«Come on»

La alegría de una dupla que rozó la perfección.

El abrazo no se terminaba más allá de que, por caballerosidad, había que ir a saludar a los rivales. David Nalbandian y Mariano Puerta se abrazaban y sonreían en el medio del Olímpico de Sydney. Ocho mil personas miraban calladas, sin comprender lo que pasaba, porque Lleyton Hewitt, que no perdía en la Copa desde 2001, se iba derrotado. Pero unos 200 entusiastas seguían gritando, festejando una de las más importantes victorias de la Argentina en esta competencia.

Los cordobeses acaban de superar al ídolo local y a Wayne Arthurs en una hora y 47 minutos de dominio casi absoluto.

La flamante dupla argentina jugó un partido casi perfecto. Y Mariano Puerta tuvo mucho que ver por su alto porcentaje de puntos ganados con el saque : 90%. «Las cosas salieron más fáciles de lo previsto y algunas que planificamos no las pusimos en práctica», dijo el finalista de Roland Garros.

A la hora de hablar de su actuación, reconoció que su servicio fue muy importante «y eso que estaba difícil sacar porque había algo de viento».

Argentina ganó 34 de los 38 puntos que se jugaron con el saque de Puerta, quien no perdió ninguno en el set inicial. «Venía sacando bien hace varios días», remarcó el zurdo.

«Personalmente creo que esto es lo más fuerte que me pasó en el año. Después de Roland Garros y esta victoria, lo que venga es regalo. No te digo que no me importa, pero casi», dijo riéndose.

A su turno, Nalbandian dijo que está «viviendo un gran sueño y, sinceramente, espero desper

tarme después de que pase todo, el lunes si es posible».

Sobre la gran victoria de la medianoche del viernes en la Argentina, afirmó que el arranque del tercer set fue muy importante porque no los dejamos levantar. Remontamos un 15-40 con mi servicio y los bajoneamos, estoy seguro de eso. Ahí nos dimos cuenta que su ánimo no era el mejor y salimos a presionar más que nunca porque era el momento de ganar».

Cuando se lo consultó si le había servido haber jugado antes con Arthurs, dijo: «Me sirvió para ir tomándole la mano al saque. Lo supe leer mejor en el dobles. Sirvió, sí».

Argentina vivió un dobles como hacía mucho no vivía. Un dobles que por momentos hizo olvidar los roces del primer día, cuando el «come on» («vamos») de Hewitt sacó de quicio a Coria.

Claro, esta vez el grito fue bien argentino. (DyN/AR)

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