Cómo se define hoy el trabajo

Reflexiones sobre el mundo laboral que van más allá del 1 de Mayo.

DÍA DEL TRABAJADOR

Por Agustín Parigi (*)

Mientras el mundo desarrollado experimenta uno de los mayores problemas de desempleo en décadas, muchos países latinoamericanos mantienen una política económica basada en la manutención del empleo.

¿Cómo se define hoy el trabajo? ¿Qué características tiene? ¿Cuál debe ser su rol principal? Si se piensa en criterios como la eficiencia operativa, el rol social o el valor político se hace muy difícil entender el significado actual del trabajo.

Si bien la respuesta está en el producto entre el trabajo obtenido y el pretendido, se observa en la realidad cotidiana algunos vicios en los dos componentes de esta ecuación.

Respecto del trabajo obtenido, hay una gran dispersión de datos alusivos a la matriz laboral que van desde las estadísticas de empleo y su formalidad, hasta los indicadores de las principales actividades empleadoras de la economía (construcción, industria, comercio, turismo, etc.).

La desconfianza básica de las estadísticas tanto públicas como privadas, acompañadas de la gran polarización de los medios de información, hace que resulte difícil resolver esta parte de la ecuación.

Pero cuando se mira al otro lado, el trabajo pretendido, aparece una realidad aún más compleja: una actividad sindical cada vez más dinámica, con un discurso unidimensional basado en la discusión salarial que lo reduce a un elemento mercantil más un gobierno que lo enaltece como bandera política, al punto de forzar su crecimiento o evitar su caída desde medidas coercitivas.

También se observa un sector empresarial que permanentemente recurre a los intersticios legales para pauperizarlo como son los contratos temporales, pasantías y tercerizaciones y un sector académico a menudo alejado del mundo organizacional.

Además, aparece una generación que apostó al compromiso laboral y que de la noche a la mañana tuvo que salir con un taxi o poner un kiosco para subsistir y otra generación que vio estos rostros marcados de impotencia y que redefinió casi de modo inconsciente este compromiso.

Por último, existe un solapamiento salarial no solo intra-empresarial sino general, que muestra a médicos de años de formación por debajo de un adolescente que se incorpora a la categoría mínima de casi cualquiera de las actividades agremiadas.

Esta falta de claridad en el entendimiento del trabajo que hoy tiene la sociedad y la gran disparidad del trabajo pretendido convierte a la Argentina en un país adolescente, entendido como un adolescente que no logra sumir sus capacidades y limitaciones, pero que tampoco logra descubrir aquello que quiere, experimentando todo al mismo tiempo y buscando de manera violenta los extremos para encontrar y entender esos límites.

En la mayoría de las personas, la adolescencia da paso a la madurez donde las ecuaciones comienzan a cerrar, pero esto no llega sino con mucha conciencia y aceptación personal.

En las sociedades ocurre algo similar. Cuando los países entienden sus capacidades y sus limitaciones por un lado y unifican sus pretensiones por el otro, aparecen sociedades que logran una gran evolución y estabilidad. Pero, de nuevo, esto no se logra sino con mucha conciencia colectiva y aceptación del otro como parte nuestra.

(*) AGUSTIN PARIGI es profesor de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Austral.


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