En otras manos

El presidente fue en busca de ayuda a donde se siente mejor comprendido: el mundo. El mundo ha sido su principal socio y le ha dado respuesta a casi todas sus inquietudes. El mundo donde aún busca reinsertarse la Argentina es sin embargo hoy un lugar inestable e inasible, difícil de reconocer en aquel que recibió la llegada del presidente, treinta meses atrás. Los inversores financieros acaban de darle masivamente la espalda ante la suba de tasas en Estados Unidos. Trump ha devuelto a su país al aislacionismo de un siglo atrás. Asistimos además a una guerra comercial entre las dos principales potencias económicas y a un resquebrajamiento desconocido de la alianza atlántica. Las apuestas nacionalistas debilitan la unidad europea y hay alto grado de volatilidad política en Oriente Medio. En ese escenario inquietante y turbulento aún pueden encontrarse sin embargo las principales alianzas de Macri. Acaso sean las únicas.

La vuelta al Fondo Monetario cosechó en los últimos días el respaldo de EE. UU., China y Japón, principales socios del organismo, además de los de Francia, España y Holanda. La Argentina también obtuvo el apoyo de Brasil, México y Chile en la región. Xi Jinping le envió una carta personal al presidente. En Washington, el ministro Dujovne fue recibido por autoridades del departamento de Tesoro, que dio su “bienvenida” a las negociaciones con el Fondo. Los cancilleres del G-20 estarán en Buenos Aires el domingo próximo; la cumbre de jefes de Estado se celebrará aquí en diciembre.

La larga historia de desencuentros con el Fondo hizo que previsiblemente las reacciones no fueran igual de entusiastas en la Argentina. El ex ministro Martín Lousteau dio la medida en una entrevista: en los últimos 60 años, se firmaron 26 programas con el FMI. La mayoría fueron incumplidos o cumplidos a medias por la Argentina. Es innegable la parte de responsabilidad en ese pasado de frustraciones.

Convocados de urgencia, un grupo de gobernadores peronistas dio esta semana un respaldo mudo a la decisión del presidente. Hubo apenas una imagen fría de la reunión con Macri en un salón menor de la Casa Rosada. Se advirtió que ninguno de ellos acompañó como otras veces al ministro Frigerio cuando informó sobre el encuentro. El viernes, diez empresarios de primera línea fueron recibidos por Macri en Olivos. En las escasas declaraciones públicas que hicieron pusieron énfasis en el buen ánimo con el que encontraron al presidente. La reunión, es verdad, siguió a una manifestación de apoyo del Grupo de Convergencia y del G-6, que reúne a las cámaras empresariales más fuertes, a las medidas económicas del gobierno. Nadie mencionó al Fondo Monetario.

Sin embargo, donde más dificultades encuentra el gobierno es entre sus propios aliados. Montada en la vulnerabilidad del frente económico, es cada vez más visible la debilidad de la coalición que acompaña a Macri. Ya no interesa si los radicales y la diputada Carrió estuvieron en la genealogía de la crisis de confianza que enfrenta el gobierno. Ahora importa desde qué lugar acompañarán su desarrollo. El bloque de la Coalición Cívica se levantó de sus bancas durante la votación del proyecto opositor para frenar las subas en las tarifas que aprobó Diputados. Carrió emplazó públicamente al ministro Aranguren para que suspenda la tanda de aumentos previstos en octubre. Aranguren negó desde Houston que hubiera comprometido tal cosa en un encuentro reciente con la diputada.

“¿Qué va a pedir el Fondo sobre todo? Sustentabilidad política. Pero los socios del gobierno no quieren pagar ningún precio…”, se escuchó en el despacho de un senador del peronismo “racional”. Allí se asegura que esperarán el vencimiento de los 30.000 millones de dólares de Lebacs, el martes, antes de avanzar en el tratamiento del proyecto por las tarifas. En el gobierno saben que no se renovarán su totalidad. Ya hubo un fuerte movimiento esta semana en el mercado secundario en dirección al dólar.

Una fuente con responsabilidades de la jefatura de Gabinete reconoció ayer que el sendero por el que transitaba Macri era muy angosto. “De un lado lo social y del otro los mercados. Muchos creían que el presidente agitaba el fantasma del mercado, que ‘medio punto más de déficit no importa’…”. Es un mensaje al interior de la coalición sobre el lento declive del gradualismo: confirma que el diseño del ajuste ya no está sólo en manos de Macri.

Un mensaje al interior de la coalición sobre el declive del gradualismo: confirma que el diseño del ajuste ya no está sólo en manos de Macri.

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Un mensaje al interior de la coalición sobre el declive del gradualismo: confirma que el diseño del ajuste ya no está sólo en manos de Macri.

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