Cada vez hay menos horticultores y muchos eligen la reventa

Los costos de las semillas y del alquiler de las hectáreas, la falta de subsidios y la competencia con la producción de otras provincias, ponen en riesgo la actividad.

Los horticultores en el Alto Valle de Río Negro subsisten a duras penas. Los pequeños y medianos productores reclaman que no reciben subsidios de la Provincia, que los insumos importados cuestan mucho y que ingresan verduras de otros puntos del país con las que no pueden competir por el precio.

Desde hace dos años, Marisa Benedetti es la presidenta de la Asociación Civil de Horticultores de Allen y desde su infancia vive en la chacra, cosechando hortalizas.


“Somos menos productores. Los que trabajaban cuatro hectáreas producen dos o directamente optan por la reventa porque los costos son muy altos”, expresó a “Río Negro”.

Señaló que la problemática afecta a toda la provincia. En cuanto al Valle, asegura que “en Allen bajó un 50% el número de horticultores. Nuestra asociación antes tenía 21 integrantes y ahora somos 11”, detalló. En Roca también hubo varios productores que dejaron a la actividad y eligieron la reventa de verduras.

Uno de los factores es el costo los insumos; no son del país y el precio se incrementa con la suba del dólar. “Usamos semillas y agroquímicos importados”, dijo.

Los productoresse quejan de que hay muchas verduras que provienen de otras provincias. (Foto: Gonzalo Maldonado)


Benedetti explicó que en el país se producen semillas pero que no son de calidad. “La gente se pregunta por qué no usamos la semilla nacional si es más barata, pero si queremos ahorrar no tenemos calidad”, reiteró.

La productora manifestó que “es lamentable que en el país no se invierta en estudiar y crear buenas semillas como se están elaborando en otros países”. El costo por las 2500 semillas de tomate importadas es de $18 mil y las de brócoli cotizan en $10 mil.

“Cuando a vos te cobran $18 mil por las semillas de tomate estás para sacar de $500 a $700 el cajón. Pero cuando lo vas a vender no te lo pagan, lo tenés que tirar o lo rematás”, se indigna.

Somos menos productores, los que trabajaban 4 ha. producen dos u optan por la reventa porque los costos son muy altos”.

Marisa Benedetti presidenta de la Asociación de Horticultores de Allen.


Benedetti sufre de cerca la crisis de la actividad. En su chacra tiene tres hectáreas con producción. Hay un poco de acelga, repollo, rúcula y unos brócolis. Además, tiene guardada cebolla para vender. En otra parte tiene unos cuadros con manzanas.

Benedetti dice que otro problema es que ingresan verduras de otros puntos del país donde sí están en temporada y al haber poca demanda y mucha producción tiene que bajar más los precios. “Los ministros de producción te dicen que todo depende de la oferta y la demanda. Si hay mucha producción y poca demanda, no es rentable”.

La referente asegura que varias veces le pidieron al gobierno provincial que no ingresen verduras de otras provincias, y que Río Negro se puede auto abastecer. Pero “siempre está entrando verduras de afuera, de Mendoza principalmente, desde hoja, papa, cebolla, en momentos que acá no hay”.

Una amplia variedad de productos. (Foto: Gonzalo Maldonado)


Benedetti cuenta que el tomate viene de Mendoza. “No lo producen allá si que lo traen de Salta”, explica. Asegura que hay depósitos de verduras que son abastecidos por productores de esa provincia. “Solo en los tres meses de verano tenemos mucha producción local”, dijo.

La referente explica que cada vez quedan menos productores pequeños y medianos y que la mayoría son emprendimientos familiares. “Antes los productores pequeños contrataban empleados ahora no se puede, solo las empresas grandes”, contó.

Pero las familias de los horticultores pequeños no pueden competir con las grandes compañías que producen en los invernáculos en contraestación.

“Hoy, una jaula de lechuga de invernadero está a $600 porque en el campo no hay más por las heladas”, detalla.

La tierra en producción, una imagen cada vez menos frecuente. (Foto: Gonzalo Maldonado)


Sin embargo, tener un invernadero no es una solución para ellos porque les “sale una fortuna”. “Es muy caro: la estructura es metálica, los nylon solo duran dos años”, calcula.

Por otro lado, Benedetti señala que falta ayuda financiera por parte del gobierno provincial. “Nación siempre destina fondos para la producción pero acá en Río Negro no sabemos qué pasa con esa plata”, dijo.

La referente recuerda que solo en 2014, cuando hubo una importante inundación, recibieron una aporte por parte de Nación que se entregó a través de la provincia. “Nos alcanzó para comprar semillas y herramientas”, cuenta.

En números

11
horticultores quedaron en Allen de los 21 integrantes que tenía la asociación civil que los nuclea.
$18.000
cuestan las 2500 semillas de tomate importadas. Con eso, calculan que los cajones deberían costar entre $500 y $700.


Destaca la política subsidiaria de Neuquén que “ayuda a todos los productores. Tienen más producción y se está apostando a preparar nuevas tierras para explotar”, señala.

