Cómo funciona la industria de “las mecheras”

Según un especialista, el negocio de robar ropa al menudeo cosecha unos $ 60.000 por día en Neuquén. Utilizan curiosos inventos para evitar los controles de seguridad en los locales.

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NEUQUÉN (AN).- Trabajos de inteligencia, coimas a empleados de seguridad y la invención de dispositivos para desactivar alarmas, forman parte de un amplio abanico de tácticas implementadas por “mecheras”, “pungas” y “carteristas” para lograr su cometido. Un especialista afirma que en esta ciudad hay entre 150 y 200 personas que dedican su vida al hurto en comercios y que cada una puede apropiarse de más de diez prendas por día.

Estos delincuentes del menudeo poco a poco han instalado en la jerga de la policía y los comerciantes términos para definir las modalidades de robo en las zonas más concentradas del comercio. Miguel Chiguay es un policía retirado que se especializó en el tema y dedicó gran parte de su carrera a combatirlos. Hoy oficia como agente de seguridad privada en locales de distintos rubros y goza de una buena reputación entre los empresarios y sus excolegas de la fuerza.

Un poco en broma y otro poco con veracidad, el expolicía explicó que “estas modalidades de robos funcionan como una Pyme”. “Hay entre 150 o 200 personas que viven de esto, salen bien temprano de sus casas para robar”, aseguró.

> Los números del negocio

Las cifras que aporta son llamativas y advierte que la falta de medidas para contrarrestar estos delitos genera cuantiosas pérdidas diarias para los comercios. “Suponiendo que por día operan unas diez personas, se pueden alzar con sumas superiores a los 60.000 pesos. Es un cálculo sencillo: cada mechera te puede robar con facilidad 10 prendas en una mañana, calculando que promediando cada una vale 600 pesos, son 6.000 pesos cada una. Son cifras altísimas”, aclara.

Los artilugios son varios y su efectividad depende de la astucia de los delincuentes. En las grandes tiendas de ropa las modalidades son variadas: esconden las prendas bajo la ropa que llevan puesta, les extraen los prendedores que hacen sonar las alarmas o utilizan recipientes recubiertos para desactivarlos. Algunas apelan la “bolsa biónica” o “bolsita mágica”, que es un recurso muy difundido que consiste en una bolsa fabricada con papel aluminio y cinta adhesiva. (Ver aparte)

Chiguay conserva varios “trofeos de guerra” que ha recolectado con el correr de los años. Los exhibe uno por uno: bolsas, carteras, portafolios y hasta cestos de basura, forrados en su interior con papel aluminio.

Siempre atado a su experiencia, aseguró que “los que se dedican a esto, lo hacen porque saben que no van presos. Entran y salen de la comisaría”. Agregó que hoy en día “ni la policía, ni las empresas de seguridad privada cuentan con gente que se especialice en estos tipos de hurtos. Tampoco dan capacitaciones y son hechos muy fáciles de prevenir”, advirtió.

> Historias de un trabajo de hormiga

El oficio de Chiguay es el de la desconfianza. Hace siete u ocho años en una mañana de trabajo hablaba con el encargado de seguridad en una conocida tienda de ropa ubicada en Mitre al 250 y vio algunos movimientos sospechosos. Así descubrió a tres mecheras que habían venido de Bariloche el mismo día y que habían robado más de 100 prendas.

“Habían llegado a las 7 de la mañana con bolsos vacíos para poder llevarse toda la mercadería que pudieran”, recuerda. El trabajo de las ladronas había sido intenso, en pocas horas habían alquilado una habitación de un hotel sobre calle Félix San Martín y allí guardaban el botín.

“Iban tienda por tienda y se llevaban de a poco la ropa, yo vi a una media sospechosa y la seguí a una hasta el hotel. Cuando entramos a la habitación nos sorprendimos: tenían una montaña de ropa en la cama”, detalló.

> La “bolsa biónica”

Desempolvando varias anécdotas, Miguel Chiguay, recuerda un caso que investigó cuando prestaba servicio en la Comisaría Segunda. “Había un hombre que cometió varios robos con armas, lo investigamos y cuando descubrimos quién era lo detuvimos. Después de que cumplió la condena un día lo encontré caminando y le pregunte a qué se dedicaba. Me respondió que estaba fabricando y vendiendo las ‘biónicas’. No se le arrugaba la cara cuando me lo decía”, recuerda.

La “bolsa biónica” es un dispositivo casero y que no parece muy difícil de fabricar. Consiste en varias capas de papel aluminio superpuestos y recubiertos con cinta adhesiva. Este se introduce en otras bolsas, portafolios, mochilas o carteras, para disimular. Con estos sacos de fabricación casera evitan que se disparen las alarmas ubicadas en las puertas de los negocios.

El caso más llamativo que recuerda Chiguay es el de un tacho de basura forrado con este material.

Miguel suÁrez | miguelsuarez@rionegro.com.ar


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