La economía rehén de las disputas en el oficialismo

El Presidente empoderó a Guzmán con resortes clave de la gestión. Pero vio a Cristina luego de tres meses y al día siguiente tuvo que entregar a Kulfas.

Voz alta. La Vice Presidenta volvió a retar en público al Presidente. Al día siguiente, un off se llevó puesto a Kulfas.

“Me enfoco 100% en la gestión y no me inmiscuyo en disputas de poder”. La definición que arrojó el Ministro de Economía Martín Guzmán en la Jornada Pulso, cobra mucho más significado hoy, casi un mes y medio después.


Las disputas de poder son inevitables para cualquiera que asuma la responsabilidad de administrar el país. Más aún dentro del espacio político que está en el poder, recrudecen las diferencias, se hace culto del reproche, y se pergeñan operaciones de desprestigio unos contra otros.


La secuencia de la salida de Matías Kulfas del Ministerio de Desarrollo Productivo es un capítulo más. La Vice Presidenta retó al Presidente en público, desde la cartera de Kulfas pretendieron contestar en off mediante una operación de prensa, Cristina desnudó la jugada en sus redes sociales, y minutos después Kulfas rodó escaleras abajo. El poder que sigue teniendo Cristina, es inocultable. La maniobra del ex Ministro Kulfas, inentendible.


Al mismo tiempo, la centralidad que ha capitalizado en unas pocas semanas, coloca inevitablemente a Martín Guzmán en las antípodas de sus propias intenciones. Definitivamente el Ministro de Economía está cada vez más involucrado en las disputas de poder, especialmente aquellas que hacen al tenor del rumbo real de la economía.

La centralidad que ha capitalizado el conductor de la economía en pocas semanas, lo coloca inevitablemente en las antípodas de sus propias intenciones. Definitivamente Guzmán está cada vez más involucrado en las disputas de poder.


En pocos días, la figura de Guzmán se ha convertido así en el único estandarte que le queda a Alberto Fernández, que parecía haberse decidido finalmente encontrar su propio camino, y que debió entregar sin más a uno de sus alfiles.


Saben en el entorno del Presidente que si hubiese que claudicar con Guzmán, ello implicaría ceder definitivamente el terreno de la gestión económica al kirchnerismo. La decisión es por lo tanto sostener al ministro frente al embate interno, y apostar a que los principales indicadores económicos hagan un guiño en el segundo semestre.


A destiempo

Cuando a mediados de noviembre las urnas propinaron al gobierno un enorme cachetazo electoral, el núcleo duro de dirigentes que rodean al Presidente desde el minuto cero, comenzó a soñar con el nacimiento del “albertismo”. Creían que era el momento perfecto para capitalizar el mensaje de la derrota, quitarse el lastre de la discusión interna, y torcer el rumbo definitivamente. No sucedió.

El Presidente nunca quiso despegarse de Cristina. No dedicó ni una palabra a responder las cartas públicas de la Vice Presidenta. Y mucho menos se atrevió a desbancar a La Cámpora de los lugares que ocupa en el gabinete.

El empoderamiento que Guzmán obtuvo en las últimas dos semanas parecía sugerir que finalmente el Presidente había determinado despegarse, dar el salto. Tampoco fue el caso.

Cada vez que tuvo la oportunidad de iniciar su propio camino, el Presidente eligió no seguir sus propias convicciones por temor a Cristina, y tampoco hacer lo que quiere Cristina por temor al costo político que ello implicaría. Una postura que pudo ser redituable en 2019 como la esperanza de aquel que pretendía dar por cerrada la grieta, pero que en la pospandemia hace que la figura del Presidente se asemeje más a la tibieza y la inacción que a la de un estadista.

El Presidente eligió no seguir sus propias convicciones por temor a Cristina, y tampoco hacer lo que quiere Cristina por temor al costo político que ello implicaría.

El mandatario tuvo el viernes en el aniversario de YPF, el encuentro mano a mano con Cristina Kirchner que desde hace tres meses se negaban en privado. Allí frente a las cámaras, la Vice Presidenta volvió a llamarle la atención al Presidente por el rumbo económico, y le pidió en público que sea más estricto con los empresarios. Puntualmente con Paolo Rocca.

Sabido es que el arco político kirchnerista nunca aceptó la orientación de la política económica. Puertas adentro la Vice Presidenta acusa al Ministro Guzmán de haberle mentido en cuanto a los términos en los que se cerraría el acuerdo con el Fondo y critica al ex Ministro Kulfas por no haber atendido sus “sugerencias” en cuanto al manejo de la Secretaría de Comercio y a la política industrial.

Es en ese contexto que el empoderamiento de Martín Guzmán consiste quizá en el último intento de estructurar una idea propia. A la luz de los últimos acontecimientos, luce por cierto insuficiente. La partida de Kulfas deja a Guzmán en soledad como el único representante de una gestión económica que no ha encontrado la forma de domar la inflación, nunca logró estructurar un plan económico concreto, y apenas logró atarse con alfileres a los objetivos trazados en el acuerdo con el Fondo.

Contra el tiempo

Los analistas repiten una y otra vez que lo que falta en Argentina son dólares. Sin embargo aquello de lo que más carece Guzmán frente a los desafíos inmediatos, es tiempo.


Hasta el momento Guzmán sigue en el cargo. Hace dos semanas el Presidente decidió lo dotaría de las herramientas de gestión necesarias. La decisión no fue un cheque en blanco. Por el contrario, puso como fecha límite el tercer trimestre del año. Es el plazo que le habrían dado al Ministro para exhibir resultados, o al menos un indicio de ellos.


