La teoría del derrame sí funciona, pero en sentido contrario

Lucia Oliveira, DNI 34.882.612
General Roca

Imaginen una olla vacía. Una casa, un barrio con ollas vacías.

En el comedor de una esquina se prepara alto guiso y cada vecino/a trae su olla para llevar a su casa. Hoy 20 familias llenaron sus ollas, llenaron sus panzas con algo calentito. Mañana el comedor no abre. Hoy es un día menos de pensar qué comemos.

Los dos mangos con cincuenta alcanzan para una cebollita y un paquete de fideos. Será la comida de mañana. Si conseguimos algún mango con cincuenta más, podremos tomar el colectivo para ir a la escuela a tomar la merienda.

Hoy pateamos todas las calles, las del banco y las paradas de los coles, la gente no está comprando casi nada. Todos aprietan con fuerza sus bolsillos. Hoy vendí 4 pares de medias y tres rollos de bolsas. Compro una salsa de tomate y un poco de pan para comer con el té. Mario, el vecino que ya no tiene gas en la garrafa se vino a tomar el té con nosotros, algo calentito antes de ir al sobre.

Imaginen ahora que el comedor si abrió, y que no sólo alcanzó para 20 sino para todas las familias del barrio. Imaginen que ahora pudo abrir todos los días. Imaginen que la plata de las bolsas sea para llenar la garrafa, y la de las medias para tomar el cole a la escuela.

Imaginen la escuela llena de pibes. Imaginen que todos desayunaron hoy y que lo más importante no será la merienda.

Imaginen ésa olla del comedor rebalsando comida que cae en los platos de los vecinos. Imaginen una preocupación menos por día, un almuerzo asegurado.

Quizá así se pueda juntar algo para comprarle zapatillas a Tomás para que también pueda ir a la escuela cuando llueve.

Imaginen que Tomás pueda terminar la primaria, y a la par de salir a vender las bolsas pueda seguir también la escuela secundaria. Así podría conseguirse un trabajo mejor, quizá lo contraten para limpiar en algún supermercado.

Y quién diría que podemos imaginarnos también (la imaginación no tiene límites) que Tomás, a pesar de haber aflojado un par de veces, algunos años de repitencia, etc., egrese del secundario y pueda empezar una carrera universitaria. Una tecnicatura al menos. Imaginen a Tomás y a todos sus vecinitos del barrio estudiando en un terciario, recibiéndose de maestros, asistentes sociales, técnicos mecánicos etc.

Ellos y sus hijos, ya no dependerían de las bolsas, de las medias, ni del plato de comida del comedor.

La teoría del derrame, está planteada al revés entonces. Hay que ponerla patas para arriba y en vez de llenar copas de champan, hay que llenar las ollas de les trabajadores.

Las ollas llenas derraman en más posibilidades, y las posibilidades en crecimiento. Un país con mas profesionales es un país con más capacidad para desarrollarse. Y con más desarrollo, más valor agregado, y con más valor agregado mas ganancias, menos endeudamiento, más independencia, más capacidad de decisión, más producción, etc.

En definitiva, un país con ollas llenas, es un país con más libertad.


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