A mi querida abuela
Antuhue Bertinat
DNI 35.599.369
Mi abuela paterna, la figura más importante de mi vida. Fanática del helado, mujer fuerte y poderosa, primera Jueza de Paz. De vos heredé esos tobillos con forma de botella, las carpetas tejidas que guardan el pulso de tus manos, las virgencitas del clima que vigilaban la casa como pequeñas guías, y ese ritual tan tuyo de pasarme un papel higiénico sobre el labial para fijarlo, como si me entregaras un secreto antiguo, un gesto suave que venía de lejos.
Heredé ser humilde, con un corazón que siente y no soporta las injusticias.
Tu casa… todavía puedo respirar esas mañanas de desayuno, ese aroma que no existe en ningún otro lugar, mezcla de silencio, campo y amor, el perfume de la naturaleza entrando por las ventanas. Todavía veo tu ropa impecable, tus aros que tintineaban al caminar, tus juegos de té ordenados como constelaciones, y la botella con el barquito adentro, ese pequeño horizonte que guardabas por mi papá.
Fui tan feliz en esa casa… Las mesas, cuando estabas vos, tenían un brillo propio, una armonía que no se explica: se siente. Se heredaba.
Amada abuela, mujer de bien, no pasa un día sin que te recuerde. Conservo la billetera fucsia, farolera, como quien cuida un relicario. No todos saben lo que es ser amada como yo lo fui: a mí me trataste como una reina.
Y por vos elegí estudiar Derecho. Tu fuerza, tu dignidad y tu manera limpia de impartir justicia quedaron latiendo en mí como una promesa (…)
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