El cambio generacional, la clave para sobrevivir
Las pymes tienen alta capacidad para adaptarse al cambio, pero necesitan fortalecer el rol de los sucesores.
Por Marcelo Carbone (*)
La historia es parte fundamental del saber universal: en la antigua Grecia, una vez disputada y ganada la batalla de Maratón ante los persas -cinco siglos antes de Cristo-, un soldado de nombre Filípides recorrió 40 kilómetros sin descanso para comunicar a sus compatriotas sobre la victoria, logrando con esto que los atenienses no quemaran la cuidad para convertirla en “tierra arrasada” para el enemigo. El mensajero cumplió su misión y murió exhausto al llegar, pero regaló a la humanidad una de las más excelsas de las disciplinas deportivas olímpicas.
Ahora bien ¿qué hay de las pequeñas y medianas empresas (PyMEs) en toda esta historia?
Los teóricos de la administración, y los no tan teóricos también, reconocen el potencial de las pequeñas empresas para adaptarse a los cambios con facilidad y resolver problemas.
No obstante, todas estas ventajas de las empresas pequeñas muchas veces se ven opacadas por estilos de dirección paternalistas, decisiones excesivamente centralizadas y sin delegación, un perjudicial apego a las enseñanzas y éxitos del pasado y, como si esto no fuera suficiente, falta capacitación, desarrollo y crecimiento del personal.
Las pymes deberían ser los soldados de la economía, del crecimiento y la sostenibilidad regional, pero lastimosamente, por las razones negativas anteriormente comentadas, terminan poniéndose a sí mismas en un papel de imposibilidad de generar competitividad.
En la era de utilización intensiva del capital intelectual ya no basta con que el dueño esté en la operación, la descarga de materia prima o el embalado.
Para competir, una empresa pyme precisa crecer en el mercado que ocupa actualmente y progresar para proyectarse a otros nuevos, integrarse a las cadenas productivas de clase mundial o ganar en eficiencia, utilizando políticas anti-cíclicas, inversiones productivas, reingeniería comercial y nuevos y mejores procesos.
Sin embargo, para hacer frente a todos estos cambios se requiere otra actitud por parte de la dirección empresarial. Y eso sería casi una utopía, ya que las personas que están al frente de las decisiones estratégicas generalmente no quieren delegar autoridad, ceder poder o salir de su zona de confort.
Justamente son todas estas cuestiones las que comienzan a operar dentro de una organización como mecanismos anti-cíclicos, que bien gestionados sólo nos pueden traer -en el mediano plazo-tranquilidad sostenibilidad y mejora.
Las viejas legiones de generales deben confiar en sus tenientes, en sus cabos y en sus soldados. El cambio generacional debe abrazar a las PyMEs con nuevas formas de enfocar el mercado, la tecnología y el trabajo en sí mismo.
Estamos en una era de utilización intensiva del capital intelectual en las direcciones de las empresas: ya no basta con que el dueño de la empresa esté en la operación, al pie de las máquinas, descargando materia prima o embalando producto.

Un esquema semejante debe ser entendido en el escenario actual como ineficiencia pura económicamente hablando, porque el directivo de una companía tiene que tomar decisiones estratégicas pensando y re calibrando el presente y el futuro.
Por caso, revisemos en qué trabaja uno de los hombres más ricos del mundo, Jeff Bezos, fundador de Amazon: “Mi ocupación es tomar dos o tres decisiones buenas por día”, declaró.
Las nuevas generaciones de empresarios, hijos muy bien capacitados de dueños de PyMEs, universitarios graduados o en formación y que vieron de cerca el derrotero de sus padres frente a las empresas, deben ser tentados con el éxito porque los mandatos familiares ya están demasiado pasados de moda.
La solución es elevar a los sucesores gradualmente, entendiendo que delegar poder no es perder, sino ganar.
La solución en el escenario actual es elevar a los sucesores gradualmente, entendiendo que delegar poder no es perder, sino ganar.
Formar a nuestros sucesores en todos los ámbitos de la empresa tiene que convertirse en una tarea de tiempo completo de los “dueños” mayores de toda nuestra región. Así lograremos crecimiento, compromiso e identificación cultural con los valores del esfuerzo y la capacidad.
Porque más allá de la empresa, hay una vida más amplia, satisfactoria y plena que vivir, y animarse tiene sus recompensas. Educar, entonces, sigue siendo la mejor estrategia.
(*) Licenciado en Administración de Empresas , founder y CEO de Pertix Tech y Comunidad Pertix, y CEO de Grupo Crescent.
Por Marcelo Carbone (*)
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