí y también los pañuelos verdes. El símbolo de la campaña nacional por la legalización se creó hace 15 años y ya debió atravesar instancias de mayor frustración.

El debate se instaló, atravesó partidos, profesiones, generaciones y obligó a la política a mirar de frente un problema silenciado por décadas. Si el Senado opta por dejar las cosas como están, el año que viene los representantes serán otros. En los próximos diez, quizás hasta la generación de dirigentes haya cambiado: abran paso a las chicas del glitter.

En Neuquén, el partido que quedó en una posición más incómoda probablemente haya sido el Movimiento Popular Neuquino, un partido de bases populares que demostró estar lejos de los debates que demandan hoy el movimiento de mujeres y la juventud. En Diputados, el voto de Alma Sapag fue en contra y argumentado con algunos tintes de catolicismo. Fue también la legisladora quien llevó a la subsecretaria de Salud de la provincia, Alejandra Piedecasas, a exponer en contra de la legalización pese a que el gobierno de Omar Gutiérrez después trató de suavizar la acción mostrando algunas voces a favor en su gabinete.

En el Senado, Guillermo Pereyra se juntó con ambos sectores, presentó un proyecto celeste y finalmente votó con el pañuelo verde. Nadie puede reprocharle al dirigente petrolero no saber hacer política, pero ¿hubo una preocupación genuina en su cambio de posición?. La senadora Lucila Crexell, con su anunciada abstención, posó el ojo del país sobre su banca. En la previa a la sesión, la organización Activá el Congreso publicó que la sanmartinense recibió 390 mensajes de Facebook, 49 llamadas por teléfono a su despacho y 2.068 mensajes de Twitter para que revea su postura. No la convencieron.

En Río Negro, en cambio, oficialismo y oposición protagonizaron otra historia. La provincia venía pintada de verde desde Diputados, pero el color perdió intensidad a pocos días del debate en el Senado con el giro de 180° que dio la kirchnerista Silvina García Larraburu.

Al igual que el MPN y Cambiemos, el Frente para la Victoria tuvo posturas divididas entre sus representantes. ¿Qué pasará con aquellos que votaron en contra? ¿El macrismo reforzará a sus sectores más conservadores tras el debate o se impondrá el ala liberal que defendió la ampliación de derechos? ¿El peronismo podrá tolerar mantener entre sus filas a quienes le dieron la espalda a una demanda histórica del movimiento organizado de mujeres?

Es de esperar que los dirigentes que fueron incapaces de pronunciarse sobre el tema también paguen un costo por haber elegido quedarse al margen. A fin de cuentas, estar a favor o en contra de la legalización del aborto y no decirlo denota cierta cobardía, pero no tener una opinión en absoluto sobre el tema que marcó la agenda política del año es directamente inadmisible. El electorado demandará algo más que grises en el 2019.

Hoy o mañana, la transformación de la política es inexorable. Los partidos que no incorporen la agenda de género en sus plataformas, que no desplacen a sus cuadros vetustos ni sean capaces de empatizar con las demandas de la juventud, deberán prepararse para recibir el golpe.

La ola verde y feminista no es una moda. Es un movimiento con historia, con referentes, marco teórico y praxis política. Y llegó para cambiarlo todo, caiga quien caiga.


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios