Dos ballenas de luna de miel llegaron a Las Grutas

Se esperaban para julio, pero se anticiparon. Creen que el fenómeno puede ser una constante.

LAS GRUTAS (ASA)- Varios grutenses se restregaron los ojos ayer por la mañana. Los ocasionales testigos de la anticipada presencia de ballenas en este golfo apenas podían creer el maravilloso espectáculo que tenían ante su mirada. A pocos metros de la costa, desde el acantilado, se apreciaban ayer los enormes mamíferos.

Algunos espectadores de este hecho inusitado elucubraban ayer, mientras las admiraban, sobre el incontenible deseo de los imponentes tortolitos que los obligó a viajar ansiosamente hacia el nido de amor cetáceo en el que se ha transformado esta costa grutense.

Cualquiera sea el motivo, ayer sin inhibiciones, frente a varios «mirones», derrocharon amor a manos llenas, mucho antes de lo esperado.

El arribo estuvo precedido por la presencia en el lugar de varias toninas que el domingo estaban a menos de 20 metros de la costa, entre las piedras de la Tercera Bajada.

El golfo estaba convulsionado por el ingreso de los pacíficos gigantes.

Al día siguiente, en tanto, la hermosa pareja se dejó ver haciendo sus primeras piruetas de «luna de miel» en esta villa.

Cada invierno son más los ejemplares que se divisan en la zona.

Probablemente la alta tasa de crecimiento poblacional que la ballena franco austral experimenta desde hace algunos años, gracias a la acertada protección de organismos internacionales, esté ocasionando que los individuos se distribuyan en mayor medida a lo largo de la costa del norte patagónico.

Hasta hace algunos años, los avistajes de ballenas en el golfo San Matías no eran tan frecuentes. Su presencia se restringía casi exclusivamente a las zonas polares en verano y otoño y a la costa de Puerto Pirámides en Chubut en invierno y primavera.

Número creciente

Sin embargo, ahora decenas de ejemplares ingresan a las aguas rionegrinas. En grupo o en parejas recorren el golfo. Especialmente se ven en Puerto Lobos, al sur de Sierra Grande, donde por la gran pendiente del fondo permanecen tranquilas a pocos metros de la costa, y frente a Las Grutas, donde llegan a buscar el reparo del acantilado y el alimento disponible en buena cantidad.

Su llegada se espera siempre a mediados de julio y hasta octubre.

El año pasado permanecieron hasta mediados de noviembre, tanto en la costa como aguas más alejadas. Pero este año, las dos primeras dieron la sorpresa al llegar al balneario con anticipación.

Año a año recorren la zona portuaria, van y vienen frente al acantilado de Las Grutas y algunas hasta ingresan a la Bahía San Antonio, nadando entre los peligrosos bancos ubicados en ese sector.

La bajamar las sorprendió varias veces, produciendo varamientos en algunos casos fatales.

Por ello, un grupo de integrantes de Prefectura Naval Argentina se capacitó recientemente en la asistencia a las ballenas en caso de que quedaran atrapadas en aguas someras. También el Instituto de Biología Marina, con sus científicos, buzos y gomones ha desarrollado tareas de rescate efectivo.

Sueños de una reactivación

La llegada de las ballenas y el paso en abril y setiembre de las aves playeras migratorias pueden consolidarse así como dos recursos concretos para explotar el turismo de avistaje ecológico en baja temporada, con los recaudos necesarios para no afectar la tranquilidad que requieren las colonias.

El asesoramiento de biólogos especialistas en estos animales, sumado al ingenio de marketing y a la oferta de servicios del sector turístico ya existente, permitirían instrumentar paquetes promocionales para potenciales visitantes. Este invierno se comprobará si el arribo de los cetáceos es regular, para ser ofrecido a los turistas sin demasiados riesgos de desilusión.

La capacidad ociosa de la villa desde abril hasta diciembre, obliga a pensar en nuevos recursos. Con cuidadoso criterio de preservación comienza a ser viable la invitación a participar de tours de avistaje y anillado de aves playeras como también la observación de las ballenas. Esto último, a veces no requiere siquiera embarque, ya que se ven desde el acantilado. De ser necesario, también existe capacidad de transporte con embarcaciones de las empresas de buceo y pesca. Ante esta situación, los empresarios locales ya sueñan con que la visita de los cetáceos no sea circunstancial y se transforme en un recurso seguro.


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