Dramática situación de una mujer inválida y su nieta

Gloria Cabrera vive en Plottier con su nieta de 9 años, un sostén en la vida. Desde hace diez meses vive sin electricidad y postrada luego de un accidente. Para esquivarle al frío, las dos se quedan en la mañana en la cama.

NEUQUEN (AN).- Hace un tiempo Gloria Cabrera tuvo que elegir entre el gas y la luz. La decisión nada tiene que ver con la crisis energética que reclama ahorros; algo que parece una burla para la mujer de Plottier. Lo suyo es dramático, y sencillo. No podía pagar los dos servicios y -desde entonces- dejó de tener electricidad, desde hace diez meses. Ahora, con el invierno en la puerta, Gloria tiembla y pide auxilio.

La mujer, que se mueve a duras penas con un andador, tiene 60 años pero parece mucho mayor y se vale del apoyo de su nieta Tamara (de 9 años) para, a oscuras, poder hacer las cosas 'de la casa', de su casa que se cae pedazos.

«Me cortaron la luz porque debo siete boletas que no puedo pagar, los pesitos que me da mi hijo me alcanzan para pagar el gas…y para poder comer, aunque hay días que no tenemos nada de nada», contó Gloria a este diario.

La mujer supo de tiempos mejores, cuando tenía trabajo y salud. Fue la primera vecina del barrio Los Aromos y trabajó mucho tiempo en la empresa Orfiva, también en Lanín y luego en un galpón de empaque.

«No pude tener una jubilación, mi marido murió hace cinco años y tampoco tenía jubilación, me dejó la casa… qué más le podía pedir», sostuvo Gloria, nacida en Chos Malal y pionera de Plottier.

La señora contó que los últimos días fueron terribles y que la pequeña Tamara tiene muchos problemas para hacer los deberes. Es que a las seis de la tarde (cuando vuelve de la escuela) la luz es magra y alcanza sólo para alumbrar el mate cocido de la merienda. A esa hora, prenden las velas y así se mantienen hasta ir a la cama. Las mañanas les rinden poco. Sucede que para esquivarle al frío, Gloria y Tamara se quedan en la cama más de la cuenta. Gloria agradece al doctor Carlos Barbosa que la operó hace unos meses y ruega poder volver a caminar sin ayuda. Su estado de invalidez no le permite golpear puertas para pedir ayuda social. «Recibo la bolsa con mercadería y mi hijo (el padre de Tamara) me ayuda con lo que puede; más no le puedo pedir pero así no vamos a pasar el invierno», contó Gloria a este diario.

Dice que los médicos que la han atendido durante la operación de cadera se han portado muy bien, lo mismo que los profesionales cuando hace unos meses terminó de bruces contra el piso con un brazo quebrado y la cabeza golpeada. «Me quedé quieta llorando, no quería que los vecinos me tengan lástima, estaba llena de sangre cuando mi hijo me encontró», recuerda la mujer que vuelve a llorar cuando recuerda ese accidente.


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