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En el plan licuadora de Milei, la casta es la gente de a pie

La certeza que deja la primera semana de los libertarios en el poder, es que el ajuste lo pagarán el salario y las jubilaciones. Los anuncios incluyeron devaluación, liberación de precios, tarifazo y suba de impuestos. La contracara, rebaja de retenciones a la soja, estatización de la deuda privada a importadores, y carry trade.

“Los liberales argentinos son amantes platónicos de una deidad que no han visto, ni conocen. Ser libre, para ellos no consiste en gobernarse a sí mismos, sino en gobernar a los otros. La posesión del gobierno: he ahí toda su libertad. El monopolio del gobierno: he ahí todo su liberalismo. A fuerza de tomar y amar el gobierno como libertad, no quieren dividirlo, y en toda la participación de él dada a los otros ven un adulterio”.


Más de un desprevenido podría sorprenderse al conocer al autor de la cita. La frase no pertenece a un dirigente de izquierda, ni a un referente del kirchnerismo, mucho menos a un amante del populismo.
En la misma reflexión, el personaje de la cita sigue: “El liberalismo, como hábito de respetar el disentimiento de los otros ejercido en nuestra contra, es cosa que no cabe en la cabeza de un liberal argentino. El disidente, es enemigo: la disidencia de opinión, es guerra, hostilidad, que autoriza la represión y la muerte”.


El padre de la más cruda crítica al liberalismo argento y autor de los párrafos precedentes no es otro que el mismísimo Juan Bautista Alberdi.
Al cierre de una semana que parece haber durado un siglo, las palabras de uno de los políticos idealizados por el presidente Javier Milei no solo se convierten en referencia obligada, sino que parecen describir a la perfección el escenario por venir.


El de un gobierno que se dice a sí mismo liberal pero inicia su gestión utilizando los resortes del estado que en campaña decía detestar, para subir impuestos y estatizar la deuda de los privados.
Bastó un pequeño puñado de horas con los libertarios en el poder para que la novedad se convierta en reseña histórica.


Atrás quedaron las ideas disrruptivas. Las que prometían pegarle una patada al tablero del sistema. Todos los funcionarios que hace meses trabajaban desde el llano junto al presidente la dolarización y el cierre del Banco Central, como Emlio Ocampo, Carlos Rodríguez o Roque Fernández, quedaron afuera del armado del gobierno el día uno.

Atrás quedaron las ideas disrruptivas. Las que prometían pegarle una patada al tablero del sistema. El gobierno de Javier Milei se dice a sí mismo liberal pero inicia su gestión utilizando los resortes del estado que en campaña decía detestar, para subir impuestos y estatizar la deuda de los privados.


Por el contrario, el decálogo inicial de medidas de Javier Milei no es otro que la archiconocida receta del ajuste ultra ortodoxo, que se vale de una mega devaluación inicial y licuación por inflación de salarios, deudas en pesos, y déficit fiscal.


Ni siquiera la promesa de que el ajuste sería afrontado por “la casta” sobrevivió a la primer semana de gobierno. Si hay un renglón del gasto público que no fue alcanzado por la tijera de los recortes, es el de los sueldos del presidente, de los ministros, o el de la dieta de los diputados y senadores o la cantidad de asesores que los mismos mantienen en el Congreso de la Nación.


El combo se completa con la advertencia acerca de la represión a cualquier expresión de protesta social que ose poner en jaque el combo de política ultra ortodoxa.
Resultaron sorprendentemente restrictivas las ideas de la libertad.


Tal y como decía Alberdi, el gobierno de Milei inicia planteando la premisa de que “la disidencia de opinión, es guerra, hostilidad, que autoriza la represión y la muerte”.


Las ideas de la licuadora



“¿APARECIÓ EL PLAN? ¿Este es el plan económico de Larreta y Bullrich? Licuar a los que ganan en pesos con una hiper y aumentar las tarifas para ajustar al sector privado. El mismo plan de hace 70 años. El mismo plan que viene fracasando. Una Argentina distinta es imposible con los mismos de siempre”.


