Los corderos podrían ser alimentados con insectos

Científicos y cooperativas en Bariloche investigan la alimentación alternativa, que puede ser más amigable con el ambiente.

Más de 2.500 millones de personas en todo el mundo ya dependen de los insectos como fuente de alimentación suplementaria. En Bariloche, una iniciativa de científicos -en colaboración con cooperativas- propone que los insectos también sirvan como alimento para los corderos.

Se trata del grupo de especialistas del Instituto de Investigaciones Forestales y Agropecuarias de Bariloche, que depende del INTA y del Conicet, quienes llevan adelante un proyecto de innovación que está focalizado en el desarrollo bioeconómico de un alimento alternativo para los rumiantes como los corderos, durante su fase de engorde.

Así se busca suplantar la harina de soja por una ración alimentaria a base de insectos que son conocidos popularmente como “mosca soldado negro”. Su nombre científico es Hermetia illucens. La larva de esa especie de insecto tiene un alto contenido proteico y puede transformar residuos orgánicos en proteínas de alta calidad.

En el proyecto están involucradas la Cooperativa Agrícola Ganadera Calibuí, la Cooperativa de Trabajo “Arreando Sueños” y las Agencias de Extensión Rural del INTA de la Estación Experimental Agropecuaria Bariloche. Se intenta hacer que los productores ganaderos de Río Negro y Neuquén accedan a nuevos desarrollos tecnológicos mediante la innovación alimentaria. A su vez, se apunta al mejoramiento de la cadena de producción de carnes y a la generación de un nuevo producto para la venta y comercialización.

Así es la harina hecha con insectos Mosca Soldado Negro

“Buscamos un insecto que podría utilizarse en forma masiva y nos vinculamos con PROCENS Tecnología Natural (SAS), una empresa que produce harina de insectos en el país”, contó la bióloga e investigadora del Conicet Valeria Fernández Ahrex.

La científica lidera el grupo Estepa, que estudia la ecosociología en territorios de la Patagonia Argentina y tiene como objetivo atender las demandas de los productores ganaderos y sus problemáticas en relación con el perjuicio o la pérdida económica relacionada con la fauna local.

Somos el primer grupo que trabaja en este tema con rumiantes menores en la Argentina. Los otros están en Australia y Reino Unido, muchos trabajan in vitro o in vivo; es algo que empezó en 2012. Hay investigaciones en animales monogástricos como peces, aves y cerdos, en animales domésticos y rumiantes aún no había. Puede ser un boom”, opinó.

En tanto, Sebastián Villagra, doctor en ciencias agrícolas en el IFAB, habló sobre cómo se hacen los estudios. “Los ensayos que hacemos tienen diferentes objetivos. El principal es introducir alimentos de la mejor calidad en los rumiantes para la producción con el menor costo posible”. De ese modo, los productores podrían mejorar su sistema de producción de manera eficiente y sustentable.

Los alimentos tradicionales, como la soja y el maíz, son más caros y tienen una huella ecológica muy alta no sólo por cómo se producen sino también por su transporte”, describió Villagra para explicar por qué investigan los alimentos alternativos.

En esta primera etapa del proyecto, los investigadores evaluarán el consumo y ganancia diaria de peso de los animales, la condición corporal, el desempeño productivo, el bienestar animal y la calidad de la carne. Harán comparativas con el estándar de harina de soja, según contó la bióloga e investigadora del CONICET María Mercedes Odeón.

Los investigadores María Mercedes Odeón, Laura Villar, Valeria Fernández Ahrex, Brenda García Falabella y Sebastián Villagra.

Los ensayos están avalados por el Comité Institucional para el Cuidado y Uso de Animales de Experimentación de la Regional Patagonia Norte (CICUAE). El equipo también está conformado por la especialista en producción animal Laura Villar y la médica veterinaria Karina Cancino del IFAB y trabaja en articulación con el laboratorio de forrajes, alimentos y nutrición animal del INTA a cargo de la bióloga Verónica Caballero.

El año pasado ya la iniciativa fue reconocida por el INTA como idea innovadora para el agro por su contribución al avance de tecnologías vinculadas al ámbito agroalimentario que generan oportunidades de negocio a nivel regional, nacional e internacional.


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