El animador que dejó su guitarra en Rincón

Domingo Durán, especialista en espacios verdes

CUTRAL CO (ACC).- Domingo Durán tenía 41 años y trabajaba en el sector de Parques y Jardines de la empresa YPF. El grupo de trabajadores al que pertenecía siempre iba primero cuando comenzaban a montarse los yacimientos para empezar a trabajar y crear los espacios verdes que luego rodearían a las oficinas. Su hijo, Luis es el encargado de relatar lo que ocurrió aquella jornada cuando el avión AVRO que retornaba a la ciudad sufrió el accidente. Luis tenía 15 años. Era el mayor de dos hermanos. “No tenían el mismo régimen que los de Producción o Perforación. Se iban al campo porque había que iniciar las plantaciones. Si el yacimiento era en Rincón de los Sauces, o el que fuera, él viajaba. Pero no con el mismo régimen (de días fuera de su hogar) que el de otra gente. “Se iban dos o tres semanas y esa vez se venía de descanso por la Semana Santa. Supimos que lo invitaron a quedarse porque iba a haber una fiesta y como él tocaba la guitarra, lo invitaron. Pero como había hablado con mi madre no se quiso quedar, para venirse a casa. La guitarra la dejó allá y se salvó. Nos trajeron algunas cosas de él y la guitarra”, recordó. De la tragedia se enteraron porque alrededor de las 16 “llegó un familiar nuestro preguntando si no nos habíamos enterado de algo. Y nosotros no nos habíamos enterado de nada. Después de una hora, se decía que había problemas y transcurrían las horas y nadie decía nada”. En el edificio donde ahora funciona la cooperativa Copelco, estaba la sede del sindicato SUPE. “Ahí se juntaba la gente, comentaban que el avión había tenido problemas y estábamos preocupados. Después de unas horas llega a mi casa un amigo de mi viejo. Y como yo era el mayor me habló a mí. Fue durísimo”. Después no se supo nada de cómo había ocurrido. “Habían pasado 20 días del golpe militar, y al área esa no te dejaban llegar. No era tan lejos, en la Meseta Buena Esperanza no queda lejos”, Agregó que con el correr de las horas y más de los trascendidos, sólo pudieron encontrarse con los cajones, todos cerrados, cada uno con su nombre. “Creo que no debe haber habido nada, nosotros a los pocos días fuimos al lugar, pero se tapó con tierra y te ponías a caminar y te dabas cuenta que explotó todo”. Los ataúdes los llevaron al Club Social de Huincul y los depositaron ahí para hacer un velorio conjunto. “Fue muy duro para la familia porque todo lo manejaron de modo muy hermético, a mi madre la llamaron para reconocer unas cosas y fue el reloj de mi papá que estaba destruido así que eso te daba la pauta de la magnitud de la explosión”, contó. Y todos los trámites lo hicieron muy rápido “me acuerdo que a mi mamá la llamaron y la hicieron firmar papeles, enseguida para que se cerrara todo”. Como los trámites de la pensión tardaron, la empresa le ofreció un puesto de trabajo. Luis entró como cadete, a los 15. “No hubo contacto de organizaciones sociales, del Estado, no me acuerdo que haya habido gente que se arrimara a ver si necesitábamos algo. La llamaron a mi madre y la hicieron firmar papeles, rápido”.


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