¡Adelante radicales!

Julián A. Alvarez, DNI 7.574.027

Rosario

Con motivo de los muestreos técnicos que ahora llamamos “encuestas”, dirigentes, candidatos y auto percibidos periodistas devenidos en analistas políticos, han decidido disputar el voto “radical”, sobre todo a partir del resultado electoral en las últimas elecciones provinciales.

Así los unos desesperan por mantenerlos dentro del Juntos por el Cambio, o como quiera que se denomine, realzando el anti peronismo al que lo redujeron Balbín, Alfonsín y de la Rúa, pese a su alianza con “Chacho” Alvarez.

Y los otros se ilusionan con una ruptura, destacando la soberbia de Mauricio, que tira de la cuerda olvidando que la codicia rompe el saco, y el horror que debería producir el libertario en los adherentes al partido centenario.

Es curioso que los auto percibidos periodistas, hoy puras usinas publicitarias de uno y otro sector, se olviden de la historia radical, la que también incluye a Alem, Yrigoyen o Alvear.

Entre los más destacados personeros del radicalismo formalmente a cargo del partido, está establecido el anti personalismo de los “galeritas” de Alvear. Los que quieren llevar harina para el otro costal, se espantan invocando al alfonsinismo como paradigma casi peronista.

Es hora de recordar que el radicalismo del siglo pasado, se expresó como partido político, – no como movimiento social, como el peronismo – y que tuvo conductas y pensamientos tan antagónicos como los de Yrigoyen y Alvear, como los de Balbín y Frondizi, como los de Alfonsín y de la Rúa.

Y lo mismo ocurre ahora, así que – mucho menos desde afuera, tanto del partido como desde la simple simpatía – no corresponde decir que unos son radicales y los otros no.

Yrigoyen hablaba de la “personalidad moral de la Nación”, basado en el humanismo kantiano, laico, expandido por Krause; su postulado de neutralidad era calificado como “eufemismo retórico” por Alvear, de clara inclinación eurocéntrica, política y cultural, dicho sea esto para ejemplificar alguna de las exteriorizaciones de sus pensamientos, en este caso en relación a la política internacional.

Al fin y al cabo, fue Alfonsín el que bloqueó la fórmula Perón – Balbín y que tras su éxito electoral quiso encabezar un nuevo “movimiento histórico”; lo mismo hizo Néstor Kirchner llamándolo “transversalismo”. Los resultados están a la vista.

Es de suponer, entonces, que frente a la “segunda vuelta” algunos radicales vayan para un lado y otros para el contrario y no hay que escandalizarse.

Se trata de un partido político, necesariamente liberal, en un sistema electoral liberal, en una democracia aparente, consagrada como representativa por Alfonsín y Menem, en beneficio propio.

Por lo tanto no es ni será participativa. Por eso se opta siempre y no se elige nunca.


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