Cerrazón

Por Carlos Torrengo ctorrengo@rionegro.com.ar

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Fue el lunes.

Lugar: Ministerio de Economía de la Nación.

Domingo Cavallo entró. Miró a sus pares de las provincias y se sinceró con formidable economía de palabras:

– Señores, vamos a vivir el peor trimestre de la última década- dijo. Luego mostró el desolador panorama que arrojan las cuentas fiscales.

Siguieron reproches, advertencias y ánimos estrujados. Cuando el encuentro terminó, el rionegrino José Luis Rodríguez se sintió en la obligación de hablar desde un piso mínimo de esperanza.

– Cavallo nos aseguró que si ajustamos nuestro presupuesto, Nación nos acompañará en una reestructuración de la deuda. Como garantía de la misma, los bancos tomarán parte del impuesto al cheque, lo que determinará un bajo riesgo de cobro y consecuentemente una baja de la tasa de interés que hoy nos cobran.

El martes, en Viedma, ante «Río Negro», Rodríguez detalló la propuesta. Cuando terminó, el silencio se hizo pesado. Lo cortó este diario.

– Ministro…hay mucho mecanicismo para implementar esa alternativa…Uno tiene que conseguir la pintura, otro traer la lija, alguno debe acordarse de traer el pincel, tampoco debe faltar la escalera y finalmente hay que encontrar la casa para pintar…y esto sin olvidarse de tapar los muebles y correrlos…

Rodríguez se encogió de hombros:

– Sin esto, las provincias son inviables – respondió.

Y ayer, el viedmense y socialista popular Juan José Tealdi pateó Roca todo el día pregonando casa por casa que es el mejor candidato a senador que ofrece el menú electoral de la provincia. Al atardecer, estaba desolado:

– De cada 10 casas en las que toqué timbre, en siete me dijeron que no van a votar, votarán en blanco o meterán cualquier cosa en el sobre…Esto, así, no va – dijo Tealdi.

Hay un hilo conductor entre la reflexión del ministro Rodríguez y lo sucedido a Tealdi: la convicción de lo inviable como una creciente constante en las percepciones sobre el futuro del país.

Poco le falta para asociarse a la nada sartreana.

Pero claro, siempre surgen «salvavidas».

Para evitar que la provincia se torne inviable debido a su deuda, el ministro se aferra a una propuesta que requiere de mucha alquimia, conducta racional y nada de demagogia, para implementarse.

Y para decirle a la política que tal como está no le sirve de nada, mucha gente apela a lo inviable como método de acción directa que garantice resultados concretos en favor de su descontento.

Porque con el voto en blanco, nulo o abstención, lo único que objetivamente triunfa es el «no te metás».

Eso es lo objetivamente concreto: el fortalecimiento de una actitud típicamente argentina, el escape a las responsabilidades cívicas.

Es imposible de comprobar, claro. Pero con toda seguridad, quien vota en blanco, nulo o se abstiene, es aquel que tampoco va a las audiencias públicas donde se definen tarifas eléctricas, de impuestos, peajes, etc.

No se mete. Luego cuestiona.

¿Cuántos roquenses -por caso- fueron a las audiencias públicas donde se avanzó, aunque haya sido a los porrazos, nada menos que en la definición del presupuesto municipal de la ciudad?

Y seguramente también a las legiones que votan en blanco, nulo o se abstienen pertenecen muchos de los que en un pasado no tan lejano justificaron el cínico y cómplice «en algo andaría», la más sangrienta etapa de la vida argentina.

Además, ¿en dónde encuentra fundamento la peregrina idea de que votar en esa dirección implica un llamado de atención a la dirigencia tan severo como para que cambie de conducta y no genere más desencanto?

Finalmente, si votar de ese modo implica rechazo a la política, estonces esos votos son simple fascismo o stalinismo.

Aquí y en cualquier parte del planeta donde se vote.

Pero es cierto, incluso hoy, al borde de una elección a la que llegan duramente cuestionados, dirigentes y gobiernos siguen empecinados en hacer todo lo menos aconsejable para mejorar estilos y formas de ejercer el poder.

Lo que está haciendo el gobierno rionegrino con la Secretaría de Fruticultura es realmente grave. Tiene decidido que se vaya su titular Miguel Quadri.

E insiste en nombrar en su reemplazo al diputado Juan Accatino, quien ya dijo no.

Pero el gobernador Verani insiste para que de esa forma la banca de Accatino sea heredada por Miguel Machado, y a éste no se le ocurra reclamar en enero lo que ya le prometió el mandatario hace dos años: la banca de la legisladora Delia Dieterle, veranista a ultranza.

Todo un dibujo de operación que no se fundamenta en otra razón que un interés político particular del mandatario y su veranismo.

Operación que por supuesto lejos está de tener en consideración cuanta formación y experiencia tiene Accatino en lo que hace al complejo trámite frutícola.

Tan politizado está este nombramiento, que según el candidato a senador por el MPP Guillermo Grosvald, también se lo ofrecieron a él.

La propuesta -confesó a este diario- la hizo el intendente de Cipolletti, Julio Arriaga, líder del Frente Grande e incondicional de Verani en la Alianza.

Grosvald se explicó la oferta desde un único lado: «Como en Cipolletti le gano la elección a la Alianza, me quieren sacar del medio con un cargo».

Algo así como Hernán Cortés en asombroso mundo azteca que avasalló: espejitos, peines, peinetas…


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