¿Por qué se ríen?

Silvia Hafford. Esp. Educación Maternal DNI 14.111.064

CIPOLLETTI

En el programa Ultima Conexión que se transmite en C5N los sábados de 20 a 21, vi por casualidad, en días de aislamiento, algo que me generó como mínimo la necesidad de preguntarme de qué se ríen, por qué se ríen.

En este programa se presentan videos que han sido muy comentados en las redes sociales y tal como aparece en la página web minutouno.com (sección Espectáculos 5/4) es “diversión asegurada para arrancar el fin de semana bien arriba”.

Me refiero a los videos en los cuales se expone a niños y niñas a situaciones abusivas diría, para divertimento de adultos sin considerar que los pequeños no lo pasan bien, se asustan, se confunden, se entristecen.

La niña, el niño como objetos utilizados para hacer reír a esos adultos que tal vez dirán que lo hacen con “buena onda”, “sin malas intenciones”.

Lo cierto es que acá nadie piensa realmente en les niñes como sujetos que dependen por completo de los cuidados de otras personas, que su subjetividad se va constituyendo en esos primeros vínculos con quienes les rodean, que necesitan adultos responsables que ofrezcan un sostén emocional para permitirle conocer el mundo desde un lugar seguro y confiable.

¿Cómo es posible? Tenderles trampas para divertirse, reírse de un niño pequeño al que le han colocado una pantalla en la cabeza que le impide la visión, que está iniciando sus primeras marchas, pierde el equilibrio y cae, se golpea, llora.

Una niña que es llevada hasta un espacio con piso transparente y dejada allí para ver cómo reacciona al caminar por esa superficie. Por supuesto, al advertirlo se asusta, se desconcierta ante esa sensación de vacío que seguramente siente al mirar hacia abajo.

No quise continuar mirando por la indignación y la impotencia que me invadió en ese momento.

¿Qué es lo que les da risa, la fragilidad? ¿La vulnerabilidad propia de la temprana infancia en sus primeros pasos, en sus incipientes hallazgos del mundo?

Pido que seamos más conscientes y no permitamos que se ridiculice a nadie y menos si es un niño, una niña; sea en el espacio que sea, en los medios masivos o en cualquier situación; hay que ponerle el nombre que corresponde a estas acciones, no es gracioso el abuso emocional.


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