El secreto de la quinoa: cómo sus hojas le ayudan frente el cambio climático

Científicos de Neuquén, Buenos Aires y Salta junto con colegas de los Estados Unidos y Arabia Saudita descubrieron que las hojas del ancestro silvestre de la quinoa cambian su forma y tamaño según la temperatura del ambiente. Postulan que esa capacidad de adaptación abre la puerta a desarrollar cultivos más resistentes para el futuro de la alimentación

La quinoa se destaca como un superalimento, pero su historia silvestre todavía revela secretos importantes. Científicos de Neuquén, Salta y Buenos Aires, en la Argentina, junto con colegas de los Estados Unidos y Arabia Saudita descubrieron cómo la forma de las hojas de la quinoa silvestre permite que la planta afronte diferentes climas.

Los investigadores se enfocaron en la especie Chenopodium hircinum, ancestro de la quinoa. El trabajo demuestra que la morfología de la hoja es un intermediario clave entre el ambiente y el funcionamiento fisiológico de la planta. Esto significa que la forma de las hojas actúa como un puente entre las condiciones variables del ambiente (como el clima, la temperatura o la humedad) y el funcionamiento interno de la planta (cómo respira, crece o realiza la fotosíntesis).

El artículo fue publicado en la revista AoB Plants. Participaron los científicos Jonatan Rodríguez, Vilma Quipildor y colegas del Laboratorio de Investigaciones Botánicas (LABIBO) de la Universidad Nacional de Salta y CONICET, y el ingeniero agrónomo y doctor en estadística Sergio Bramardi, que pertenece al Centro de Investigaciones en Toxicología Ambiental y Agrobiotecnología del Comahue (CITAAC) de la Universidad Nacional del Comahue y CONICET, en Neuquén.

También colaboró Daniel Bertero, de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires y el Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas a la Agricultura (IFEVA), CONICET.

Por qué la forma de la hoja importa


El equipo analizó cómo las hojas ayudan a la planta a adaptarse cuando el clima cambia. Se preguntaron si la variedad en la forma de la hoja refuerza la resistencia y la eficiencia de la quinoa silvestre, especialmente en zonas extremas de Argentina.

El estudio se centró en la hipótesis de que la variación en la forma de la hoja refleja una adaptación al entorno térmico de origen y que esta variación morfológica es funcionalmente significativa.

Los científicos eligieron la quinoa silvestre porque crece en ambientes que varían de áridos a templados. Esto sirvió para comprobar si la diferencia entre hojas ayuda a enfrentar microclimas distintos, aportando una ventaja evolutiva.

El objetivo general fue descubrir si la diversidad en forma de hoja influye en características físicas clave, como el peso de la hoja o la eficiencia para el uso del agua. Este conocimiento puede ayudar a mejorar cultivos ante temperaturas extremas, sequías y olas de calor.

Otra meta fue entender si la variedad entre hojas es producto de la genética o si responde a la reacción de la planta ante cada ambiente. Si la genética define la forma, seleccionar ciertas plantas puede mejorar futuros cultivos.

Los expertos mostraron que el tipo de hoja ayuda a la quinoa a adaptarse mejor al clima/Freepik

Cómo se hizo el estudio


El análisis tomó once poblaciones de Chenopodium hircinum de diferentes ambientes y se las cultivó juntas en un solo jardín experimental en el noroeste de Argentina. Así, los científicos descartaron el efecto del ambiente inmediato y evaluaron la diversidad genética y la capacidad de adaptación.

Las semillas provenientes de distintos climas fueron tratadas y sembradas bajo control para que la comparación sea justa. El equipo ubicó las áreas de origen en diferentes ecorregiones como el Monte de Altura y la Puna Andina Central.

Para estudiar la forma de las hojas, se emplearon tecnologías precisas que permiten medir con exactitud diferencias sutiles. Los resultados mostraron grandes diferencias entre poblaciones según la temperatura media de verano del lugar de origen.

Encontraron que la morfología foliar varió significativamente entre poblaciones y se asoció con las condiciones climáticas de origen, especialmente la temperatura media de verano. Los análisis identificaron dos grandes tipos de hojas: unas más redondeadas y otras profundamente lobuladas.

Además, los científicos midieron variables como la temperatura propia de las hojas, el peso seco y el contenido de clorofila. Hallaron una alta conexión entre forma y función: “los rasgos funcionales y fisiológicos no mostraron correlación directa con las variables ambientales pero sí fuertes asociaciones con la forma de la hoja”.

Las hojas estrechas y enteras ayudaron a la planta a enfriar la superficie, mientras que las lobuladas, con márgenes divididos, presentaron temperaturas más altas y menor capacidad de intercambio de gases.

Los científicos recomendaron seguir usando jardines experimentales y sumarlos a ensayos de trasplante para diferenciar los efectos genéticos de los ambientales.

Destacan que la variabilidad dentro de la especie puede ser una fuente clave de resiliencia al clima y una herramienta útil para el mejoramiento de cultivos.

La diversidad de formas en las hojas de la quinoa silvestre permite que la planta se adapte mejor a los cambios climáticos. Esta característica resulta clave para desarrollar cultivos más resistentes.

Cultivar quinoa silvestre en jardines experimentales ayudó a identificar diferencias genéticas, sin que el clima del lugar afecte los resultados.

Las propiedades y el origen del superalimento andino


La quinoa es una planta originaria de la región andina de Sudamérica, cultivada principalmente en Bolivia, Perú y Ecuador desde tiempos precolombinos.

Pertenece a la familia de las amarantáceas y se considera un “pseudo-cereal” porque sus granos se usan como cereal pero no lo es botánicamente.

Su uso principal es alimentario, ya que sus semillas se cocinan de forma similar al arroz y constituyen la base de diversas recetas tanto tradicionales como contemporáneas.

La quinoa destaca por su perfil nutricional, con un alto contenido de proteínas, fibra, minerales como hierro, magnesio y fósforo, y todos los aminoácidos esenciales para la dieta humana, lo que la convierte en una opción valiosa para quienes siguen dietas vegetarianas o veganas.

Además, no contiene gluten y puede ser consumida por personas celíacas. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la quinoa aporta beneficios para la salud cardiovascular y el control glucémico.


La quinoa se destaca como un superalimento, pero su historia silvestre todavía revela secretos importantes. Científicos de Neuquén, Salta y Buenos Aires, en la Argentina, junto con colegas de los Estados Unidos y Arabia Saudita descubrieron cómo la forma de las hojas de la quinoa silvestre permite que la planta afronte diferentes climas.

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