Crímenes del Cuy y lista de 'turcos' desaparecidos

A fines de enero del año '10, circuló la nómina de los "mercachifles" itinerantes que desaparecieron luego de partir desde Roca hacia tierras más australes. Comenzaba la investigación.

por: FRANCISCO N. JUAREZ

FRANCISCO N. JUAREZ

fnjuarez@sion.com

Con el descubrimiento -a fines de 1909 y principios de 1910- de los sistemáticos y escalonados crímenes de siriolibaneses en la zona del Cuy, la policía territorial rionegrina parecía reposicionar su vapuleado prestigio. Pero exhumar pormenores sobre el voluminoso número de asesinatos y antigüedad de los primeros crímenes que la banda cometía sistemáticamente desde 1904 sin ser descubierta, dejaban a la intemperie todo reconocimiento a una eficacia ilusoria y ya desvanecida. Es más, la simultaneidad entre este horrible descubrimiento en Río Negro y el bárbaro asesinato del ingeniero galés Lloyd Ap Iwan por «los bandidos yanquis» en el Chubut, nutría viejos argumentos favorables a la creación de estables cuerpos de «policías volantes» y montados, o bien otras fuerzas de un formato más militarizado como las que, finalmente, resultaron creadas a principios de 1911: las policías fronterizas. Para el 28 de enero (ver diarios nacionales del '29) pasaron por San Martín, Chubut, vecinos galeses de una partida que regresaba fracasada en la saga de los norteamericanos asesinos (caso Arroyo Pescado). Todo se parecía a la desolación. Más al sur, el sarampión había cobrado casos fatales; en Río Mayo, los 600 habitantes de entonces se sentían desamparados y clamaban por tener comisaría y juzgado. En general, los valletanos de la cordillera pretendían los protegiera un piquete de línea, como lo suscribieron por nota al Ministerio del Interior. También, querían cubrir la acefalía del Juzgado de Paz de San Martín, Chubut, por ausencia de José Pedro Moré. En ese momento, se desconocía que Moré estaba en viaje –en una galera de la Men

sajería Argentina- hacia Colonia 16 de octubre y acababa de ser nombrado comisario inspector para ese destino. Lo acompañaba el doctor Ap Iwan, hermano del ingeniero galés asesinado en Arroyo Pescado. En la región de Esquel, el nombramiento de Moré fue bien recibido porque ya tenía buena experiencia en esas funciones.

 

Mucho dolor sin remedio

Pero era como una sola aspirina para tantos dolores. Había que sufrir epidemias sin médicos, y bandolerismo sin policía eficaz. A todo ello, agregarle carencia de autoridades jurídicas, comunicación y de escuelas.

Los pocos hacendados que se establecieron en los valles neuquinos limítrofes hacia fines del siglo XIX, las estancias inglesas (asentadas en Río Negro y Chubut con comandancia regional en Leleque, administración en Buenos Aires y directorio en Londres) privilegiadas con los más fértiles comarcas de la región cordillerana, propiciaron un progresivo y desparramado poblamiento. Los boliches patagónicos -tan miserables como los caminos que le surtían viajeros a veces temibles- surgieron aun en lo más desértico de esta geografía sureña, cercanos a un ojo de agua o a la vera de la traza verde de algún arroyo.

Con la llegada del verano, irrumpía el mayor movimiento con el arribo de arrieros puntanos, domadores entrerrianos y comparsas de alambradores vascos, frecuentes e itinerantes tanto, que se necesitaron potreros seguros para que no se mestizaran vacunos de raza y degradaran su linaje. En ese escenario, donde no faltaban hoscos policías, taimados provocadores y no pocos bandidos bien montados y mejor armados, los «mercachifles turcos», como llamaban a todos los vendedores itinerantes, se atrevían en los caminos de lo inesperado y, desde Roca, el rumbo más atractivo era el siguiente: tras balsear el río e ir en demanda de Trica-Co, El Cuy y Chasicó, para recién allí optar por el desvío hacia Mencué y bajar a Comayo y «Pilca», para terminar en Nahuel Huapi, con pocos paradores y mucha desolación y guanacos. En Chasicó también podían elegir el sender hacia la laguna Cari-Lafquen Chica y Nahuel Niyeu (después, Jacobacci) para seguir al Chubut vía Quetrequile.

Muchos mercachifles tuvieron la suerte de pasar sin inconvenientes la región de El Cuy; algunos se establecieron más al sur con boliches asentados al borde de los caminos, como los Creide, o Félix Antonio Sede en Portezuelo –en el límite entre Río Negro y Chubut-, o como José G. Raide, el árabe que en el camino que arrancaba en la balsa de Plottier, pasaba por Jagüelitos, y poco antes de Cerro Policía, puso un almacén pocos años después y a la vista casi de la sierra de El Cuy, precisamente.

 

Los calabozos fueron pocos

Para fines de enero de 1910, el hacinamiento en la comisaría de General Roca con tantos presuntos involucrados en los crímenes de El Cuy, complicó su vigilancia. Se buscó un edificio provisorio más amplio, antes de decidir llevarlos a Choele Choel. Simultáneamente la policía perseguía otros cómplices y en Roca se había confeccionado un listado con los nombres y la fecha de partida de los mercaderes ambulantes desaparecidos en los tres últimos años. En 1909 no se supo más de 12 siriolibaneses ambulantes que habían partido de Roca. Se sumaron a los 18 desaparecidos en viaje desde el mismo punto de partida durante 1908, pero fue 1907 el año más trágico con 23 «turcos» envueltos por el misterio. La lista, de la que se da cuenta en «Curiosidades» de esta página, parecía incrementarse con la investigación en marcha, ya que los primeros desaparecidos databan de 1904.

