Eternauta patagónico, el nuevo ictiosaurio con ojos gigantes y mandíbula ultrarrápida

Fue un reptil marino de gran singularidad anatómica. Un equipo de científicos de La Plata y Roca describió a la nueva especie y rindió un homenaje a la emblemática historieta argentina. El ejemplar fue hallado en Neuquén y destaca por sus enormes ojos y una mandíbula adaptada para atrapar presas pequeñas y ágiles.

Un grupo de científicos de La Plata, la capital de la provincia de Buenos Aires, y General Roca, Río Negro, realizó el hallazgo de un ictiosaurio, que fue una pieza clave a la historia de la vida marina prehistórica.

Era un reptil que tenía ojos del tamaño de un plato, una mandíbula muy rápida y un cuerpo que podía alcanzar hasta cinco metros de largo. Lo llamaron Eternauta patagonica, y vivió en los mares de lo que hoy es el territorio de Neuquén entre 152 y 145 millones de años atrás.

El nombre de la nueva especie tiene un significado especial. Los científicos explicaron que el género hace referencia a El Eternauta (1957), de Héctor Oesterheld y Francisco Solano López, una obra emblemática de la historieta argentina. En ella el protagonista, Juan Salvo, se presenta como “un viajero del tiempo, navegante en la eternidad”.

Decidieron entonces llamar Eternauta al ictiosaurio no solo por su resonancia simbólica (un navegante del tiempo que persiste a través de los siglos) sino porque este animal marino, de algún modo, siguió navegando durante 150 millones de años hasta llegar a la actualidad. La palabra “patagonica” resalta el lugar y la tradición científica donde apareció el fósil.

Los restos consisten en un esqueleto parcial hallado en la Formación Vaca Muerta. A partir del análisis de esos restos, los investigadores aportaron nuevos datos sobre la evolución de los ictiosaurios en la Patagonia y sobre cómo era la vida en los mares antiguos.

El equipo estuvo formado por Lisandro Campos, Marta Fernández y Yanina Herrera de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata, y Marianella Tavelli, de la Universidad Nacional de Río Negro y el Conicet. Los resultados se publicaron en la revista Historical Biology.

Qué eran los ictiosaurios


Los ictiosaurios eran reptiles marinos que vivieron en los océanos durante la era de los dinosaurios. No eran dinosaurios, pero compartieron la misma época. Tenían el cuerpo alargado parecido al de un delfín o tiburón, una cola en forma de media luna, patas transformadas en aletas y un hocico largo lleno de dientes. Se adaptaron totalmente a la vida acuática y cazaban peces y otros animales marinos.

Lisandro Campos fue el primer autor del estudio que identificó al ictiosaurio Eternauta patagonica (Crédito: Conicet)

Eternauta patagonica pertenece al grupo de los ictiosaurios. Tras encontrar los restos y hacer la excavación, los científicos se concentraron en describir la anatomía de la nueva especie.

El doctor Campos, primer autor del estudio, contó a Diario RÍO NEGRO: “En base a las características de sus ojos, mandíbula y dientes, pudimos determinar que ese animal usaba una estrategia diferente a otros depredadores marinos del Período Jurásico”.

Sus ojos posiblemente le ayudaban a detectar presas en profundidades en las que otros carnívoros no podían ver, acotó Campos.

Por otro lado, “la musculatura asociada a su mandíbula revela que tenía poca fuerza para apretar y morder, pero qué era muy veloz en su movimiento de cierre”, añadió. Una mandíbula con poca fuerza pero excepcionalmente veloz es perfecta para cazar peces y ammonites (parientes de los pulpos y calamares), presas escurridizas y muy veloces.

El examen del cráneo y la boca mostró que, con este diseño, podía atrapar animales ágiles sin competir cara a cara con los grandes depredadores de su época.

El estudio también tuvo en cuenta el entorno en el que vivía. En los mares había otros reptiles gigantes, como plesiosaurios y cocodrilos marinos. Comprender las diferencias anatómicas ayuda a explicar cómo Eternauta patagonica encontró su propio lugar en un ecosistema con tanta competencia.

Detalles del esqueleto y hallazgos clave


El análisis partió del esqueleto parcial recuperado en Vaca Muerta. El equipo estudió especialmente el cráneo, la mandíbula y los huesos de los ojos.

El doctor Campos explicó que los ojos de este reptil, a partir del anillo esclerótico, podrían medir hasta 25 centímetros de diámetro, una característica que posiblemente le daba una visión extraordinaria para cazar en lugares oscuros.

El ictiosaurio se destacó por el exagerado tamaño de sus ojos y su mandíbula ágil (Crédito Conicet)

Las pruebas biomecánicas sobre la mandíbula revelaron la musculatura capaz de abrir y cerrar la boca con gran velocidad.

El científico especificó que es posible que los mismos dientes también desempeñasen una función importante en la detección de presas con la capacidad de producir chorros de tinta como algunos moluscos.

El ictiosaurio Eternauta patagonica fue un animal de dimensiones importantes. Su cuerpo completo mediría los cinco o seis metros”.

Lisandro Campos, doctor en ciencias naturales y becario del Conicet/UNLP.

La presencia de otros depredadores en el ambiente obligaba a buscar otras formas de alimentarse. Se estima que Eternauta patagonica optaba por presas esquivas o que se ocultaban en zonas oscuras y profundas del mar donde la competencia era menor.

“Este estudio es una primera aproximación para explicar cómo pudieron coexistir tantos animales de gran tamaño y cazadores en lo que es hoy Patagonia norte. Ahora ya tenemos la primera pista, al menos algunos de esos depredadores, buscaban y acechaban donde otros no podían”, resaltó Campos.

Los investigadores esperan que se hacen más campañas de paleontología en la Formación Vaca Muerta, porque un solo fósil parcial no permite dar todos los detalles sobre la especie. Los científicos reconocen el valor de cada hallazgo para sumar datos sobre la evolución de los reptiles marinos y la diversidad de la vida antigua en la Patagonia.

La diversidad y adaptación de los ictiosaurios


Los ictiosaurios fueron reptiles marinos que vivieron desde el Triásico Inferior hasta el Cretácico Superior, entre hace unos 250 y 90 millones de años. Sus fósiles se han encontrado en muchos continentes, incluidos Europa, América del Norte, América del Sur (especialmente en la Patagonia argentina y chilena), Asia, y Australia.

Tenían cuerpos hidrodinámicos similares a los de los delfines actuales, grandes ojos adaptados a aguas profundas y hocicos alargados con dientes afilados. Se alimentaban principalmente de peces y cefalópodos.

A diferencia de muchos reptiles, eran vivíparos: daban a luz a crías vivas en lugar de poner huevos.

Hallazgos recientes ampliaron el conocimiento sobre el grupo. En la Patagonia chilena, el fósil «Fiona» reveló detalles sobre la reproducción de estos reptiles. En el Reino Unido, se describió el «dragón espada», con proyecciones óseas singulares.

Además, en ese mismo país se halló la mandíbula de un ictiosaurio gigante, Ichthyotitan severnensis, que pudo alcanzar más de 25 metros, como una ballena azul. Esos descubrimientos demuestran la enorme diversidad y adaptación de los ictiosaurios en diferentes regiones y épocas.


Un grupo de científicos de La Plata, la capital de la provincia de Buenos Aires, y General Roca, Río Negro, realizó el hallazgo de un ictiosaurio, que fue una pieza clave a la historia de la vida marina prehistórica.

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