Cómo se reconstruye la confianza de un equipo: la mirada de Pablo Andrieu, psicólogo de River

El mundo del fútbol está repleto de lugares comunes. Uno de ellos es la frase “la confianza lo es todo”. Pablo Andrieu, psicólogo clínico y deportivo, la resignifica: “la confianza no reemplaza lo físico ni lo técnico, pero sí lo potencia o lo limita. La mente es el puente que permite que lo entrenado se exprese bajo presión”.

Las prolongadas rachas de ciertos equipos sin poder ganar, por momentos, parecen inquebrantables. Para revertir esas situaciones se necesita más que entrenamiento, táctica o suerte. Un ejemplo es el de River, que solo ganó uno de los últimos 12 partidos: el triunfo ante Racing por los cuartos de final de la Copa Argentina. Esa racha negativa comenzó en el primer encuentro ante Palmeiras por los cuartos de final de la Libertadores y, desde ese golpe, el equipo parece no encontrar reacción.

Andrieu es actualmente psicólogo deportivo en River Plate, docente en la Licenciatura en Psicología, en la Diplomatura de Psicología del Deporte y Coordinador Académico en el Centro de Estudios del Deporte de la Universidad Austral. Al analizar cómo se pueden dar vuelta estas rachas, comentó: “Generalmente hay un punto de inflexión, un partido o una jugada que actúa como clic emocional. O incluso tocar fondo puede funcionar como un cachetazo para poder volver a las bases y construir desde ahí. Ese hecho rompe con la narrativa de fracaso y abre paso a la posibilidad de volver a creer. A partir de ahí se activa un efecto de refuerzo positivo: los jugadores empiezan a confiar más en lo entrenado, se sueltan y se animan a arriesgar. Lo que antes era miedo al error, se transforma en energía y convicción”. River, el próximo lunes, tiene la posibilidad de tener ese ‘clic’ ante el mismo rival, ya que visitará a la Academia por los octavos de final del Torneo Clausura.

«Tocar fondo puede funcionar como un cachetazo para poder volver a las bases y construir desde ahí».

Pablo Andrieu
Pablo Andrieu actualmente forma parte del equipo de psicólogos deportivos en River Plate

El ejemplo de un equipo que tocó fondo y resurgió se encuentra en la vereda de enfrente. Boca llegó a la racha más larga de su historia sin poder ganar un partido (12 encuentros y 120 días) y parecía estar en un pozo sin salida. Pero, luego de alcanzar esa cifra, ganó tres partidos consecutivos y todo cambió: terminó puntero en la Zona A, siendo el segundo equipo que más puntos sumó en toda la temporada.

El psicólogo también hace referencia a lo contagiosa que es la confianza. No solo desde lo colectivo, sino más bien desde lo individual. “El estado emocional de un grupo siempre se regula a través de ciertos referentes, que no necesariamente son los capitanes formales. Hay jugadores que transmiten seguridad con su actitud, su lenguaje corporal, incluso con la forma en que encaran los entrenamientos. Funcionan como ‘anclas emocionales’ que marcan el pulso del vestuario”. Leandro Paredes es uno de esos líderes positivos, fue protagonista en el cambio mental y futbolístico del Xeneize. 


La confianza en el plano individual


La pérdida de confianza no siempre se manifiesta a nivel colectivo. A veces son historias individuales las que exponen con mayor crudeza el impacto psicológico en el deporte. Miguel Ángel Borja, por ejemplo, pasó de ser la carta de gol de River a acumular una larga racha sin convertir y mostrar un nivel muy bajo. Solo anotó un gol en sus últimos 19 partidos y falló dos penales consecutivos, una de sus especialidades. El colombiano carga con una mochila emocional que condiciona su rendimiento y enfrenta el desafío de reconstruir su seguridad frente al arco, aunque Marcelo Gallardo ya no cree en él y lo demostró al dejarlo fuera de la convocatoria ante Vélez.

Miguel Borja no fue convocado ante Vélez y se irá del Millonario en condición de libre en diciembre.

El psicólogo explicó que lo primero es ayudar al jugador a reducir la presión autoimpuesta, para que no sienta que cada pelota define su carrera. Entre las técnicas que utiliza mencionó la visualización, donde el futbolista recrea mentalmente situaciones de gol exitosas para reprogramar la confianza, ejercicios de respiración para controlar la ansiedad y rutinas previas que le permitan concentrarse en el presente, sin quedar atrapado en el error pasado ni en la jugada futura.

También es clave el autodiálogo interno. “En una racha negativa es común que los mensajes que uno se transmite sean muy desalentadores. Parte del trabajo es modificar ese discurso interno para que acompañe y no hunda más al jugador”, agrega Andrieu.

