La hermana Mariuccia Deambrogio

Era conocida como “Mariucha”, nacida para hacer el bien. Una enamorada de Cristo. Así podríamos definirla, en su tarea fundamental para el hogar “Rayito de Sol”. A partir de 1961, don Jaime de Nevares se hizo cargo de nuestra Diócesis, ocupándose activamente de su organización. El Padre Ítalo, a poco de arribado a Neuquén, decidió, junto con Mariuccia Deambrogio, una de las misioneras italianas, emprender un hogar a favor de los niños más necesitados.
“Rayito de Sol” fue el nombre elegido para la obra: un joven le envió a Don Jaime un muñeco “Topo Gigio”, y él a su vez se lo dio al Padre Ítalo para sus niños. Al mirar la marca del juguete, decía “Rayito de Sol”; al padre le gustó el nombre, así que lo adoptó para el hogar. Con el tiempo, gracias a variados aportes y hechos afortunados, la obra creció notablemente, logrando adaptarse a las necesidades de los más necesitados. La Hermana “Mariucha” nació el 12 de abril de 1938 en Ozzano Monferrato, provincia de Alessandría, Italia. Su papá se llamaba José, su mamá Enriqueta Montiglio, y su hermano Juan. Desde noviembre de 1959 fue laica consagrada en el “Gruppo Missionario Nostra Signora Regina di Crea”; sus primeras misiones fueron en Génova y Rossano Calabro, y en 1967 llegó a Neuquén a acompañar al padre Ítalo en tan colosal actividad. “Vinimos por tres años y nos quedamos cuarenta y cinco”, reveló la hermana, hace varios años.
Durante su estancia como misionera en Génova, “Mariucha” se desempeñó en el puerto de la ciudad donde asistía a prostitutas brindándoles amor y consejo. Llamada “Hermana” por sugerencia de don Jaime y para que sea mejor reconocida en sus largas recorridas por los barrios neuquinos, Mariuccia nos contó que llegaron a la ciudad el 4 de febrero de 1967, y fueron a albergarse a una casa en el Barrio Bouquet Roldán. El gran motivo evangelizador fueron los niños. Por ello recibieron del Obispo Don Jaime el terreno que Juan María Tognozzi cedió con la condición de que levantara un santuario a la Virgen de Lourdes. Así lo hicieron y se construyó, en primera instancia, una vivienda para chicos menores de doce años. Luego la capillita, posteriormente un refugio y, así, se fueron sumando muchos más.
Mariuccia nos dice, como si lo estuviera viendo: “comenzamos en una carpa; allí, en 1968, celebramos el primer casamiento”. Debieron soportar calores inmensos en verano y fríos penetrantes en invierno; les faltaba agua corriente, entre tantas cosas. Pero no desfallecían, continuaban con la tarea. Mariuccia recordaba que el obispo suministró al padre Ítalo un jeep con el cual los misioneros recorrían las bardas y estepa neuquina, llevando consigo educación y evangelización. Además, ésta colocaba inyecciones y realizaba tareas de enfermería. “Todo fue sin proyecto, Dios lo marcó”, dijo la hermanita.
En 1981, a la salida de una Misa de Gallo, la hermana se encontró con una joven embarazada que le pedía caridad y techo. En ese momento, Mariuccia decide socorrer a las madres solteras o desamparadas creando el Hogar de Tránsito. Con el tiempo, se levantaron dos hogares de tránsito y departamentos para albergar madres. En una de las amplias instalaciones del Hogar funcionaba el programa Belén, que acompaña a las mamás y a los niños hasta los dos años para brindarles asistencia espiritual y material. Una de las dependencias con las que nos topamos al recorrer tan grandiosa obra es el Taller de Costura, programa de ayuda para evitar el ejercicio de la prostitución, para darles salida laboral; les imparten la enseñanza de la costura. Y los demás talleres: el de Nazareth, que funcionaba en el estadio Ruca Che, de calado, costura para gente carenciada; todo se acompaña con la enseñanza de catequesis. Mariuccia nos contó numerosas anécdotas en aquella entrevista realizada hace tiempo, perlas del Neuquén misionero y espiritual, de cuidado del prójimo y la comunidad, tantas que es imposible de consignarlas todas.
Sumo: la Radio Divina Providencia: Radio Católica fue creada por el Padre Ítalo, anuncia a Cristo. Mariuccia nos advirtió, “Toda esta obra se realizó sin proyecto, porque somos Instrumentos de Dios. Agradezco todos los días porque sin merecerlo, el Señor nos dio tanta confianza”. En la foto vemos a Mariuccia y al Padre Ítalo en el barco rumbo a la Argentina.
La grandiosa obra realizada por ellos es recordada por jóvenes que acompañaron su misión y que recordaron parte de la historia. Sus últimos años transcurrieron en el Hogar de las Hermanitas de los Pobres, en donde la asistencia que recibió fue impecable. Ha partido de este mundo hace unos días… hoy, nuestro homenaje a un cristianismo auténtico, con obras, no con palabras.

Era conocida como “Mariucha”, nacida para hacer el bien. Una enamorada de Cristo. Así podríamos definirla, en su tarea fundamental para el hogar “Rayito de Sol”. A partir de 1961, don Jaime de Nevares se hizo cargo de nuestra Diócesis, ocupándose activamente de su organización. El Padre Ítalo, a poco de arribado a Neuquén, decidió, junto con Mariuccia Deambrogio, una de las misioneras italianas, emprender un hogar a favor de los niños más necesitados.
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