Animales exóticos: un peligro para el medioambiente

COLUMNISTAS

Cada 18 de octubre se celebra el Día Mundial de la Protección de la Naturaleza, a fin de hacer un llamado constante a autoridades, organizaciones y la sociedad mundial en general a frenar la destrucción o el daño a los espacios naturales, en particular aquellos que se consideran zonas protegidas. Muchas veces pensamos en el hombre dañando espacios naturales y así sucede, pero también el hombre trasplanta especies animales y vegetales de un lugar a otro, generando serios problemas ambientales.

Si visitamos el sur de nuestro país, en la zona de los grandes lagos y la cordillera es posible que nos topemos con animales que llamarán nuestra atención, como las majestuosas truchas o los simpáticos ciervos colorados. Si nos vamos más al sur, a la provincia de Tierra del Fuego, nos sorprenderemos con la estructura de las sociedades de castores y los diques que construyen con barro, troncos y ramas de árboles que derriban con sus poderosos dientes. En otras regiones nos contarán sobre los salvajes jabalíes. Para los porteños son muy conocidas las carpas, grandes y coloridos peces que habitan el conocido Jardín Japonés del barrio de Palermo. Además de ser muy vistosas y conocidas, estas especies presentan un denominador común: son exóticas.

El Convenio sobre Diversidad Biológica utiliza la expresión “especie exótica” para referirse a aquellas introducidas fuera de su área de distribución natural. Una especie que se introduce desde otro país puede ser exótica. A su vez, dentro de un mismo país una especie cuya distribución está limitada a un ámbito biogeográfico concreto puede volverse exótica si es introducida, voluntaria o involuntariamente, en otra zona del mismo país donde no se encontraría de forma natural.

A esto se contrapone el concepto de especies nativas o autóctonas, que son aquellas cuya presencia en una región se da como resultado de fenómenos naturales sin intervención humana.

Todos los organismos naturales, en contraste con los organismos domesticados, tienen su área de distribución dentro de la cual se consideran nativos. El puma, el dorado, el yaguareté, el hornero y el escuerzo son especies nativas de diferentes regiones de nuestro país. El gran problema de las especies exóticas es su capacidad para competir y desplazar a las autóctonas. Esto es debido a su gran poder de adaptación a diferentes ambientes, a la falta de predadores naturales, a la resistencia a patógenos (virus, hongos y bacterias) que sí afectan a las especies nativas y a la gran capacidad para reproducirse aun en condiciones adversas.

Una de las especies exóticas que más daños han causado en nuestro país es la trucha arco iris. Es originaria de los ríos y lagos del oeste de Norteamérica y fue introducida en los lagos del sur de nuestro país a principios del siglo pasado. Actualmente su distribución se ha ampliado mucho y ha llegado a lugares como La Rioja, Córdoba y la Puna. Hay distintos reportes sobre daños que han realizado las truchas sobre especies de peces y anfibios, ya que son muy voraces y devoran huevos, larvas y renacuajos. Han puesto en peligro poblaciones de especies endémicas como la mojarra desnuda.

Otra especie exótica que ha puesto en peligro al huemul -uno de nuestros ciervos nativos- es el ciervo colorado, que proviene del hemisferio norte y fue traído a principios del siglo pasado a la región cordillerana. Se alimenta vorazmente de hierbas, desplazando al huemul, y dado que su población crece con los años es percibido por algunos productores como una competencia para la ganadería. Hoy hay interesantes proyectos de investigación en curso a fin de mantenerlo en una densidad lo más baja posible.

En cuanto a los castores canadienses, sabemos que en 1946 veinticinco parejas fueron introducidas en Tierra del Fuego para el desarrollo de la industria peletera. El proyecto no prosperó y el castor, sin depredadores naturales, rápidamente se expandió como plaga por otras islas de la región. Se estima que han llegado a más de 100.000 individuos. Los castores han alterado lo que se conoce como bosque de ribera, ya que roen la corteza de los árboles y construyen diques de hasta 2.500 metros cuadrados.

Debemos coexistir con estas especies que ya han sido introducidas y no debemos olvidar que muchas de ellas pueden ser también recursos estratégicos para nuestra alimentación (truchas, jabalíes, ciervos); es por esto que estas actividades deben realizarse con sumo cuidado. Es ahí donde entran en juego las políticas llevadas a cabo por las gobernaciones y las legislaturas provinciales para manejar los recursos naturales, instrumentando buenos planes de manejo con el asesoramiento de científicos, técnicos y pobladores para la protección de las especies autóctonas. También ha de ser considerado el manejo responsable, y no por eso no redituable, de las especies exóticas ya existentes.

Debería ser un compromiso ineludible no alentar y evitar, de ahora en más, el ingreso de nuevas especies exóticas, tanto animales como vegetales. Sería interesante saber durante el próximo año, que será electoral, cuáles son las posturas de los candidatos a gobernadores y legisladores en estos temas ambientales, ya que cada provincia tiene sus especies autóctonas y exóticas en delicados equilibrios.

Nuestra sociedad merece un debate que muestre ideas y conocimiento, dejando afuera los eslóganes y las frases genéricas que suelen abundar cuando se debaten estos temas.

MATÍAS PANDOLFI

Doctor en Ciencias Biológicas

MATÍAS PANDOLFI


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