Claudio Faivre Duboz: “No olvido los días de viento y ladrillo”

Marroquí de origen y de espíritu inquieto que lo llevó incluso a la Guerra de Argelia, descubrió la vocación sacerdotal y la unió a la opción por los más pobres. Esos ideales se plasmaron en una tarea de 40 años en la Pastoral Social y el programa “Un techo para mi hermano” de construcción solidaria en Río Negro, que sigue.

DEBATES

Nació en Marruecos hace 81 años. Francés por ley de sangre, combatió en la Guerra de Argelia. Luego, seminario y cura. Y en un tiempo que se tornó bíblico, recaló en Choele Choele primero y luego en Roca (ver recuadro). Y “adicto al Evangelio” -se define- hizo de su sacerdocio una entrega total al trabajo social, “a luchar por la dignidad de la vida ahí donde la vida es definición de injusticia, de precariedad”. Pasó años en el Alto Valle, donde desde la Pastoral Social sembró la semilla de un “Techo para mi hermano”. Una tarea inmensa que hoy mantiene su vigor. Hace ocho que volvió a Francia. Vive en Lyon. Y de tanto en tanto vuelve a la Argentina, a “mi Río Negro, no olvido los días de ladrillo… y viento”. Días atrás, conversó con “Debates” antes de partir rumbo a “esa otra patria que tengo en la fatigada Europa”.

-¿Cómo vuelven sus días en los valles de Río Negro ahí, en la veterana Lyon en que vive, un lugar tan cruzado de siglos de historia fuerte?

-Vuelven todos los días. Esos valles dan forma a más de 40 años de mi vida, de mi trabajo pastoral… la gente. Valle Medio y Alto Valle son mi país. Desde el 2008 estoy en mi otro país: Francia. Y vivo juntando algunos mangos. ¿Se sigue diciendo mangos no?

-Sí, sí…

-Y manguito por manguito, de tanto en tanto me pego una vuelta. Hasta que el viento de la Patagonia me lleve a Francia…

-¿Bajo la consigna que en la Patagonia todo viento presente siempre será menor que el viento por venir?

-No, no… Un compañero, el viento. En las construcciones de “Un techo para mi hermano” nos revoleaba los baldes, nos tiraba los andamios… Pero no aflojábamos. Días de ladrillo y ladrillo. Y no afloja la gente que hoy está a cargo del programa. Siguen y siguen…

-¿Sigue ejerciendo el sacerdocio en Francia?

-Bueno, voy a misa pero estoy en retiro.

-Quienes en la provincia conocen muy bien su pensamiento sostienen que seguramente recibió con reparos la designación de Bergoglio como papa. ¿Es así?

-Algo parecido, en todo caso. Es un hombre de sólida formación teológica. Pero en un principio pesó sobre mí cierto pasado de él en relación con la dictadura y la Iglesia Católica. Especialmente a ciertos claroscuros existentes sobre en cuánto se interesó por la suerte de jesuitas -caso Yorio, por ejemplo- que sufrieron represión, cárcel.

-Hay consenso en que la Iglesia Católica está acechada por urgencias. Huelga detallarlas, son conocidas. ¿Francisco la saca del pantano?

-Camina firmemente hacia ese objetivo. Creo que hay un solo modelo válido para salir adelante y él lo conoce muy bien: el del Concilio Vaticano II. Arrancó con el digno Juan XXIII. Y hay que volver a Pablo VI cuando colocó, referenciándose en ese Concilio, “la centralidad del hombre” como misión fundamental de la Iglesia. El hombre es la humanidad. Y la Iglesia tiene que ser la servidora de esa humanidad vía la fraternidad, la solidaridad, vía el estar al lado de los que sufren pobreza, indigencia, marginalidad.

-¿Se había olvidado la Iglesia de esa misión en las décadas últimas?

-Digamos que en gran parte de la Iglesia esa misión había pasado a ser secundaria.

-¿Cómo se evidenciaba ese posicionamiento desde adentro de la Iglesia? Porque el afuera fue conformando opinión sobre lo que sucedía.

-Por ejemplo, en la formación de sacerdotes. Se formaron legiones de sacerdotes para una “religión”, no para la “humanización” de la sociedad. O sea, para ayudar al humano en dirección a buscar fraternidad, solidaridad… ¿Acaso no fue ése el proyecto de un tal Jesús?… Y volviendo a Francisco, él habla mucho de retornar a la “centralidad del hombre”…

-Dentro del esquema de jerarquías, poder, sistema de decisiones de la Iglesia, ¿hay algún plano indispensable para Francisco en relación con ese cambio?

-Los obispos, un espacio fundamental.

-¿De ahí que no bien arrancó, mucho de su discursividad vertebra en el rol de los obispos?

