Calma chicha
Sin embargo, los que lo apoyan y los que no han decidido esperar la evolución del proceso en marcha.
Nadie se quiere tirar a la pileta sin antes comprobar que hay agua. El ajuste del gobierno –con recetas que buscan amortiguar el impacto sobre los sectores más humildes y el reconocimiento de haber incurrido en “cagadas” que espantan a la clase media, sobre todo en las formas, según ilustró el ministro Florencio Randazzo– está en pleno desarrollo. “Aparentemente, se ha recuperado la tranquilidad, pero ésta tiene que durar en un contexto político, social y económico que los distintos actores reconocen como complicado”, evaluó un gremialista adherente del “modelo”, que se encuentra discutiendo con el sector empresario –con los dientes apretados– el aumento salarial, en paritarias condicionadas por la necesidad de ponerle un dique al proceso inflacionario. Tras las agitadas jornadas de diciembre y enero, luctuosas en algunos casos, las figuras más expectables aportaron por un lado moderación. Por otro, reclamaron que el peronismo en el poder se haga cargo de la situación y corrija lo que tenga que corregir para llegar en paz y relativo orden al recambio presidencial del 2015. Así Mauricio Macri, en su mensaje porteño, se ofreció para ayudar a la administración de Cristina Fernández; los hombres del socialista Hermes Binner se complacieron por la “calma chicha” que se visualiza en el mercado del dólar, a la que contribuyeron también el “acuerdo amistoso” con Repsol por YPF y el posible arreglo con el Club de París; Héctor Méndez, de la Unión Industrial, aunque molesto por los “escraches” a supermercadistas, aplaudió las últimas medidas oficiales, a las que consideró “acertadas, razonables, ortodoxas y lógicas”; el ex vicepresidente Julio Cobos, quien enrostró al gobierno “haberse metido solito en esta hecatombe financiera”, apoyó la quita de subsidios y el aumento de tarifas a sectores pudientes; y hasta “Lilita” Carrió, sin dejar de denunciar “a los ladrones”, reconoció que la presidenta “está mejor de la cabeza”. La etapa regenerativa llevó a la jefa de Estado a tratar de disciplinar a los coroneles peronistas, empeñados ya, en esta problemática transición, a posicionarse para heredarla dentro de un año y medio. Por eso, en momentos en que su vice Amado Boudou padece una complicada situación judicial, dispuso entronizar como tercero en la línea sucesoria al radical K Gerardo Zamora. Incorporado a la militancia de la mano de Raúl Alfonsín, en 1983, el exgobernador de Santiago del Estero, de 50 años, adscribió con lealtad al kirchnerismo (lo que le vale el mote de “traidor” por parte de la UCR) y ahora, por impulso de Carlos Zannini, reeditó la concertación plural y democrática (palabras de Jorge Capitanich) que se frustró con el voto no positivo de Cobos, en 2008. Por supuesto, los justicialistas tradicionales (entre los que se cuenta el titular del bloque de senadores del FpV, Miguel Pichetto), pretendían por lo menos preservar el statu quo y mantener en el cargo de presidente provisional a Beatriz Rojkés, esposa del mandatario tucumano José Alperovich. Pero Cristina impuso el verticalismo a ultranza y consiguió la aprobación de una amplia mayoría, a excepción de la bancada radical, irritada con el “tránsfuga” de Zamora, tal la expresión de Gerardo Morales, no compartida por el diputado Oscar Aguad, un boina blanca cercano a Macri. Hurgar en los motivos de Cristina conduce a infinitas ramificaciones. Una fuente de la Rosada le señaló a este diario que la presidenta, al ascender a Zamora, “quitó oxígeno a los peronistas que se pelean por tomar la posta, los mantiene divididos, para (en esta instancia de renquera) mantener la conducción y negociar en las mejores condiciones dentro de un año”. Daniel Scioli, el mejor aprontado, no cuestiona ninguna decisión de Cristina. “Seguirá haciendo la plancha y no la provocará, pero seguirá caminando hacia su objetivo”, aseguró una fuente de La Plata. El bonaerense maneja encuestas que lo dan por encima de Sergio Massa, postulante por el Frente Renovador. “Es cierto, a Massa lo acompañan intendentes peronistas, pero ningún gobernador y eso pesará en la definición”, confía el mismo Scioli. “Se tendría que callar la boca”, afirma el excampeón de motonáutica al referirse a la prédica de Eduardo Duhalde, que lo promueve a él como presidente y al exintendente de Tigre como mandatario de Buenos Aires. Pese a la dureza de su “relato”, Cristina dio otras señales de querer conciliar. Mandó jóvenes de “La Cámpora” al Consejo de la Magistratura, que terminaron –por consenso– de encumbrar como titular del organismo a Alejandro Sánchez Freytes, un no kirchnerista descreído de la justicia militante. Cada uno da (o no) lo que tiene. Lo que está por venir es un misterio y requiere de la buena voluntad del conjunto para encarar una renovación fructífera.
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arnaldo paganetti arnaldopaganetti@rionegro.com.ar
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