El living comedor que se convirtió en centro cultural cumple 5 años

Casa Paico arrancó en el 2013 con una obra de Leo Masliah. Los espectáculos musicales, teatrales y los talleres se sucedieron hasta el día de hoy.

El living comedor que se convirtió en centro cultural cumple 5 años

El comedor de una casa reconvertido en un centro cultural en un rincón del barrio El Frutillar, al sur de Bariloche, se prepara para celebrar sus 5 años de vida. “¿Cuántas obras de teatro, grupos musicales y talleres pasaron por acá? Imposible sacar la cuenta. Cientos”, reconocen sus impulsores.

La Casa Paico abrió sus puertas los primeros días del 2014 con la puesta en escena de la obra de Leo Masliah, “Certificaciones Médicas”. Sin embargo, los días previos los dueños de la casa de la calle Paico 617 habían invitado a conocidos a presenciar los ensayos.

Cuando los cuatro hijos de Elena Navarro y Diego De Haro fueron abandonando la casa, la pareja decidió trasladarse a una parte pequeña de la vivienda y ampliar una sala para crear un espacio comunitario y albergar a los artistas de Bariloche y la región.

Poco a poco, el teatro fue extendiéndose hacia otras expresiones culturales. “Al final, terminó habiendo mucho más de música pero el teatro siempre estuvo presente. Además, han pasado infinidad de cosas como talleres de arte para niños, yoga, guitarra y canto, tango, escritura y teatro”, advirtió Navarro, gestora cultural de Casa Paico.

Los festejos por los 5 años serán a la gorra durante la tarde noche del sábado y domingo. El charanguista, poeta y compositor “Ciru” Giorgi presentará su segundo espectáculo de música y teatro performático, “De, por y para la música”. También está prevista la participación de Mel Miska.

El evento culmina el domingo con el “recital de las nuevas canciones de la Patagonia”, en el que concursarán siete compositores con música en vivo. Los participantes podrán votar y el músico ganador accederá a una guitarra eléctrica acústica; el segundo premio será un ukelele, creado por un luthier de la zona.

“Uno mira para adelante porque hay un impulso interno de hacer algo que está faltando. No se cuántos años más va a estar la Casa Paico. Las cosas se hacen simplemente por deseos y la facilidad de contar con la vivienda propia. Yo no tengo que pensar en alquilar, algo que dificulta la permanencia de lugares culturales”, puntualizó Navarro, una docente jubilada.

Reconoció que “el estilo fue dejar fluir y dar cabida a las expresiones genuinas”, aceptar las propuesta de la gente para dar talleres, algún espectáculo y acomodar horarios. “Esto no cierra nunca. Vivimos acá y si bien yo estoy jubilada, lleva tiempo. Lo hacemos con pasión y entusiasmo. Es un trabajo colectivo”, manifestó.

“El arte es un elemento que no puede faltar en la vida, concluyó la mujer, sana, alimenta, hace vivir con mayor calidad”.


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