Dos condenas a prisión perpetua por el alevoso crimen de Garnica

Luego de asesinarlo, Chávez Aguilar y Bascur escondieron el cuerpo en una letrina, con la complicidad de la madre de uno de ellos.

Aníbal Chávez Aguilar y Maximiliano Bascur fueron condenados ayer a prisión perpetua por haber dado muerte a Miguel Garnica, luego de una trágica discusión ocurrida en la casa del primero, que derivó en una agresión de violencia inusitada.

Teresita Aguilar Leuquén, la madre de uno de los homicidas, fue condenada a 12 años de prisión como partícipe secundaria, lo cual generó duras críticas de los familiares de Garnica, ya que la fiscalía y la querella también habían pedido para ella una pena de prisión perpetua.

Luego de escuchar la sentencia la hermana de la víctima, Laura Garnica, aseguró que van a apelar la pena aplicada a la mujer. También criticó a los imputados por ausentarse en la audiencia de ayer. “Todo Bariloche sabe que son cobardes y traicioneros, por eso no vinieron”, aseguró.

Los jueces Rubén Marigo, Jorge Serra y Romina Martini consideraron probada la autoría del homicidio por parte de Bascur y Chávez Aguilar y también el agravante de la alevosía, con lo cual –explicaron– no había otra pena posible que la perpetua.

Los relatos de tres vecinos que fueron testigos directos del hecho resultaron decisivos, lo mismo que el hallazgo en poder de Chávez Aguilar del revólver usado en el crimen.

Cómo fue

Según la descripción incluida en el fallo, el 29 de enero de 2015 alrededor de las 18.30 Garnica se reunió con otros jóvenes en la casa de Chávez Aguilar, en el barrio Eva Perón, donde todos tomaron abundantes bebidas alcohólicas, hasta que se suscitó una discusión “por un fierro”, de acuerdo con los testimonios.

Garnica fue sujetado por Chávez Aguilar y su hermano Paul (quien tiene “imputabilidad disminuida” y ya había sido condenado a 10 años en un juicio abreviado), y en esa situación recibió un tremendo golpe en la cabeza con una pala, descargado por Bascur.

El ataque lo desmayó y en ese estado permaneció unas tres horas, dentro de una casilla de madera, donde finalmente lo asesinaron de tres balazos, al menos uno de ellos ejecutado por la espalda.

Al día siguiente los imputados en compañía de la dueña de casa envolvieron el cadáver de Garnica y lo ocultaron en el pozo de una letrina, a la que taparon con cemento.

Todo se descubrió en los primeros días de febrero, cuando la Policía recibió llamados anónimos (al parecer de los vecinos de la familia) que daban cuenta de lo ocurrido y tras sucesivos allanamientos fue descubierta la letrina disimulada y el cadáver en el pozo.

Aníbal Chávez Aguilar se hizo cargo durante el juicio de haber ejecutado los disparos, pero dijo que fue “en defensa propia”, algo que los jueces descartaron de plano dado que Garnica se encontraba en situación de “indefensión”, a lo cual se sumó que los autores de su muerte actuaron “con ausencia de riesgo”, lo cual completa la figura de “alevosía”, dijeron.

También refirieron que Teresita Aguilar “prestó cooperación”, y quedó demostrada “su presencia física en el lugar”, según los dichos de testigos directos que vieron como “iba y venía, controlando que los autores no fueran descubiertos”.

El tribunal, sin embargo, no encontró acreditado que el crimen se debiera a un “plan premeditado con propósito de venganza”, como sostuvo la acusación. Y por eso le aplicaron una pena menor.

Alevosía

“Se hizo justicia en parte. Discrepamos con la pena de la asesina [por Aguilar Leuquén], que también se tiene que pudrir en la cárcel”.

Cristina Lepín es la madre de la víctima, Miguel Garnica.

El relato de los vecinos fue decisivo, lo mismo que el hallazgo en poder de Chávez Aguilar del revólver usado para ultimar a Garnica en enero de 2015.

Datos

3 disparos
recibió Garnica (uno en la cabeza) luego de permanecer inconsciente durante tres horas por un golpe.
“Se hizo justicia en parte. Discrepamos con la pena de la asesina [por Aguilar Leuquén], que también se tiene que pudrir en la cárcel”.
El relato de los vecinos fue decisivo, lo mismo que el hallazgo en poder de Chávez Aguilar del revólver usado para ultimar a Garnica en enero de 2015.

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