Antes y después: dos jóvenes arquitectos y el increíble cambio de una casa de 100 años
En el barrio de San Cristóbal, al sur de la ciudad de Buenos Aires, Victoria Herrera y Pedro Ungaro tomaron el desafío de remodelarla sin que perdiera su esencia. ¿Cómo lo resolvieron? Mirá...

Se conocieron en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires. Se hicieron amigos, estudiaron juntos y tras recibirse, tres años atrás Victoria Herrera y Pedro Ungaro decidieron abrir un estudio y compartir también los primeros pasos en la profesión. Les fue bien y hoy están con remodelaciones, casas desde cero y emprendimientos, entre otros proyectos en marcha.
Uno de los últimos que les encargaron, de 200 metros cuadrados, les presentó un desafío: el cliente había comprado una casa construida en 1926 en el barrio de San Cristóbal, al sur de la capital, quería restaurarla y les hizo este pedido: “No quiero entrar y que sea todo moderno, quiero que se corresponda con lo que era”, recuerda Pedro en diálogo con Diario Río Negro.
Su arquitectura, testigo de generaciones, conserva el carácter y la esencia de la época, pero pedía ser repensada para el habitar actual.


Manos a la obra
El arquitecto explica que se trataba de una antigua casa típica de esa zona porteña, con un patio descubierto que nuclea todos los ambientes y con circulación interior mediante pasillos angostos y oscuros que atraviesan los cuartos, con escasa relación con el exterior.

“Lo que hicimos fue incluir el patio en los metros cuadrados de la casa cubiertos, porque ya tenia una terraza muy grande. Y eliminaron todos los pasillos”, dice Pedro y agrega que el patio, ahora bajo el techo con estructura de aluminio y placas de policarbonato traslúcido, aun funciona como núcleo central para respetar esa identidad.


Esa fidelidad a la esencia se expresa, por ejemplo, en las aberturas. “Todas fueron restauradas, tanto las de madera como las de hierro. El objetivo fue darle una funcionalidad actual a la casa sin faltar el respeto a su espíritu, ese fue siempre el norte que teníamos junto con el cliente ”, continúa el arquitecto y agrega que los mármoles de los escalones también son los originales, como los pisos de madera y los techos de ladrillo que quedaron al descubierto pintados a nuevo.


Un cuarto y un baño más

¿Qué más hicieron? “Agregamos un cuarto, ya que tenía uno solo. Sumamos un baño y expandimos la cocina, que integramos al patio. Al estar separada, no le entraba luz natural”, describe Pedro. Ahora sí entra esa luz y se suma el beneficio de la ventilación natural.

Para los muebles de los baños y uno de la cocina recuperaron los antiguos de la vivienda. Así, por ejemplo, las cómodas fueron reutilizadas como vanitorys y mesas de luz.

En la búsqueda del punto de equilibrio entre lo que era y lo que es, les dieron tonos más blancos, de cerámico puro y mármoles grises, para generar ese contraste que viaja cien años. El costo de la remodelación por metro cuadrado se ubicó en 600 y los 650 dólares, de acuerdo con los vaivenes del tipo de cambio.

El patio, antes un espacio de paso, se convirtió en el verdadero corazón de la casa. Un lugar de encuentro, luz y aire, que conecta y da sentido a todos los ambientes.
Esta historia se escribe en el barrio de San Cristóbal, uno de los pocos de Buenos Aires que aún permite comprar casas, explica el arquitecto. Más al sur, Barracas cobra una nueva vida a partir de los beneficios para que se radiquen empresas.

Un poco antes, San Cristóbal, con precios más económicos que en el norte de la ciudad, exhibe un dinamismo que se expresa en nuevas viviendas, nuevos edificios y remodelaciones de antiguas construcciones de hace un siglo, como la que hicieron Pedro y Victoria antes de dejar el barrio rumbo a la próxima obra, orgullosos de la misión cumplida.
Contacto: https://www.instagram.com/herreraungaro/
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