Coti, un músico que se entrega a sus canciones

A poco de lanzar su disco “Qué esperas” Coti Sorokin dialogó con “Río Negro” No siente ser modelo de nada y disfruta escribir temas para él o para otros.

Música

“Qué esperas” es el séptimo disco compuesto, interpretado, arreglado y producido por Roberto Fidel Ernesto Sorokin Espasa (41), grabado en los primeros meses de 2014 por Uriel Dorfman en los estudios porteños Romaphonic, mezclado en Madrid por Max Miglin y masterizado recientemente en Sterling Sound de Nueva York. Doce pistas serán puestas a consideración del público en la gira que el cantante comenzará este mes.

Consagrado en América Latina y España gracias a temas como “Nada fue un error”, “Antes que ver el sol”, “Otra vez”, “Color esperanza” interpretado por Diego Torres y Luciano Pereyra, o “Andar conmigo” por Julieta Venegas, Coti en voz y guitarra, será acompañado en la gira por Silvio Furmanski, viola solista; el bajista Matías Damato; Luna Sujatovich en percusión y coros; los teclados y voces de Nicolás Ottavianelli; y Rolfi Calahorrano en saxos.

De este trabajo discográfico editado por Universal, ya están dando vueltas en las redes el clip de “Tu gloria”, en el que actuaron Nicolás Pauls e Inés Palombo; y el de “50 horas”, una canción urgente, sencilla y trasnochada, define su autor, de imágenes que incluyen un diálogo de madrugada. “La grabamos con mi banda en una sola toma y luego construí la orquestación de coros y metales, en capas”.

“Un disco es un enorme trabajo, sobre todo cuando uno se implica en cuerpo y alma. No es un mérito, simplemente, lo sé hacer así, involucrándome en cada detalle de su producción completa, en la artística, los arreglos, las letras, la composición, en tocar… Y constituye un gran momento. El sacarlo, es una nueva oportunidad. Es sentir una nueva ocasión para comunicar, para exponer lo que somos, nuestro mundo, para plantear una manera de verlo, de considerar las relaciones, las amistades, el cariño, las ilusiones, las frustraciones. Y de mostrarnos artísticamente. Y la quise aprovechar mucho, dejando esa impronta en cada detalle”, cuenta Coti.

– Hay también una muy fuerte entrega personal, según te he visto, una disponibilidad total de tiempo, de estar atento a lo que ocurre en el interior de tu grupo, en el tuyo. Una especie de dulce cortejo con el trabajo…

– Sí… Yo tengo un modo que es de involucramiento al cien por ciento, digamos. Y muchas veces he vivido, te digo, como un defecto y no como virtud, el hecho de estar en cada momento, padecer tiempos de la hoja en blanco, de la cinta en blanco. Son desafíos a los que es alucinante enfrentarse y parte de la contradicción de la creatividad. Procesos por los que cualquier artista, que se aprecie como tal, debe pasar. Y eso no debe generar frustración y si lo hace, hay que tener los elementos, las herramientas para poder salir de ella y enfrentarse al otro día, de nuevo con la misma grabación que no le gustó y volver a hacerla, a plantearla y dar vueltas patas arriba el arreglo de una canción, una letra.

Me ha pasado de tener un tema con diez hojas escritas o con nada. Quizá en el primer caso me sobraban estrofas y otra vez, estaba terminando el disco y no tenía una sola palabra. Ese tipo de situaciones, las vivo constantemente, pero estoy acostumbrado a ellas y me mantienen vivo. Es mi manera de comunicarme y de expresarme.

– Mientras te escuchaba, pensaba: si estas palabras sobre la posibilidad de ser, de renacer, de aceptar un desafío y superarlo, se aplicaran a la situación personal de cualquiera que te lee, o a la de un país, resultarían un buen aprendizaje.

– Yo no soy modelo de nada, sí es cierto que cualquier proceso creativo es un ejemplo para la vida. Porque hay que vivirla con creatividad y ella tiene momentos de frustración, de blanco, de cero inspiración, y sobre todo y más importante, períodos de trabajo. Tarde o temprano, las soluciones, por llamarlas de alguna forma, van a llegar. Y lo que ocurre en un disco de canciones, evidentemente, es aplicable a cualquier situación vital. Pasa que vivimos una época de instantaneidad, en la que todo debe ser ya, algo que sirve o no se define en cinco minutos, se desecha y a otra cosa. De usar y tirar… Todo, las relaciones, las amistades, las influencias, los aparatos electrodomésticos, la ropa. Esa instantaneidad no es aplicable para mi modo de ver la vida, mi música y la música. Yo amo y admiro artistas que compusieron hace cincuenta, cien o trescientos años. La expresión humana solo el tiempo la pone en su lugar…

Cuando estoy en el estudio, no pienso que el compacto debe salir el 19 de marzo, que va a durar un año y luego tengo que sacar otro. Pienso en algo que va a quedar para siempre. Para mí, mi familia, mis amigos y toda la gente que guste escucharlo. Porque me ocurre eso con grabaciones que hice hace diez años, quince. Hoy siguen vigentes canciones que yo escribí hace mucho ya como “Nada fue un error”, “Antes que ver el sol”, “Otra vez”, “Tu nombre”, que quedaron y quedarán para siempre. Esa es la maravilla de la creación y la responsabilidad, entre comillas, bien entendida, de hacer un nuevo disco, un nuevo proyecto.

Para mí, prosigue Coti, esa es parte prodigiosa del compositor, del músico, del tipo que hace canciones. Sea que las grabe yo mismo o las escriba para otro, como durante mucho tiempo estuve haciendo. Que canten una canción mía en la cancha, es maravilloso. El hincha de Vélez no sabe quien escribió tal o cual melodía, no le importa y eso es genial. Jorge Luis Borges decía que añoraba que algún día llegara la sensación de que la poesía trascienda al poeta.

Me ha pasado con muchísimos temas que se grabaron en otros idiomas o letras que se tradujeron y tal. Y la gente no tiene por qué saber que son mías, ni me interesa que lo sepa. Sí que existe ese momento en el que puedo observar cómo una persona la canta, la hace propia. Ahí se cierra el círculo. Así es el género canción. Tenemos en el cancionero popular argentino, enorme cantidad de ejemplos, en el tango, el rock, donde eso ocurre, contra la sensación consumista que se está viviendo de usar y tirar. Yo estoy en la vereda de enfrente de esa postura.

Eduardo Rouillet


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