En el fútbol argentino la presión es enorme y las opiniones en redes y en medios son difíciles de ignorar. Sobre esto, el licenciado señala: “La clave es fortalecer la percepción interna por encima de la externa. Eso se logra enseñando al jugador a diferenciar entre lo que controla y lo que no. Los medios y las redes no son un enemigo a combatir, sino un ruido que hay que aprender a filtrar. Se busca una construcción de una identidad deportiva sólida que no dependa de los aplausos ni de las críticas”.

«Los medios y las redes no son un enemigo a combatir, sino un ruido que hay que aprender a filtrar».

Pablo Andrieu

Un ejemplo elocuente es Ángel Di María, quien reconoció en una entrevista con ESPN: “La presión era mi peor enemigo, escuchaba mucho al afuera y me ponía presión en los pases, en las definiciones, en todo… Yo solo me estaba haciendo mal”. Con acompañamiento psicológico logró modificar esa relación, lo que no solo mejoró su rendimiento futbolístico, sino que incluso redujo las lesiones vinculadas al estrés.


La mirada implacable sobre los arqueros


Si los delanteros cargan con la etiqueta de “culpables” cuando fallan goles, la situación de los arqueros es aún más cruel: un error suyo suele tener consecuencias irreversibles.

El caso de Gabriel Arias lo refleja. Nacido en Neuquén y nacionalizado chileno, es ídolo de Racing. Con seis títulos, es el arquero más ganador en la historia moderna del club. Sin embargo, después de una racha de malas actuaciones, el capitán —que parecía inamovible— fue sustituido por Costas justo antes de los cuartos de final de la Copa Libertadores. Perdió su lugar y, con el gran nivel de Cambeses, no sorprendería que dejara la Academia en 2026.

Gabriel Arias perdió el puesto con Facundo Cambeses, de excelente actualidad.

Según Andrieu, la confianza en este puesto se apoya en la tolerancia al error: “El arquero debe entrenar tanto la técnica como la capacidad de resetearse rápido. La clave no está en el error en sí, sino en la respuesta inmediata”. 

Y así como la pérdida de confianza puede relegar a un arquero consagrado, también puede potenciar a otro hasta llevarlo a la cima mundial. Un ejemplo paradigmático de esa fortaleza mental es Emiliano “Dibu” Martínez, quien trabaja con un psicólogo de manera permanente. “El psicólogo me ayuda a levantarme cuando estoy bajo o a bajarme cuando estoy muy alto”, aseguró en una nota con Infobae. Entrena tanto la técnica como la mente, incorporando rutinas de meditación y ejercicios psicológicos para sostener la calma en momentos límite. La preparación mental es una herramienta central para prolongar el rendimiento en la élite.


El otro trabajo del técnico


En este mundo de lugares comunes, suele repetirse que “el equipo es un reflejo del técnico”. Para Andrieu, esa idea tiene fundamento: el entrenador modela el clima emocional. “Tiene la responsabilidad de sostener una narrativa de posibilidad: reforzar lo que se hace bien, marcar lo que falta con claridad, pero sin dramatismo. La forma de comunicar en la adversidad muchas veces vale tanto cómo la táctica”, sostiene. 

No alcanza con ser un genio de la táctica ni un excelente líder motivacional. Hoy, el rol del director técnico debe combinar ambas aristas e intentar entender al deportista desde un lado más humano.

En esa línea, Andrieu destaca el valor de las rutinas colectivas para cambiar el chip en momentos de crisis: dinámicas grupales para reforzar la identidad del equipo y el sentido de pertenencia, charlas que reorienten la mirada del “no podemos” al “tenemos las herramientas, solo falta soltarnos”, ejercicios de visualización de objetivos comunes y hasta la revisión de partidos anteriores donde el equipo mostró fortaleza. Pequeñas actividades que ayudan a reprogramar el ánimo de un plantel entero.


La confianza como músculo invisible


En definitiva, la confianza se puede entrenar con la misma rigurosidad que la táctica o lo físico. Visualización, autodiálogo positivo, fijación de objetivos alcanzables y rutinas de concentración forman parte de un trabajo sistemático que permite a los futbolistas sostenerse en momentos críticos.

Y aunque el talento siempre pesa, el aspecto mental puede ser decisivo. Como resume Pablo Andrieu, un jugador con confianza, incluso con menos condiciones técnicas, se atreve, se muestra y termina siendo protagonista. En cambio, aquel que posee grandes recursos futbolísticos pero carece de seguridad en sí mismo, suele quedar paralizado, incapaz de expresar lo que sabe.

Quizá, en un deporte que se define por goles, atajadas y resultados, la diferencia esté en lo que no se ve: la confianza. Ese «músculo invisible«, como lo define Andrieu, que no aparece en las estadísticas pero que puede sostener, o derrumbar, a un equipo entero.


El mundo del fútbol está repleto de lugares comunes. Uno de ellos es la frase “la confianza lo es todo”. Pablo Andrieu, psicólogo clínico y deportivo, la resignifica: “la confianza no reemplaza lo físico ni lo técnico, pero sí lo potencia o lo limita. La mente es el puente que permite que lo entrenado se exprese bajo presión”.

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