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Qué efectos tiene los microplásticos cerca de la costa de Río Negro

La bióloga marina María Eugenia Orrego, becaria del Conicet, ganó un premio del Instituto de Conservación de Ballenas para investigar el tema

Una bióloga marina de San Antonio Oeste, en Río Negro, fue premiada para profundizar estudios sobre microplásticos. Recibió el premio Australis del Instituto de Conservación de Ballenas para jóvenes investigadores.

Se trata de María Eugenia Orrego, quien está realizando un doctorado en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. Ella estudiará los efectos de los microplásticos en la ingesta y nutrición de crustáceos como cangrejos, centollas, langostas y langostinos (que son conocidos como decápodos debido a su caparazón rígido).

El comité evaluador destacó sobre el proyecto de Orrego que “resulta interesante y relevante de llevar a cabo. Los resultados brindarán herramientas para comprender el potencial impacto de los microplásticos en los organismos bentónicos de la Patagonia, generando una base de datos para protegerla. Además, este proyecto podrá otorgar respuestas a tomadores de decisiones, ya que trabajará sobre un objeto de pesca, y por consiguiente, es de interés para la Secretaría de Ambiente”.

La investigación elegida se centra en la posible existencia de contaminación por microplásticos en esas especies, que se comercializan y son consumidas de manera habitual por vecinos y turistas.

La bióloga María Eugenia Orrego estudiará efectos de los microplásticos en la ingesta de cangrejos, centollas, langostas y langostinos

¿Podrían afectar esos microplásticos a las personas si el estudio llegara a determinar su efectiva existencia? Hasta ahora, a nivel mundial hay pocas investigaciones sobre el tema, porque ese tipo de contaminación se está estudiando recién hace 3 o 4 años.

Lo que se sabe es que su ingesta provoca problemas gastrointestinales y reproductivos, cáncer y abortos en embarazadas.

También se detectaron trastornos a nivel hormonal, y se presume que las mujeres se verían más perjudicadas que los varones. Por todo eso, el trabajo premiado se considera valioso porque puede aportar más luz sobre el tema.

Orrego realiza su proyecto en el Centro de Investigación Aplicada y Transferencia Tecnológica en Recursos Marinos “Almirante Storni” (CIMAS) en Río Negro.

En diálogo con Diario Río Negro, Orrego contó que “la gran mayoría de los residuos plásticos del océano parecen proceder de tierra firme, pero el uso de plásticos en el mar también genera residuos. Los plásticos de las artes de pesca (por ejemplo, los nylons de las redes) que son más densos que el agua de mar, se pierden habitualmente y suelen acumularse en el sedimento del fondo, lo que los hace biodisponibles”. Además, destacó que “la categoría denominada ‘microplásticos’ es la principal preocupación”.

Una de sus indagaciones se centró en el cangrejo verde europeo, que es de amplia distribución y un predador por excelencia, y de gran interés comercial para la zona asiática. “Se desconoce el efecto que pueden causar sobre ellos los microplásticos, dentro de toda su red de alcance, incluido el hombre”, precisó la licenciada en biología marina.

Los resultados obtenidos hasta ahora indicaron la presencia de estas fibras plásticas tanto en las branquias como en el estómago de esos cangrejos. Algo complejo porque esta especie, de interés comercial, se consume en su totalidad. La mayor abundancia de plásticos (fibras de color transparente, negro, azul y rojo) se vieron en la parte estomacal. Se contabilizaron desde un mínimo de 2 por individuo hasta un máximo de 40.

Cabe destacar que en las playas de San Antonio Oeste donde se colectaron las muestras los desechos pesqueros son la principal fuente de contaminación plástica. Desde redes hasta cabos (trenzados de hilos plásticos), cajones enteros o restos, y botellas con cabos atados que se utilizan como boyas.

Cómo se clasifican los microplásticos

Los microplásticos se dividen en primarios y en secundarios. Los primarios son las botellas, las bombillas plásticas y los desechos pesqueros. Los secundarios son producto de la degradación de los primarios en fragmentos más pequeños.

Consultada sobre lo que hará con el premio, la científica dijo que financiará “los bioensayos propuestos en mi doctorado. La dinámica es ver la ingesta de microplásticos en dos especies de cangrejos en el Golfo Nuevo (Chubut) y ver qué tan nocivos son sus efectos”, contó.

La joven recordó: “Cuando inicié este doctorado pensé que el ambiente estaba menos contaminado, pero me encontré un panorama difícil. Un poco peor de lo imaginado. Soy consciente de que erradicar el plástico no es tarea fácil. La idea de mi trabajo es que pueda brindar evidencias necesarias de su efecto tóxico, y dar herramientas para que su consumo sea lo menos dañino para el ser humano”.

En 10 años, Orrego se imagina terminando el doctorado y encarando un post-doctorado. “La ecotoxicología me atrapó y quisiera seguir en esa rama. También me quedó ‘en el tintero’ terminar una maestría en oceanografía, en Chile”.

Con respecto a su decisión de estudiar biología marina, confesó que se inició cuando mis padres en unas vacaciones me llevaron a Mundo Marino, el oceanario que está ubicado en la ciudad de San Clemente del Tuyú, Partido de La Costa, en provincia de Buenos Aires. A eso se sumó “una profesora que tuve en el secundario, que me enseñó a amar la biología, y fue así que arranqué con la idea de ser bióloga”, reconoció.

En qué consiste el Premio Australis

Orrego no fue la única sanantoniense en sobresalir con sus aportes. Porque Josefina Cuesta Núñez, de la misma localidad, también obtuvo una distinción por su trabajo sobre la dieta de dos especies de lenguados del Golfo San Matías.

El premio que las jóvenes obtuvieron y que también le fue otorgado a otros tres científicos de diferentes sitios (Betiana Melisa Coronel, Florencia Di Marco y Francisco Yakimovicz Niccolini) fue establecido por el Instituto de Conservación de Ballenas en 2016 (a 20 años de la fundación de esa organización no gubernamental) para apoyar iniciativas de investigadores y estudiantes que contribuyan a la conservación de la biodiversidad de la fauna marino-patagónica.

Consiste en una ayuda económica destinada a financiar tareas de campo y de laboratorio, ya sea de estudiantes de grado del ciclo superior, del doctorado en ciencias biológicas o becarios de Conicet, para que puedan desarrollar y profundizar sus proyectos en Chubut y en Río Negro.


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