Análisis: Una ley a la altura de la sociedad, pero no del Congreso

Muchos de los discursos que escuchamos en boca de los dirigentes desde marzo hasta acá no representan al salto de calidad en el debate, que arrasó durante el último tiempo.

Sin sorpresas hasta ahora en medio del debate por el aborto, la ciudadanía argentina demostró una vez más que está un paso por delante de muchos de sus representantes.

El intercambio público y abierto sobre la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo (IVE) reveló que los argumentos a favor son los que tienen hasta aquí mejores fundamentos; mientras que los que contrarían la propuesta no lograron salir de algunas expresiones poco felices, como las de Abel Albino sobre el Sida.

A pesar de que la fuerte presión social nacional e internacional señala la necesidad de que se saque al aborto de la clandestinidad, y se crezca en ese sentido tal como lo han hecho otros países, los senadores blindaron sus posturas y todo indica que hoy no será el momento en que se efectivice la ley.

Discursos tales como el de la senadora sanjuanina Cristina del Carmen López Valverde (PJ), quien señaló no haber leído el proyecto y por ello no lo avalará; las tristes declaraciones de Rodolfo Urtubey (PJ) sobre las violaciones “sin violencia”; la propuesta de “asignaciones” que en algunos casos ya existen; la vuelta en el aire y la cesión ante las presiones eclesiásticas; y tantas otras expresiones develan el desconocimiento y el desfasaje generacional de quienes ocupan algunas de las bancas.

Y con el debate sobre la legalización del aborto, surgieron los pruritos de buena parte de la sociedad. Muchos senadores apostaron a la demagogia de pedir “una solución de fondo”, y por ejemplo desconocen que se han vaciado los programas de Educación Sexual Integral, que se blandieron en los discursos más humanistas pero poco prácticos.

Pero el futuro hoy está en la calle, en esa sociedad que demanda a sus legisladores que se encuentren a la altura de la discusión que en Argentina se aceleró de marzo a esta parte, y que hacia atrás tiene una larga trayectoria.

Más allá de las matemáticas, el optimismo está en alza. Para quienes no lo entienden, es porque el cambio está en marcha, en la voces de los miles de jóvenes que empujan desde afuera y condicionan la situación de la dirigencia.

Quizás no sea el momento de la legalización hoy aquí y ahora, pero los pañuelos verde continuarán mostrando el pedido que muchos quieren esconder bajo la alfombra.

A esta hora, quizás el norte sea el próximo marzo cuando haya posibilidad de presentar de nuevo el proyecto. Y también las próximas elecciones, cuando tengamos que elegir de forma madura a representantes que tengan capacidad de escuchar y ver lo que sucede más allá de sus íntimas y cambiantes convicciones.


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