Elocuente, el tweet fue redactado por Javier Milei el pasado 9 de julio de 2023.
Llamativamente, a menos de una semana de asumir la presidencia el libertario adoptó exactamente el libreto que le criticaba a su ahora ministra de seguridad.


El discurso del ministro de economía de la nación Luis Caputo careció de profundidad conceptual y de detalles respecto a las diez medidas anunciadas, pero dejó bien en claro una cosa. La idea de que el ajuste recaería sobre la casta y el estado quedó arrumbada en el atril del discurso de asunción, en las escalinatas del Congreso.


Excepto por el recorte de ministerios y secretarías, y por la suspensión de los contratos en la administración pública del último año, el resto de las medidas recae con rigurosidad sobre el sector privado.
Pocas horas después del escueto mensaje de Caputo, el ministerio de economía hizo circular una planilla en la que se brindaron detalles del ajuste que se pondrá en marcha.


Con esa simple hoja de excel y sin explicación alguna, el gobierno anotició que pretende volver a implementar el Impuesto a las Ganancias sobre el salario, que el Impuesto PAIS será del 17,5%, y que trae entre manos una reforma de la fórmula de movilidad jubilatoria. Es decir, que planean recortar el valor real de las pensiones y jubilaciones.


En vano fue la rústica explicación que Caputo intentó estructurar en una entrevista televisiva respecto a la modificación. La planilla que economía dió a conocer habla de un recorte a las jubilaciones equivalente al 0,4% del PBI. Traducido es, las abuelas y abuelos serán uno de los “aportantes” patrióticos para la gesta de las ideas de la libertad.


El ajuste lo pagará la gente, el ciudadano de a pie, el que no tiene ningún privilegio más que su salario o la remuneración en pesos de su trabajo.
“Estamos frente a un ajuste ortodoxo clásico. Se ha canjeado la motosierra por la licuadora”, indicó Carlos Melconian esta semana en una entrevista radial.


La sospecha del ex armador económico de Patricia Bullrich, es la misma que tiene cualquiera que observa la información que hasta el momento ha dado el propio ministerio de economía.
El ajuste más importante, el que terminará de ayudar a Milei a cerrar las cuentas, es el que producirá la hiper inflación sobre los stock fijos en pesos, entre los cuales se encuentra no solo el salario y las jubilaciones, sino el gasto del estado nacional. Téngase en cuenta que el gobierno decidió sostener vigente el presupuesto de 2023, con partidas estructuradas a precios de 2023, e inflación disparada desde enero de 2024.


¿Ganadores? Los de siempre



Cómo una trágica rémora de la historia argentina, los protagonistas de un proceso de ajuste radical como el que acaba de ponerse en marcha, son siempre los mismos.
Mientras quienes perciben ingresos fijos en pesos verán desplomarse el valor real de su poder adquisitivo, quienes mantienen ingresos en dólares acaban de recibir la noticia de que los mismos incrementaron su valor al menos un 100% esta semana.


La devaluación anunciada el pasado martes solo es buena noticia para el sector agroexportador. En especial para el sector sojero, que como caricia extra fue el único en recibir una rebaja de retenciones, las cuales pasaron del 33% al 30%.

Plan licuadora. Las medidas de Caputo anticipan el derrumbe real del salario en pesos.


Es decir, mientras el resto de la economía padece el yugo de un programa que establece la estanflación como objetivo de política económica previa a la estabilización, el histórico sector agroexportador argento recibe una formidable transferencia directa de recursos.


Un deja vu de cada una de las veces en que la oligarquía criolla logró colocar a sus representantes en el poder a lo largo de la historia argentina. Solo distingue esta ocasión el hecho de que la gesta se lleva a cabo mediante las urnas y no mediante las armas.