-A horas… en sus palabras iniciales. No olvidemos que se definió como obispo de Roma.

-Vendrían a ser los capitanes en un regimiento. Usted hizo la Guerra de Argelia, sabe de esto.

-Y, como los sargentos, son fundamentales para la hora de ejecutar operaciones. Los obispos encuadran en esa naturaleza decisional, sin andar a los balazos, aclaremos.

-En todo este esquema, ¿los cardenales vendrían a ser la burocracia pastosa y rosquera de la Iglesia? Disculpe la vulgaridad de los términos.

-Vale. En general, aunque siempre rige la excepción, es un plano alejado de la gente, un plano que puede interpretar a sus obispos, pero luego tienen su juego propio, intereses que no necesariamente contempla la opinión de los obispos.

-De hecho, ¿Francisco apunta a un nuevo eje de poder a la hora de forjar decisiones?

-Exactamente. En tren de explicar lo que quiere en esta materia, Francisco apela a un término: sinodalidad, o sea que las decisiones que hacen a los problemas de todos tienen que ser debatidas entre todos. Por ejemplo, en todo lo que hace a la cuestión de la familia en este mundo que muda y muda, familia con la que cada uno de una manera u otra todos tenemos que ver… divorcios, uniones de hecho, matrimonios igualitarios e interreligiosos y etc., etc… Bueno, Francisco propone debatir ampliamente estos temas. Sin temor, con mentalidad oxigenada, abierta. Escucharnos, decir lo que se piensa. Esta sinodalidad toma, desde Francisco, forma a partir de los obispos y baja al conjunto de la Iglesia.

-¿Qué interpreta – lo ha dicho el teólogo suizo Hans Küng- que la Iglesia Católica debe salir de ser una “iglesia para sí” a una “iglesia para el mundo”? ¿Qué deje de mirarse el ombligo? Más excusas por la vulgaridad de la frase.

-Vale, ¡síntesis perfecta, en todo caso!… Lo primero, lo de una “iglesia para sí” hace a cómo se formateó a partir del emperador Constantino, que hizo del cristianismo la religión del imperio. Esto derivó a que el papado acumulara un poder inmenso a partir del reconocimiento que se le acreditó a esa primacía fundada “en nombre de Dios”. Fue el dominio de la llamada Cristiandad. Y así durante siglos y siglos. Todo esto es lo que define mucho de una “Iglesia para sí mismo”…

-¿Acumulación de poder, reproducción de poder en función de ejercer poder e imponerse desde ese poder en lo terrenal?

-Puede reflexionarse en esa dirección. Una Iglesia donde las máximas jerarquías ejercieron poder muy divorciadas de la gente. Lo opuesto es lo que ya expliqué: la Iglesia de esa magnífica obra que fue el Concilio, cuyo primer albañil fue Juan XXIII y que techó muy bien Paulo VI… la Iglesia de la humanización, la de buscar a la gente, ayudarla. Un Concilio que dinamitó mucho de la “Iglesia para sí”, pero no… digamos.

-¿No la derrotó?

-Fue y es una batalla muy dura. Francisco está dando una muy buena batalla…

-La “Iglesia para sí” ¿puede ser interpretada como ese espacio en el que prima una ritualidad y formalismos con contenidos muy excluyentes en cuanto a definir por dónde pasa la verdad, lo moral, etc.?

-Exactamente. Y buscar sólo lo religioso en vez de integrar el todo… humanizar, humanizar. Ir por lo distinto, integrarlo respetando lo distinto.

-Y los “pecadores” recalcitrantes ¿qué hacemos?

-También los subimos al micro…

-Semanas atrás estuvo en Buenos Aires el filósofo Gianni Vattimo, quien tiene mucho de teólogo en todo caso. Dijo que si América Latina es reserva de mucho y variado para el destino del planeta, para Francisco es reserva o espacio donde su mensaje mejor puede calar. ¿Qué opina?

-Estoy de acuerdo. Sí, sí. Y el papa lo sabe, claro. La Iglesia Católica de América Latina es y ha sido, y personalmente aspiro que siga siendo, la más atenta a seguir el camino, la propuesta de ser un servicio a la humanidad, trabajo que comienza por los pobres. Es un camino que conoce porque sabe de estar en una geografía donde millones de seres están bajo pobreza, desamparo. Y sabe además cómo influyó aquí el Concilio II… en América Latina hay mojones muy sólidos de él. Ésos son los documentos de Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida, asamblea esta última en la que el hoy Francisco I coordinó la redacción de las conclusiones.

-¿Francisco está acumulando muchos enemigos?

-¡Y qué enemigos!… ¡Nada menos que el dinero!… Pero gana, gana…

Carlos Torrengo

 

 

 

 

 


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