Los que se alejan


La horticultura es una actividad en la que trabajan muchos bolivianos. Sin embargo, en el último tiempo, varios han optado por alejarse de la producción y dedicarse también por la reventa.

Benedetti señala que otros alquilan la tierra y venden su producción a la salida de sus chacras sobre la ruta o en ferias.

El alquiler de una hectárea ronda entre los 20 mil y 30 mil pesos anuales. En Allen, varios bolivianos se dedicaban a fabricar ladrillos pero como esa actividad está en crisis, “se inclinaron a la reventa de verduras, muy pocos a producir, y otros al comercio de ropa”. En Roca, el escenario es muy similar.

Los puestos de ventas en la feria municipal. (Foto: Gonzalo Maldonado)


La referente contó que con este panorama, las nuevas generaciones no continúan el trabajo de sus padres sino que prefirieren otros oficios.

“Los padres quieren que sus hijos estudien, que no hagan lo mismo. La horticultura demanda mucho tiempo, se trabaja de domingo a domingo”, expresó.

Cuenta que no ve en sus hijos “ese entusiasmo por la chacra. No les gusta, y tampoco los voy a obligar a hacerlo”.

Hace dos años se complicó mucho la actividad por el costo del alquiler de las chacras, de las semillas, del tractor”.

Fidel Correa, productor boliviano que ahora trabaja dos hectáreas.


Una sus hijas está por recibirse de ingeniera civil, y otros dos trabajan en el petróleo.

A pesar del duro contexto Benedetti apuesta por la horticultura, “me gusta mucho, mientras pueda voy a producir. Esto es lo que se hacer, no la voy abandonar”, aseguró.


Los que abandonaron la actividad por los altos costos


Al igual que en Allen, la crisis de la actividad golpea a varios horticultores de Roca y muchos eligieron pasar de producir a revender verduras.

Norma vende hortalizas en la feria ubicada sobre la calle 25 de Mayo. Durante seis años alquiló junto a su marido cinco hectáreas para trabajar la tierra. Pero este año optó por no producir por los altos costos.

“No hicimos chacras por el precio de las semillas y el alquiler de las hectáreas”, cuenta. “Los fertilizantes están a precio dólar, si aumenta el dólar todo es mas caro”, asegura.

Desde chica, Marisa Benedetti se dedica a la horticultura. (Foto: Gonzalo Maldonado)


La mujer contó que antes se dedicaba a la producción de cebolla, tomate, morrón, “todo lo que se pueda sacar en temporada”.

Norma nació en Buenos Aires y hace muchos años vive en el Alto Valle. Disfruta de la venta de verduras aunque no tiene certeza de cómo seguirá la actividad en el futuro. “Vivimos el día a día”, dice.

Lili tiene 37 años, es de Bolivia y hace 19 años vive en el Alto Valle. Hace cuatro dejó de producir y pasó a revender. Antes cosechaba lechuga, zapallo y cebolla.

La gente se pregunta porque no usamos la semilla nacional si es más barata pero si queremos ahorrar no tenemos calidad”.

Marisa Benedetti, presidenta de la Asociación de Horticultores de Allen.


Sin embargo, la actividad no le es rentable ya que sale muy caro trabajar la tierra. “Si quiero volver a producir tengo que comprar un tractor, las herramientas, es mucho”.

Además de esto, el caso de Lili está marcado por la inseguridad que influyó como factor para dejar de producir. En su chacra, ubicada en Cervantes, sufrió un robo. Se llevaron todo el dinero que tenían para comprar los insumos. “Cuando no estábamos, entraron y se llevaron todo”, recordó frustrada.

Ahora apuesta a la reventa aunque señaló que se vende menos que el año pasado. “Hay más verdulerías chicas y depósitos”, mencionó.


Alquiler y semillas, dos factores clave de la crisis actual


Fidel Correa es un productor boliviano que está asentado en Roca hace 11 años. Es oriundo de Potosí y desde que llegó al Alto Valle comenzó a trabajar con las verduras.

“Hace dos años se complicó mucho la actividad por el costo del alquiler de las chacras, las semillas, el tractor”, detalló. Correa asegura que con estos precios “no podés recuperar después la semilla que compraste”.

Explica que antes producía en 12 hectáreas, pero era muy costoso mantenerlas ya que el alquiler por año de cada una era de $20.000. Ahora trabaja dos hectáreas junto a su esposa, sin empleados.


Asegura que muchos productores bolivianos pasaron a dedicarse a la reventa, otros prefieran el comercio de ropa y algunos vuelven a Bolivia.

El hombre explica que además del aumento de los insumos hay depósitos de verduras que traen hortalizas de Mendoza. “Nos perjudican a nosotros con los precios. De allá viene más barato y nosotros no podemos bajar mucho”, señaló.

El productor tiene dos hijas -una de 9 y otra de 6 y le preocupa el futuro de la actividad. “Se ve complicado, no se cosecha todo. Ahora tenía calabaza, pero la que viene de afuera cuesta $80 y nosotros si vendemos a ese precio perdemos mucho”.


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios