El Canal de los Milicos debe su olor a seis empresas
El desagradable aroma se sufre en la zona de los puentes. Cuatro industrias y dos comercios lo contaminan.
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No es el único desagüe de Cipolletti que se contamina con residuos industriales tratados de manera incompleta. Hay otro, que no tiene un nombre sino una denominación técnica, que transporta los efluentes de una avícola líder en el mercado regional.
El Departamento Provincial de Aguas (DPA) ha aplicado infracciones y multas (por valores muy bajos); tres de ellas están en litigio judicial.
El Canal de los Milicos tiene tan sólo 10 kilómetros y fue construido por soldados a pico y pala para drenaje en caso de crecidas y más tarde para derivar el excedente del riego de las chacras (ver aparte).
Nace hacia el noroeste de la ciudad, corre paralelo a la ruta nacional 151 hasta la franja industrial ubicada frente al barrio Pichi Nahuel, y desde allí baja, en un recorrido irregular, por las chacras, cruza la ruta 22 y el barrio Labraña, y va a parar al río Neuquén.
Una papelera, una sidrera, una deshidratadora de frutas y un frigorífico utilizan el Canal de los Milicos para volcar sus efluentes residuales. Tienen, claro, plantas de tratamiento, pero el proceso es insuficiente.
Una estación de servicio ubicada en la rotonda de las rutas 22 y 151 también vuelca sus efluentes en el desagüe, lo mismo que el casino Golden Valley, de cuya cocina salen residuos líquidos hacia el canal, aunque antes se filtra en un desengrasador.
Para los técnicos del DPA, el modelo a seguir es el de Hartman-PPM, la papelera que fabrica bandejas moldeados (para manzanas y huevos, por ejemplo).
El casino, la estación de servicio y un frigorífico de la empresa Tres Ases fueron multadas por montos que van desde los 1.500 a los 5.000 pesos y, como apelaron ante la Justicia, el asunto está ahora en los tribunales.
La sidrera Las Delicias, la papelera Productos Pulpa Moldeada, la deshidratadora de fruta Valley Evaporating Company cuentan con algún sistema de tratamiento, pero es insuficiente.
De acuerdo con la norma, todas estas empresas -y cualquier otra en la provincia- deben llegar a un punto en el tratamiento del efluente en el que el canal no reciba materia orgánica. Si se aplicara el Código de Aguas de la provincia es muy probable que algunas de estas empresas ya estarían clausuradas. Ello porque se está contaminando el río Neuquén y el Negro con estos efluentes.
La necesidad de mantener un sensato equilibrio entre la producción (estas firmas dan centenares de empleos en Cipolletti) y el cuidado del medio ambiente, ha impedido por ahora las clausuras.
Claro que toda la ciudad contamina a diario el río con los residuos cloacales que así como salen de las viviendas van a parar al Negro, debido a que Cipolletti no cuenta con planta de tratamiento.
Pero no hay que llegar hasta el río para observar la acción contaminante del hombre sobre los cursos de agua. Los desagües cercanos a la ciudad están repletos de residuos más que sólidos. Se encontraron hasta una heladera y un lavarropas en desuso.
Hacia el norte de la ciudad corre otro de los tantos desagües; se le llama PII y, atravesando chacras, también descarga en el río. A este canal descarga sus efluentes residuales la empresa Pollolín.
En esta planta industrial modelo, la empresa hizo una enorme inversión en un ducto de más de un kilómetro y en una planta de tratamiento, pero las instalaciones tienen «un funcionamiento discontinuo y una inadecuada puesta a punto», determinó el DPA.
Lo que Pollolín trata y luego arroja como residuo en el canal es grasa y sangre, mezcladas con agua. Para que el sistema sea óptimo se precisa mayor inversión y que ni una gota de materia orgánica se vuelque a cursos de agua.
Todas las empresas con plantas de tratamiento incompleto fueron infraccionadas lo que no se traduce en una multa sino en un apercibimiento con obligación de respuesta.
Lo que dicen las normas
CIPOLLETTI (AC) – «La contaminación de cuerpos receptores hídricos y el incumplimiento al régimen de calidad de aguas residuales será sancionada con clausura o multa, la que se establecerá en función del costo del tratamiento del efluente y que no podrá exceder cinco veces el valor de éste». La ley 2.952 (el Código de Agua de la provincia) es clarísimo.
Hay, de todos modos, datos de la realidad que no aparecen en esta norma: las empresas en infracción dan empleo a más de mil personas en Cipolletti y sus eventuales clausuras podrían crear un clima social demasiado antipático.
El Código de Aguas establece que «todo establecimiento industrial radicado o a radicarse en el territorio de la provincia deberá adecuar sus desagües a las disposiciones de este código».
Para la ley, agua residual industrial es «todo líquido que se deseche después de haber participado en cualquier operación industrial, bien sea de preparación, de producción, de limpieza o de operaciones auxiliares a los procesos, tales como generación de vapor, intercambio calórico y transporte hidráulico».
En otra época había pesca
CIPOLLETTI (AC) – Dicen los descendientes de viejos pobladores de Cipolletti que en Canal de los Milicos había pesca y que en verano era, como siguen siéndolo los de riego, como un arroyo donde los chicos se bañaban.
Es, de todos modos, un recuerdo que ningún adulto tiene ahora porque hace años que la característica distintiva del desagüe es el olor.
Especialmente en invierno, del canal asoma un vapor de aroma inconfundible e insoportable.
En la época en que se lo construyó a pico y pala la intención era ayudar a derivar el agua de las crecidas.
Eran tiempos en los que nada paraba los ríos, especialmente el cambiante y temido Neuquén.
Luego, cuando la explotación frutícola se convirtió en la economía de sustento de la región, el Canal de los Milicos se transformó en uno de los tantos desagües que recoge los excedentes del riego de la chacras.
Como Puente 83, el barrio Labraña se formó a vera de su trazado. Sus habitantes también colaboran en la degradación del desagüe arrojando a él todo tipo de residuos.
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