Tres enormes desafíos quedan en lo que resta del año en materia económica, en los cuales deberá centrarse Guzmán si es que sobrevive al temblor interno que acecha una vez más al gobierno en las últimas horas.


El primero refiere a los precios. Pese a lo surreal que pueda parecer la afirmación, el Ministro está convencido de que “la inflación está bajando”. El mes de marzo registró una inflación de 6,7% y abril un 6%. Se prevé que el dato de mayo es mayor al 5%, y menor al 6%. Matemáticamente, la sentencia de Guzmán es estrictamente cierta. Muy distinta es la evaluación en términos económicos.

Si pretende evitar una inflación anual por encima del 70%, lo que Guzmán necesita es que el dato mensual se ubique por debajo del 4% antes de fin de año.


La meta establecida en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional estipula una inflación acumulada del 48% para todo el 2022. Alcanzar ese objetivo en base al registro de los primeros cinco meses del año, parece una quimera. Lograrlo requiere que desde el presente mes de junio el dato mensual se desacelere hasta la tercera parte y se ubique como máximo en el 2% hasta fin de año. Solo por arrastre estadístico del mes de mayo, es inverosímil que suceda en junio.


Es más. Si lo que se pretende es evitar que la inflación anual esté por encima del 70%, Guzmán necesitaría que el dato mensual se ubique al menos por debajo del 4% antes de fin de año.


El Ministro asegura entre los suyos que espera que este último escenario se verifique entre septiembre y octubre. Está convencido que el nivel actual de inflación se relaciona directamente con la crisis alimentaria global a raíz de la guerra en Ucrania, y entiende que ese impacto podría morigerarse en la segunda mitad del año.


Lo cierto es que si el tiempo no le diera la razón, esta vez serán escasas las excusas, y su único sostén tras la salida de Kulfas, es el apoyo del propio Presidente. El empoderamiento que se le otorgó con el paso de la Secretaría de Comercio a la órbita del Ministerio de Economía implica que Guzmán maneja ahora todos los resortes de la política de precios, lo que podría redituarle todo el crédito en caso de lograr domar la inflación, y a la vez toda la responsabilidad si fracasa en el intento.

Out. Matías Kulfas, enfrentado desde hace tiempo al kirchnerismo, fuera del gobierno.


El segundo ítem refiere a las reservas, donde el derrotero es todavía más complejo. El objetivo trazado con el FMI era acumular u$s 4.100 millones de reservas hasta el mes de junio.
El mismo escenario de crisis alimentaria que complica los precios internos, trae consigo cotizaciones récord en los granos. No debería existir mejor noticia ante la necesidad de acumular divisas, que la de altos precios internacionales en las commodities que Argentina exporta.


Los datos así lo confirman. Según el Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-Cec), el pasado mes de mayo fue el de mayor liquidación de divisas cerealeras de los últimos 20 años, con u$s 4.231 millones. Con u$s 15.329 millones, el acumulado de liquidación de divisas en los primeros cinco meses del año, también es el más alto desde 2002. Aun así, las reservas han subido apenas u$s 1.800 millones en lo que va del año, y a días de cumplirse el plazo.


Tales datos son los que molestan a Guzmán, y el apuntado es el Presidente del Banco Central, Miguel Pesce.
El Ministro entiende que la entidad monetaria ha sido laxa en cuanto a la disponibilidad de divisas para los importadores, y que la avalancha de dólares que ingresó en el primer semestre no fue bien administrada. Un diagnóstico en el que paradójicamente coincide con la Cristina, que durante el acto de YPF reclamó al Presidente “no regalar los dólares”.

Próxima parada. Guzmán pretende mayor injerencia en el manejo de las reservas del BCRA.


En las últimas semanas Cristina retomó su vínculo con Martín Redrado, disgustada con el tenor de la política monetaria en la gestión Pesce. Precisamente, la llegada de Agustín D’atellis al directorio del Banco Central es una jugada estratégica con la que Guzmán pretende mayor injerencia en cuanto a la forma en que se administran las reservas.


El tercer ítem tiene que ver con las metas fiscales. Hasta el momento es el punto que Guzmán tuvo mejor suerte. El rojo fiscal del primer cuatrimestre está por debajo de lo estipulado con el FMI y en el mes de mayo el mercado le dio un espaldarazo a la estrategia de rollear la deuda en pesos, cuando Economía logró renovar vencimientos por más de $780.000 millones.


La implementación de la segmentación en la actualización de las tarifas de la energía, fue otro triunfo del Guzmán empoderado. “¿En qué país funcionan subsidios energéticos de 4 puntos del PBI?” había dicho hace dos semanas en una crítica directa al kirchnerismo. Fue en la previa del final de las audiencias públicas que significaron el aumento del 42,7% en el precio del gas, tal como Guzmán había comprometido con el Fondo.


El dúo Guzmán-Kulfas que supo expresar el perfil moderado, fiscalista y a la vez productivo, que intentó tender puentes con el empresariado y diferenciarse del intervencionismo kirchnerista, ha quedado trunco. Además de los desafíos propios de la economía, Guzmán enfrenta la titánica tarea de sobrevivir a la puja de poder interna en la que pretende no inmiscuirse.


Dato

u$s 15.329
Los millones que liquidaron las cerealeras entre enero y mayo de 2022.

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