Al expirar enero del año '10, la convicción de la policía rionegrina abocada al se

guimiento del caso, estaba convencida que el secreto de la escalonada matanza de mercachifles se debía a la amenaza de muerte que los jefes de la gavilla imponían al resto del clan. De manera que eso ampliaba el radio de impunidad en que actuaban, también basados en la paciente desaparición que hacían de los cadáveres.

El 9 de febrero se supo en Roca que el comisario Torino había capturado al aborigen trasandino Miguel Curiqueo o Huerte (tenía documentos a nombre de uno y otro apellido), un personaje taciturno y reservado. «Está acusado de complicidad con los bandoleros cuyos actos de canibalismo, vienen, desgraciadamente, confirmándose», se lamentó el corresponsal de La Prensa en Roca. Su nota, publicada el jueves 10 de febrero, admitía que «la cuestión que más apasiona es saber si son el exponente de una verdadera costumbre antropófaga, sin son actos excepcionales de un determinado refinamiento de ferocidad o prácticas supersticiosas. Parece hasta ahora, más bien, esto último». El 12 de febrero, finalmente, los detenidos fueron trasladados «a una casa más amplia» y a pesar del hacinamiento padecido, se mudaron en buenas condiciones de salud, aunque dos de los apresados sufrieron una pasajera indisposición.

 

Capturados, a Choel  

Los diarios porteños del sábado 19 de febrero dieron dos informaciones del escandaloso caso. Una fue que las autoridades carcelarias de Choele Choel acababan de recibir 45 incriminados por los sucesos de El Cuy. La otra, que se habían producido nuevas capturas, datos que apenas pudieron calmar la ansiedad que había despertado el caso de «los asesinos de turcos» en la Patagonia. Anunciaron, jubilosos, la captura y traslado de otros tres implicados en aquellos horrorosos crímenes. En este caso, «cooperó en la captura el vigilante turco Miguel Besteni». Y el resultado engrosó el listado de criminales para sumarse a los 45 ya instalados en los calabozos de Choele Choel.

A Ramón Cristóbal, más conocido por su alias, «Zaqueo», lo atraparon en un puesto arriba de la serrana Domudura.

En las costas de Salado, siempre en el departamento rionegrino de 25 de Mayo, cayó Ignacio Yantaqueo, mientras que Antonio Carabajal, también complicado en los asesinatos, cayó en manos de la policía cerca de su guarida de Paraniyeu.

El 19 de febrero –publicado en los diarios del domingo 20-, a Choele Choel, llegaron esposados, «los salteadores Ramón Cristóbal, C I, Sañigó, Faustino Acosta, Antonio Carabajal, Ignacio Pilquiley y Miguel Guentu, recientemente capturados en el departamento 9 de Julio».

Para el 7 de marzo, cuando la indignación cobraba cuerpo en Choele Choel por «la actitud adoptada por la jefatura de policía y el juzgado letrado, no obstante la gravedad de los hechos que aparecen en el sumario que se les instruye a los 49 salteadores de turcos y sirios, pues no se aboca al conocimiento de la causa», el presidente José Figueroa Alcorta se aprestaba a llegar a Neuquén para poner la piedra fundamental de las obras del dique homónimo ligado a la Cuenca Vidal, vislumbrando el futuro lago Pellegrini (llegaría el 17 de marzo siguiente a las 9.30).

(Continuará)

CURIOSIDADES

• Desaparecidos en 1907. La lista de presuntos asesinados fue publicada en La Prensa el lunes 31 de enero de 1910. Aquí se la ordena por día y mes del año '7 en que partieron de Roca, a saber: un tal Haoy (febrero 27), Mohamad Seré Eldin (marzo 6), Mohamad Amen (marzo 22), Valis Elías (marzo 24), Salimi Malluy (abril 11), Mohamad Moztafad (25 julio), Juisef Seredin y Mohamad Bozeze (agosto 9); Alderchman Gaoch, Jalil Namer y Masen Namer (agosto 30), Esin y Feres Raduan (setiembre 29), Said Bercher y Casen Dieb (octubre 7), Salman Buzeki y Mohamad Menllyd (octubre 13), Farid Elbeny y Rachid Elbeny (octubre 15), Farid y Rachid Elbeny (octubre 15), Ehelvad Feryes (octubre 20), Ahonad Sais Eldin (noviembre 8), Nasif Veby (noviembre 17) y Casem Matel (noviembre 28).

• Los de 1908 que no volvieron: Mahmul Amer (abril 6), Mohamad Ezeidin (abril 20), Mamad y Said Denil (julio 9); Esen Buayrani, Josefe Nasen Elldin, Farahan y Mehen Buehede (octubre 7); Mostafá Mahmud y Moahad Daud (octubre 14), Salim Suher, Salan Puher y Essin Mieldin (noviembre 12); Esain Mielidin (noviembre 13), Melhem Miledin (noviembre 18), Amin Buchaira, Josef Eikassamani y Faitar Tamad (noviembre 27).

• Desaparecidos en 1909: Mehem Caise (abril 6), Abas y Esbenvan Bosada, Ismael Elbany, Said Samor, Mamad Elaies y Mamad Namor (julio 28); Humady Seeldin (julio 29), Botras Jalef y Jusef Minas (agosto 7), Nasiz Eerkis (agosto 30), Sem Matei (noviembre 2).


por: FRANCISCO N. JUAREZ

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