Aves del bosque araucano
Recostado sobre la cordillera, está conformado por alerces, cipreses, coihues y lengas. De su fauna, las aves son las más llamativas y fáciles de ver. En el otoño, muchas especies descienden a los valles y otras migran hacia el norte del país. Las que se quedan ilustran esta nota y pueden ser observadas también en el invierno.
SUPLE VOY
Chucao, de sonido potente
Los cantos del bosque más llamativos y potentes sin duda tienen un único protagonista, el chucao. Este pequeño y colorido pájaro vive en los matorrales húmedos de caña colihue, especialmente en torno a los arroyos. Es frecuente que cuando el caminante se sienta a descansar, uno se le acerque a sólo un metro de distancia para observarlo unos segundos y saciar su curiosidad, para luego continuar con su búsqueda de bichos escarbando el suelo.
Caburé, temido por los pájaros
El caminante puede sorprenderse ante la presencia de un caburé o chuncho, pequeña lechucita sin orejas que frecuenta los bosques durante el día. Posa tranquilo en una rama mientras observa con detenimiento su entorno, un pájaro distraído puede ser una presa potencial. Es temido por todos los pájaros del bosque: cuando lo ven, tratan de ahuyentarlo, ya que son su alimento predilecto. En una caminata no es raro encontrarlo. Tiene un temperamento que no le teme al hombre y permite el acercamiento.
Diucón, el de los ojos rojos
En algún claro del bosque podemos ver al diucón, con sus llamativos ojos rojos.
Vive en zonas más abiertas de vegetación y en esta época los que habitan en los bosques de lenga descienden hacia los valles. Siempre está posado en una percha visible desde donde se lanza al suelo en busca de insectos.
Es un pájaro generalmente silencioso. Y aunque su canto es breve y algo débil, resulta muy agradable.
Picolezna, curioso y confiado
A veces el silencio del bosque es interrumpido por una miríada de pájaros inquietos y bullangueros que avanzan en bandada revisando cada parte de las hojas y la corteza de ramas y troncos. Estos grupos están formados por el rayadito y el picolezna patagónico (foto). Curiosos se acercan al caminante sin mostrar temor y continúan con sus quehaceres. El picolezna, gracias a su pico curvado hacia arriba y su cola rígida, revisa y levanta cortezas en busca de bichos. Su abultada garganta blanca es la clave para identificarlo sin problemas.
Carpinterito patagónico, con el tamaño de un hornero
Un leve golpeteo puede indicarnos la presencia del carpinterito patagónico, el menor de los carpinteros del bosque. Con el tamaño de un hornero, recorre las ramas más finas tras las larvas de escarabajos. Las detecta gracias a su sensibilidad para diferenciar los distintos ruidos que recibe al golpear la madera. Una vez que ubica la presencia de su presa, comienza a agujerear el tronco hasta llegar a ella. Es confiado. En la imagen un macho, que se diferencia de la hembra gracias a las plumas rojas en la cabeza.
Churrín, el más esquivo
Su canto repetitivo y fuerte lo delata a la distancia, incluso desde el valle vecino se lo puede escuchar. Sin embargo, resulta una proeza verlo pues requiere persistencia y paciencia. El churrín, pariente menor del chucao, vive oculto dentro de los matorrales de caña y plantas que rodean los pequeños arroyos. Aunque es curioso, sólo se deja ver por segundos y casi nunca se queda quieto como para que le tomen una foto.
Carpintero gigante, el premio mayor
La especie más buscada, ícono del bosque araucano y uno de los carpinteros más grandes del mundo. En otoño son silenciosos, ya que mudan sus plumas. Un potente golpeteo doble de la madera es señal de su presencia. Confiado y tolerante ante el observador, dedica gran parte de su tiempo a recorrer y golpear troncos en busca de larvas. Prefiere los bosques de árboles grandes y añosos. El macho tiene la cabeza roja carmín, mientras que la de la hembra (foto) es negra con un gracioso copete enrulado hacia adelante.
Cachudito de pico negro, la belleza escondida
El bosque guarda algunas bellezas que suelen pasar inadvertidas por su minúsculo tamaño y carácter inquieto, es el caso del cachudito de pico negro. Pajarito de sólo 10 centímetros, posee un delicado y fino copete en su cabeza. Suele recorrer los arbustos y árboles medianos en busca de insectos. Revisa cada hoja con rapidez y sólo se detiene pocas veces a acicalar su plumaje. Forma parejas que mantiene de por vida. Más información: www.avesdepatagonia.blogspot.com.ar
Hernán Povedano
hernanpovedano@gmail.com
Hernán Povedano
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