Sin embargo a la hora de listar los ganadores hay que considerar también a los importadores.
«La deuda con importadores supera los 30.000 millones de dólares y las utilidades retenidas a las empresas extranjeras alcanzan los 10 mil millones de dólares», dijo Milei en el discurso de asunción, en una clara señal de lo que llegaría apenas un par de días después.

La idea de que el ajuste recaería sobre la casta quedó arrumbada en el atril del discurso de asunción, en las escalinatas del Congreso.


Cierto es que durante los últimos dos años, los importadores tuvieron severas dificultades para acceder a precio oficial a las divisas necesarias para cancelar las deudas con sus proveedores del exterior. Las SIRA que estructuró Sergio Massa durante el último año de su gestión, fueron una rústica solución a un problema evidente: no hay reservas para solventar las importaciones, y menos con un tipo de cambio oficial que cotizaba 120% por debajo que el financiero.


La “novedosa” idea con la que Milei arribó al poder para solucionar el problema, fue un seguro de cambio estructurado a través del Banco Central, que permite a los importadores suscribir un bono en pesos (Bopreal), pagadero en dólar billete en octubre de 2027, y con una amortización del 5% anual.


La operatoria es una virtual estatización de la deuda de los importadores, que cancelan sus deuda con el exterior entregando hoy pesos, y dejando en manos del Banco Central (es decir de todos los argentinos), una nueva y millonaria deuda de corto plazo en dólares.

La devaluación solo es buena noticia para el sector agroexportador. En especial para el sector sojero, que fue el único en recibir una rebaja de retenciones.


“Un negocio entre privados”. Así catalogó Milei al comercio exterior en el último debate presidencial previo a las elecciones de noviembre. Tres días después de asumir, elige utilizar las herramientas del estado que decía detestar, para aplicar una política intervencionista en beneficio del sector privado.


La rémora es inevitable. La medida retrotrae al seguro de cambio implementado en 1982 durante el último gobierno militar por Domingo Felipe Cavallo al frente del Banco Central, que implicó la estatización de las deudas externas de las empresas privadas.


La normativa aplicada esta semana es aún más polémica si se tiene en cuenta que casi el 50% de la deuda de los importadores, son acreencias de las empresas con sus propias casas matrices. Deuda de las empresas multinacionales en Argentina, con ellas mismas en el país de origen. Deuda que al menos debiera ser auditada para evitar sobrefacturaciones u operaciones intra firma que pueden ocultar en realidad fuga de capitales y evasión impositiva.

Tres días después de asumir, elige utilizar las herramientas del estado que decía detestar, para aplicar una política intervencionista en beneficio del sector privado.


El combo se completa con la comunicación que dio a conocer el ministerio de economía este viernes, en la que anticipa para mañana un llamado a licitación en el que “se ofrecerán, entre otros, instrumentos de Deuda Pública a 30 días de plazo”.


La información, que nuevamente circuló sin ningún tipo de detalle, desató todo tipo de especulaciones en el sector financiero. De enfocarse en las entidades bancarias, el instrumento podría estructurarse como la estrategia del gobierno para comenzar a desarmar las Leliqs.


No obstante si la posibilidad de tomar instrumentos a 30 días se abre al mercado en general, nos encontraríamos ante una versión renovada del ‘carry trade’ implementado entre 2016 y 2018. Con tipo de cambio financiero estable y tasas en pesos de entre el 12% y el 15% mensual, la bicicleta estaría asegurada.


Casualmente, en aquel periodo Luis Caputo también era ministro, y manejaba el área en la que se siente más cómodo: las finanzas. Quedó a la vista en apenas una semana, Caputo no es macroeconomista, es financista.


Sucede que a diferencia del periodo 2016-18, de implementarse un plan basado en la renta financiera, será esta vez a costa de la licuación del salario y las jubilaciones.
La impresión que deja la primera semana de Milei presidente, es que aquella casta que asumiría el costo del ajuste no eran los políticos, ni los exportadores, ni los importadores. La casta era la gente de a pie.

Dato

0,4%
El ajuste del gasto previsional (jubilaciones) que hará el gobierno, en relación al PBI.

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